El 15 de mayo de 1814 el verdugo de la ciudad, recibió el encargo de quemar en la plaza Mayor los dos ejemplares de la Constitución de 1812 que existían en el Ayuntamiento Cáceres. En localidades cercanas, como Trujillo, se realizaron autos de fe en su plaza principal teniendo a la Constitución como protagonista. Con estos actos que eran algo más que simbólicos, se iniciaba un periodo de absolutismo monárquico que habría de durar seis años, hasta que en 1820 se vuelve a la senda constitucionalista, tras el famoso pronunciamiento militar del general Riego que obligó al rey Fernando VII a jurar de nuevo, muy en su contra, la Constitución de 1812.
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