POR ANTONIO SÁNCHEZ MOLLEDO, CRONISTA OFICIAL DE MALANQUILLA (ZARAGOZA)
Los países avanzados -y España lo es-, han adoptado la cultura del ocio como panacea de la felicidad.
Se llega a este status cuando la mayoría de la población tiene cubiertas sus necesidades básicas y se manifiesta por un grado superlativo de tontería colectiva, que con el falso propósito de crear felicidad nos convierte en seres dependientes e infelices con metas imposibles de alcanzar.
La consecuencia es una creciente respuesta -tan impersonal como absurda- a asumir los estímulos que nos lanzan, siempre con intereses comerciales de por medio.
La sociedad del ocio es la culpable de que ahora cada pueblo y ciudad compita en tener el árbol de Navidad más alto, el Belén más grande, las calles con más luces… y allá que vamos en peregrinación, pagando un dineral, por algo innecesario que en nada va a mejorar nuestra vida ni su calidad.
Lo mismo podríamos decir del abuso de las dietas sanas, los gimnasios, el ecologismo de pacotilla, la vida deportiva, etc, etc.
Hemos entrado en una dinámica donde todo vale por acercarnos a ese ideal, longevo, sano y bello que nos venden cada día. Uno que peca de observador de la sociedad, ve con desasosiego la cantidad de niños, jóvenes y adultos que van a correr, andar o montar en bici, perfectamente equipados, cual deportistas de élite en una competición de alto nivel. Eso lo hemos hecho toda la vida en privado, sin tanta ornamentación -que vale una pasta- y sin llamarlo de manera rara, simplemente salir a andar o a pasear o montar en bici. Mientras esto pasa, el nivel de obesidad entre nuestros adolescentes y jóvenes va en aumento…y claro, uno lamenta preocupado que sean incapaces de dar un paso sin bajarse de sus patinetes eléctricos. Es el contrasentido de la vida que llevamos… Ese contrasentido se pone de relieve también en el falso ecologismo que nos invade. Cada vez hay más jóvenes que abanderan y se identifican con este movimiento y no lo demuestran con sus hechos. El ecologismo no es tirar botes en la calle ni comprar prendas de vestir Innecesarias, ni luchar por conseguir el último móvil del mercado, ni viajar en contaminantes aviones… y no veo yo que la mayoría de nuestra sociedad esté por la labor.