POR PEPE MONTESERIN, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS)
En mayo de 2014, documentándome para un libro encargado por el Colegio de Veterinarios de Asturias, «Bendice estos animales que vamos a recibir», pasé unos días en Laguiole, localidad del departamento de Aveyron, en la Occitania francesa.
Ahí, además de la vaca «Aubrac» conocí su famosa industria de navajas, y tuvieron que pasar diez años para que, por mediación de Frédéric Porchez y su familia en Oviedo, Pepe Valcárcel y Asun Cavallé, me hiciera con una de esas navajas, de mango de fresno, con la cruz de Santiago, la inequívoca marca de la mosca y mi apellido grabado en el acero mejor templado del mundo.