POR AGUSTÍN DE LAS HERAS MARTÍNEZ, CRONISTA OFICIAL DE VALDEPIÉLAGOS (MADRID)
Amanecer y olvidarse en la distancia de los días intensos, para mí, es un descanso del alma.
Hacer kilómetros camino de Valdepiélagos es un placer inexplicable.
Mirar a lo lejos, aunque hoy las nubes bajas escondían la silueta de la sierra, hacen olvidar la distancia corta de mirar en una pantalla números, mails y actas.
El cerro de San Pedro era una isla entre nubes, el cerro del mediodía no se veía. Hoy la hora debía escucharse con tañidos.
El chirimiri me acompañó todo el camino y recordando el tunel de mi infancia que hacían los olmos fulminados por la grafiosis, he aparcado en el camposanto.
La Ermita de Nuestra Señora de la Soledad ya no estaba sola. Me he armado de tijeras para retocar tallos y he cogido el ramo que llevaba para mi madre.
En la tumba especialmente limpia ya había flores. Año tras año debo agradecérselo a mis primas. Hoy al darle las gracias a Ana Maria Lopez de las Heras me contestaba, hago lo que aprendí de mi madre, Alicia. Y no tengo palabras para reconocérselo.
He colocado las flores mientras en mi silencio un milano planeaba sobre mi cabeza.
Cincuenta y cinco años he leído en las letras de la lápida. He vivido tres años más que lo que vivió mi madre. No es justo.
Fernando, de ruta 179, Telemadrid, me esperaba en un rato, después de endulzarse donde El Recio.
Para hacer tiempo me he ido a tomar un café. Y mi suerte ya se iluminaba nada más ver entrar a mi prima Marisol por la puerta. He tenido el placer de rebuscar y compartir pasados con ella. Pocas veces vi a su padre Alejandro pero le recuerdo perfectamente. Y Marisol me ha traído instantes de lo que fue mi pasado. Ella y mi madre compartían confidencias, se querian, se apreciaban. Y según traíamos al presente aquellos años se licuaban en alguna lágrima.
El móvil ha sonado. Fernando me reclamaba. Al llegar a la plaza nos hemos dado un abrazo. Sólo dos días han sido suficientes para saber que conversar con él, sobre cualquier tema, es un placer difícil de encontrar hoy día.
Sus compañeros de cámara eran Javi y Alejandro, este último compartía nombre con mi tío abuelo. Parece mentira que de un coche tan pequeño saliera un equipo de Telemadrid tan bien avenido y tan grande. Rebosaban complicidad y buen rollo.
Luego hemos recorrido ayuntamiento, iglesia, ermita terminando frente a la barbacana, en la Centro Sociocultural de Valdepiélagos.
Lo que ha ocurrido será un secreto hasta que emitan el programa. Pero el programa no podría haberse grabado si no hubiera sido por la paciencia de mi prima Anamari que nos ha ido abriendo puertas.
Espero que la tormenta de información no haya sido pesada. Hablo mucho y voy de siglo en siglo contando sucesos y datos. Menos mal que Fernando lo cortará, como yo, hacía unas horas, he cortado tallos.
Desde estar en el camposanto, biblioteca de vidas, hasta compartir el día con mis primas y el equipo de Telemadrid, se ha dibujado un instante que ya nada ni nadie me podrá quitar.
Gracias.
@agustindelasheras
@cronistadevaldepielagos