POR MARI CARMEN RICO NAVARRO, CRONISTA OFICIAL DE PETRER (ALICANTE)
En esta ocasión hablaremos de la calle Cánovas del Castillo, apuntando que, a mediados del siglo XVIII, el núcleo urbano de Petrer, situado en las laderas del castillo, tendría sus límites entre las actuales calles La Virgen (antiguo Portal de la Virgen), Cánovas del Castillo (antiguo Portal de San Roque), San Vicente y Agost-San Antonio. La población sería de unos 2.000 habitantes.
Esta calle empieza en la calle Miguel Amat y es la casa de Ferrándiz, situada en esta última vía, la que abre su espacio al inicio de la misma para bifurcarse en dos direcciones, una da a la plaça del Derrocat y antiguamente conducía a la bassa fonda y al lavadero y, la otra dirección, desemboca en el cruce de José Perseguer con Gabriel Payá. En la actualidad la plaza del Derrocat es la plaza donde se encuentra el busto de Azorín, regalo del pueblo de Monóvar, que fue descubierto el 3 de diciembre de 1976 por los reyes, Juan Carlos I y Sofía, que visitaron Petrer para inaugurar el ayuntamiento. Curiosamente, este busto mira a la que fue la casa de su tío y maestro, Miguel Amat y Maestre, que influyó decisivamente en el desarrollo intelectual y literario del joven escritor. Y, aunque lleva esta denominación desde el acuerdo plenario de 31 de mayo de 1979, para la gente de Petrer el Derrocat sigue siendo el ensanche que conforma la calle Cánovas del Castillo. La calle forma un recodo que se adentra hasta la calle Miguel que forma parte de la calle Cánovas del Castillo y que nació cuando se derribó la casa de D. Ramón Maestre y otros propietarios. Es a partir de que se derriba esa vivienda cuando el pueblo empieza a denominarlo así. Tras la entrada del primer ayuntamiento democrático, se quiso recuperar la denominación Derrocat y se le puso este nombre a la plaza contigua a Cánovas del Castillo. En la otra parte de la vía urbana lindante con la calle Prim se encontraba el Portal de San Roque, una de las entradas antiguas del pueblo.
Seguramente le pusieron el nombre de Cánovas del Castillo como homenaje a este ilustre político que fue asesinado en 1897, aunque también tuvo que ver en esta decisión la amistad personal que mantuvo con el que fuera alcalde de Petrer, José María Esteve Montesinos, el Bicho.
El político e historiador Antonio Cánovas del Castillo, nació en Málaga en 1828 y falleció en el balneario de Santa Águeda, en Mondragón (Guipúzcoa) en 1897. En 1845, se trasladó a Madrid y cursó estudios de Derecho y se inició en la actividad política como hombre de confianza del militar y político Leopoldo O’Donnell y redactó personalmente el manifiesto de Manzanares en el que se solicitaban reformas políticas. En 1858 estuvo al frente de la Dirección General de la Administración, bajo el ministerio de Posada Herrera. El movimiento revolucionario que finalizó con el derrocamiento de Isabel II, en 1868, supuso su retraimiento político, aunque proclamó la candidatura del príncipe Alfonso de Borbón al trono de España. En enero de 1884 volvió al Gobierno, pero la muerte de Alfonso XII, a fines del mismo año, motivó su dimisión para que la regente pudiera llamar al poder a Sagasta. En 1890 volvió al poder, llevando como ministro de Gobernación a Silvela, cuyos actos provocaron la caída del Gobierno en 1892. En marzo de 1895 asumió de nuevo la Presidencia del Consejo de ministros y, en agosto de 1897, cuando estaba descansando en el balneario de Santa Águeda, fue asesinado por un anarquista italiano.
En el burgués siglo XIX, las referencias a acontecimientos heroicos y románticos, tuvieron su influencia en el callejero de Petrer y se pusieron nombres a calles como Tetuán, Independencia o Numancia y al recuerdo de grandes políticos como Prim, Castelar o Cánovas, que configuraron con su fuerte personalidad la historia de España.
Tras la proclamación de la República, en la sesión plenaria de 27 de mayo de 1931, se propuso cambiar el nombre de la calle dedicada a Cánovas del Castillo por el del político y pedagogo Francisco Ferrer Guardia (Alella, 1859 – Barcelona, 1909), pero se trataba sin duda de un error en las actas municipales o un cambio de opinión, ya que Ferrer Guardia se le puso finalmente a la calle Castillo.
Pero nos queda conocer más de esta vía pública que constituye un paso casi obligado hasta la plaça de Baix y de la que contamos con preciosas fotografías. Por tanto, continuará…