POR LUIS MIGUEL PÉREZ ADÁN, CRONISTA OFICIAL DE CARTAGENA (MURCIA).
Volvemos nuestra mirada hacia la figura de Alfonso Emilio Pérez Sánchez, un cartagenero que el pasado 23 de marzo fue reconocido como hijo predilecto y a cuya memoria ha sido dedicada una plaza en la La Palma, de donde eran oriundos sus padres, aunque él nació en 1935 en el barrio de Los Dolores.
El nombramiento de Hijos Predilectos y Adoptivos es el máximo honor que se le puede conceder a una persona por parte del municipio, solo en casos muy excepcionales, por sus destacadas cualidades personales o méritos señalados, y singularmente por sus servicios en beneficio, mejora u honor de Cartagena, y que estas personas hayan alcanzado una extraordinaria relevancia y una indiscutible consideración en el concepto público nacional e internacional, por cualidades o méritos personales, o por servicios prestados, con inequívoco amor y dedicación, a lo largo de su vida en favor de Cartagena.
Alfonso Pérez Sánchez reunía todas esas condiciones. Tras su fallecimiento en el año 2010, su ciudad natal tenía una deuda con esta persona. Con el apoyo de todos los grupos políticos municipales y otras muchas instituciones, junto a la sociedad civil se acordó este más que merecido nombramiento.
La conexión de Alfonso Emilio Pérez Sánchez con su ciudad natal, Cartagena, fue un hilo conductor a lo largo de su vida y carrera. Nacido en esta ciudad el 16 de junio de 1935, Pérez Sánchez mantuvo un vínculo afectivo y cultural con Cartagena que influyó en su perspectiva artística y académica.
Cartagena, con su rica historia y herencia cultural, proporcionó un trasfondo significativo para la formación de Pérez Sánchez. Criado en el seno de una familia compuesta por una madre maestra nacional y un padre inspector de trabajo, experimentó la diversidad cultural y las complejidades sociales de una ciudad marcada por la Guerra Civil.
Aunque su trayectoria académica y profesional lo llevó a lugares como Valencia y Madrid, la influencia de Cartagena se reflejó en su enfoque hacia la historia del arte, especialmente en sus primeros estudios universitarios. La huella de su ciudad natal se percibe en su obra, que abordó temas relacionados con la arquitectura y el arte tanto en Cartagena como en la Región de Murcia.
Inició sus estudios universitarios en Filosofía y Letras en Valencia en 1952, pero su verdadero amor por la historia del arte se despertó en Madrid en 1957, influido por el catedrático Diego Angulo Íñiguez.
Atento a sus orígenes
La memoria de licenciatura de Pérez Sánchez sobre las iglesias mudéjares del Reino de Murcia, realizada en 1960, reflejaba su compromiso con la enseñanza de Angulo y su fidelidad a los orígenes. Su incursión en la historia del arte lo llevó a colaborar con el Instituto Diego Velázquez del CSIC y a sumergirse en la pintura italiana del siglo XVII en España, tema de su tesis doctoral defendida en 1963.
Pérez Sánchez no solo destacó como académico, también como docente. Su paso por la Universidad de Madrid desde 1967 dejó un legado de admiración y respeto entre sus alumnos. Su enfoque formalista en la historia del arte se combinaba con dosis de sociología e ideología, creando un ambiente educativo enriquecedor y dinámico.
En 1971, Pérez Sánchez se unió al Museo del Prado, donde desempeñó un papel crucial en la modernización y la organización con exposiciones memorables. En 1983 fue nombrado director del Museo del Prado dejando una marca indeleble en la institución.
Desde el principio, Pérez Sánchez se dedicó a la modernización y expansión del museo. Su labor incluyó la organización de grandes exposiciones, siendo la más destacada la dedicada a Velázquez en 1990, que atrajo a multitudes y consolidó la reputación del museo a nivel internacional. Bajo su dirección, se llevaron a cabo exposiciones que abarcaban desde la pintura italiana hasta la española, mostrando una amplia variedad de estilos y períodos.