La vida es una aventura, “la vida no vale nada”, “solamente se vive una vez”, “hay que aprender a vivir” y a morir. La vida es caminar. “Caminante, no hay camino, se hace camino al andar”.
Hoy 30 de noviembre del 2023 llegué a la ciudad de México con un pretexto médico. Antes de internarme en el hospital me di la oportunidad de conocer la Plaza Garibaldi, la típica plaza de los mariachis, un buen lugar para vivir una aventura, tomarse una copa con los amigos y cantar o que nos canten una canción. Recuerdo a José “Peppino” Garibaldi, nieto de Giussepe Garibaldi, precursor de la libertad italiana. Él, como muchos otros, se unió al ejército de Pancho Villa en 1911, peleó en Casas Grandes, Chih., y con base a su pericia militar, fue ascendido a General.
Nomás por este hecho, la ciudad de México lo honró poniéndole su nombre a una plaza que está ubicada en el centro norte de la ciudad. Antes, esta plaza se llamó “Plazuela de Jardín”, luego “Plaza del Baratillo” y hoy se conoce con el nombre de “Plaza Garibaldi” y está considerada como la catedral de los mariachis. Esta plaza contiene 4 elementos considerados como Patrimonio Intangible de la Humanidad como son el lugar, la gastronomía, el tequila y el mariachi desde el año 2012.
El mariachi es Patrimonio Intangible de la Humanidad (2012) y tiene una bella historia que requiere un espacio más amplio.
La Plaza Garibaldi fue creada en 1921 con motivo del Centenario de la Independencia de México. Aquí el coculense Juan Hernández Ibarra puso una cantina llamada “El Tenampa” en el año 1925 y le dio trabajo a un mariachi coculense de José y Cirilo Marmolejo.
Pronto se hizo popular la plaza y la cantina. Llegaron muchos músicos de Cocula, Tecalitlán, Jal., de Nochistlán, Zac. y de varios lugares más. Con la llegada del mariachi Vargas de Tecalitlán se potenció la fama y la alegría de este lugar.
Entonces surgieron los cantantes Lucha Reyes, Jorge Negrete, Pedro Infante, Javier Solís que con sus canciones llenaron los ecos de toda la plaza. Después llegó el gran José Alfredo Jiménez, quien, en su bohemia, aquí compuso “Mi tenampa”, “El rey”, “La media vuelta” “Tu recuerdo y yo” y otras canciones más. También estuvieron Pepe Guízar, Amalia Mendoza, “Cantinflas”, “Tin Tan”, Lola Beltrán, Lucha Villa, Frida Kalo, Chavela Vargas, Juan Gabriel, Cornelio Reina y otros grandes compositores y cantantes que fueron a embriagarse de canto y de poesía en “El Tenampa”.
Vi la plaza amplia y limpia. Son las 3 de la tarde. Hay algunos músicos mariachis que andan “taloneando”. Cobran la canción a 150 pesos. Puedo ir a comer al mercado San Camilito que está a un lado de la plaza pero deseo entrar a la cantina “El Tenampa” porque sé que este lugar brota un manantial de inspiración. Ya no tiene persianas. Es acogedor y elegante, tiene varias mesas para la comida, a un costado está la barra de bebidas, hay tres mesas ocupadas por clientes en este momento. Entramos mi esposa y yo. Ocupamos una mesa. Estoy anonadado, busco el primer espacio de la cantina. Los muros del lugar están cubiertos con las pinturas de “La Tariacuri”, de José Alfredo con los versos de su canción “El Tenampa”, la de Chavela Vargas, cantante costarricense que dijo que “los mexicanos podemos nacer donde nos de nuestra ch… gana”, ambas pinturas ubicadas en el presunto rincón donde ellos acostumbraban tomar, según me dijo un mesero.
La primera cantina del Tenampa era una franja, un lienzo rectangular. Aquí está la pintura de Pepe Guízar y su canción “Oye vale”. Aquí filmaron Dos tipos de Cuidado”, “Gitana, tenías que ser”, “Me he de comer esa tuna”. Alcanzo a mirar a mi grandota de Camargo, Lucha Villa y a Lucha Reyes. Hoy es cumpleaños de Lucha Villa. Me dijo el mesero que la familia de la cantante va a regalar un vestido para exhibirlo en “El Tenampa”. Los chihuahuenses regalaron una pintura de Lucha villa que es un ícono de la canción ranchera mexicana. Aquí también nació la canción “El Adiós a la vida” de compositor luismoyense Benjamín Sánchez Mota según me dijo su hijo Benjamín Sánchez Aragón.
