Las bodas religiosas en nuestro país han caído a un 23%, cuando hace apenas veinte años representaban un 70%. El porcentaje de católicos en España ronda el 56%, de los cuales los que asisten a los actos litúrgicos -como es el caso de la misa dominical- no llega al 12%.
En España, un 13,5% de sus habitantes dice ser agnóstico, otro 12,5% no creyente, más un 15% es ateo. Hay un 3% de creyentes de otras religiones. Buena parte de los seminarios se encuentran bajo mínimos, incluso algunos han debido fusionarse para sobrevivir a la sangría de vocaciones, siendo evidente que la Iglesia no puede asegurar ya el reemplazo generacional. Navidad, tiempo de celebración basado en un acontecimiento señero por parte de una religión cuyo origen está datado hace poco más de 2.000 años, pero los cambios socioculturales han confluido en una crisis espiritual generalizada, puesto que la presente civilización se ha centrado en el conocimiento, la libertad de expresión, la ciencia y la observación frente a las creencias y a la fe ciega.
Es evidente que en una sociedad donde impera la laicidad, el poder y la influencia de la Iglesia ha quedado notabilísimamente reducido. La crisis de nuestro tiempo es muy seria porque lo relativo toma carácter de absoluto, pasando a ínfimo lo que consideraba supremo.
Cuando no se sabe qué es la vida, ni por qué es, ni para qué es, no resulta fácil vivirla con normalidad o asumir sus desafíos. En tiempos en los que parte de la humanidad vive entre turbulencias, desajustes e inestabilidad parece haberse perdido la riqueza del normal y discreto discurrir de todas las cosas e instantes. Y así llega otro nuevo año. La vida es a veces caprichosa en el reparto de sus riquezas, pero la misma vida reparte entre todos el regalo del tiempo, casi por igual.
Estimar el valor inmenso del tiempo y aprovecharlo positiva- mente es una intención propia de cada nuevo año. La vida es siempre caminar. La diferencia es que unos saben su destino final y absoluto, mientras otros siguen dando vueltas sobre sí mismos.
Feliz Navidad y que el año 2024 lleve a puerto seguro todas las buenas intenciones y mejo- res propósitos de quienes se han tomado la molestia de leer estas líneas.