El 22 de noviembre la Iglesia Católica celebra la festividad de Santa Cecilia de Roma, uno de cuyos patronazgos es el de la Música, razón por la cual a veces se la representa tocando un órgano. Es por ello por lo que vuelvo a traer, un año más, a estos Saludos el órgano de la iglesia de FUENTEPIÑEL, que permanece en silencio desde que falleció Tomás San Felipe Sanz, nuestro último sacristán y organista, un 26 de agosto de 1973.
Este noble instrumento procede del extinto convento franciscano de Nuestra Señora de los Ángeles de la Hoz, una víctima más de la Desamortización de Mendizábal de 1835, cuyas ruinas reclaman una urgente consolidación en la margen izquierda del río Duratón en término de Sebúlcor. Tras su incautación por el Estado, el órgano fue comprado por nuestra parroquia en 1842 a la sección de Bienes Nacionales, evitando así una más que probable destrucción y desaparición como sucedió con otros muchos de sus elementos muebles patrimoniales.
Tras ser instalado en nuestra iglesia y convenientemente restaurado, ejerció su ministerio acompañando a los servicios religiosos durante más de un siglo.
A raíz de una restauración efectuada en el templo en 1995 al órgano se le desprendió del fuelle que le alimentaba de aire, y desde entonces permanece en la sacristía deteriorándose y durmiendo el sueño de los justos, como el órgano y el convento del que procedía, y, como ellos, a la espera también de una urgente restauración, imposible de abordar por la frágil economía de nuestra iglesia y de nuestro ayuntamiento.
Consciente de que “no corren buenos tiempos para la lírica”, uno no deja de soñar con que llegue el día en el que alguna institución, pública o privada, o ambas al unísono, se hagan cargo de la oportuna y más que necesaria restauración. Mientras tanto, como hiciera el Bautista en el desierto de Judea, seguiremos predicando y denunciando su deterioro progresivo a ver si nuestras palabras encuentran eco en alguna parte.
¡Buen día!