– “Qué van a tomar”- preguntó el mesero derrochando atención y amabilidad.
Cedo la respuesta a mi esposa que también está emocionada. Ella no conoce de bohemias pero la estancia impresiona y pide un tequila. El mesero me miró y esperó una respuesta. Tengo ganas de pedir una botella de tequila, una de vino aunque sea tinto, una de coñac o una de whisky, bueno, una cerveza… y que me acuerdo de “la gota” y de la próstata que me “traen asado”.
– A mí, a mí… sírvame una fanta (refresco embotellado).
El mesero me miró sonriendo y aceptó mi petición. Sentí su benevolencia. Yo pienso que me vio como un General guerrillero que ya está en retiro, que se acabó el hígado, el estómago en miles de batallas pasadas, por cierto, todas perdidas como las del Coronel Aureliano Buendía (Cien años de soledad).
– Cómo, no; ahorita le sirvo. ¿qué más?
– Tres tacos de pollo- le dije con cierta conmiseración. Pero pronto me recuperé. Ya no como carnes rojas porque tengo “gota” y no la quiero “torear” aquí en la ciudad. En otro lugar, de confianza para mí, me degustaré un plato de pozole, uno de birria o barbacoa y hasta uno de chicharrones y chorizo, acompañado de un tequila. Hoy, no. – Me los sirve con salsa y guacamole… le dije.
– Correcto- me contestó con un tono muy comprensivo.
Nos sirvió unas quesabirrias, un tequila, mis tacos y una fanta (aquí deben el comercial). Estuvieron muy sabrosos los tres tacos de pollo. Los pagué a precio de turismo pero “El Tenampa” los vale porque tengo la satisfacción de vivir con plenitud un trozo de mi vida. “En El Tenampa pasan muchas cosas”. Luego llegó un músico y me ofreció una canción misma que le agradecí y le dije que me esperara mientras me tomaba otro tequila. Vieja evasiva que antes cumplía y que hoy… pues ya no la realizo.
En la parte de arriba de la cantina, está la terraza. Ahí vi la pintura de Cornelio Reina con la letra de su canción “Me sacaron del tenampa”. En otro apartado de la terraza miré la pintura de Vicente Fernández que, según el mesero, nunca le dio la atención a este lugar.
Nos salimos del Tenampa. La recepcionista nos sacó una foto, la del recuerdo.
En la plaza Garibaldi hay una exposición de 120 fotografías de compositores titulada “El rostro del autor”. Son alrededor de 20 mamparas con 6 fotografías, dos por cada costado. Los grandes compositores nunca morirán. Algunas veces, el interprete se “adueña” de la canción y algunas personas despistadas piensan que es de él. No, él solo es intérprete; el autor es el creador. Ahí vi los rostros de los zacatecanos Manuel M. Ponce, Genaro Codina y Tomás Méndez, la del Rey José Alfredo Jiménez, Martín Urieta, Chucho Monge, Cuco Sánchez, Agustín Lara, Consuelito Velázquez, Alfonso Esparza Oteo (Albur de amor), Juan Gabriel, Napoleón, Mary Morín, Horacio Palencia y más. La Sociedad de Autores y Compositores de México (SACM) reúne a más de 30 mil creadores y esta exposición solo es una muestra.
Una calle, donde están las estatuas de José Alfredo, Lola Beltrán, María de Lourdes, Pedro Infante, Cirilo Marmolejo y otras más.
La tarde cae lentamente sobre la Plaza Garibaldi. Sin duda, que en la noche, los mariachis serán “los amos y señores” (Cornelio Reina), cantarán a una dama al pie de un coche, deleitarán a una pareja de enamorados que viven un amor único, acompañarán a un bohemio que le canta a la luna, que le canta a la decepción amorosa y serán cómplices de un amor prohibido que vienen de un mundo raro. Le cantarán a ésta o a la otra, a este amor apasionado o al otro. Nosotros tenemos que retirarnos del lugar y regresar al hospital 20 de noviembre. Despierto a mi realidad. Quiero volver el día 22 de noviembre del 2025, si Dios lo permite, al festival de Santa Cecilia, patrona de los músicos y al Centenario de la Plaza Garibaldi que deberá festejarse en grande y brindaré por la felicidad que he buscado, que he encontrado y la he hallado en mí.
En “El Tenampa” se recuerdan muchas cosas
y los mariachis son los amos y señores
te tomas cuatro, cinco, veinte o treinta copas
y las canciones te recuerdan tus amores.
“Me sacaron del Tenampa” Cornelio Reina.