POR JOSÉ S. CARRASCO MOLINA, CRONISTA OFICIAL DE ALBARÁN (MURCIA).
Todavía con las gratas impresiones que ha vuelto a dejarnos este año el Belén Viviente del barrio de ‘La Solana’, el Cronista Oficial de Abarán, José S. Carrasco Molina, nos ofrece un nuevo artículo en el que destaca la evolución de este montaje, resalta la atención que se pone a sus detalles, y elogia la lección de esfuerzo desinteresado de los vecinos que le dan vida, adelantando que «si se mantiene en el tiempo, pasará a formar parte del acervo de tradiciones de este pueblo», escribe José S. Carrasco, al tiempo que plantea la necesidad de un Plan de Rehabilitación y Embellecimiento para el casco antiguo, aprovechando el encanto de sus calles y la disposición de sus vecinos, «gente activa y comprometida con su pueblo».
ARTÍCULO:
Las tradiciones de un pueblo no existen desde siempre, comienzan en un momento determinado de su historia y poco a poco, con el calor de sus gentes, lo que era una novedad en su génesis, se va afianzando en la vida de ese pueblo y, con el paso de los años, va formando parte de su identidad y ya se hacen imprescindibles en el decurso de la vida de sus habitantes.
Así comenzó, sin duda, nuestra tradición más enraizada, nuestra Noche del Niño, pues un seis de enero no sabemos de qué año, (“desde tiempo inmemorial”, se dice en un acta de la Hermandad de Ánimas de principios del siglo XX), saldría por primera vez una imagen del Niño desde la iglesia a ser adorado en todas las casas del pueblo, entonces muy pequeño, y lo que era un experimento novedoso fue contando, año tras año, con el calor y el apoyo de la gente y así ha podido llegar hasta hoy, generación tras generación.
Aterrizando en la realidad actual, desde hace tres años se viene realizando en nuestro casco antiguo un maravilloso belén viviente, una experiencia que nunca se había hecho en este pueblo y, si se mantiene en el tiempo, pasará a formar parte del acervo de tradiciones de este pueblo y será, sin duda, un importante reclamo no solo para los que aquí vivimos sino para gentes de más allá de la Garita.
Porque la verdad es que este belén no es algo hecho de cualquier manera, sino que está realizado con una maestría, una delicadeza y una atención a los detalles que merecen ser resaltadas y ponderadas, pues desde la decoración externa hasta las vestimentas de los personajes pasando por los diversos momentos de escenificaciones son realmente un ejemplo de saber hacer y, sobre todo, de querer hacer.
Porque, si lo conseguido, es decir, el producto final que sale a la luz y es contemplado por cientos de personas, es importante, tanto o más lo es lo que hay detrás, pues este belén es toda una lección de esfuerzo desinteresado, de unión vecinal y de amor al pueblo.
Y esta lección es la que hay que extraer después de la clausura de este belén. En unos tiempos en que cada uno va a lo suyo, en que nadie quiere esforzarse por los demás, en que también las relaciones entre los vecinos son cada vez más distantes y en que las responsabilidades de que el pueblo mejore se las dejamos solo a los políticos, los vecinos de nuestro casco antiguo nos dan un ejemplo de que se puede remar contra corriente y de que merece la pena hacerlo.
Esto no quiere decir que todo sea de color de rosa y que no hayan tenido distintos pareceres, desavenencias o desencuentros, pero lo importante es que todo lo han superado para conseguir la meta propuesta y que el día señalado a la hora señalada todos estaban en su lugar unidos como una piña.
Por todo ello, merecen el reconocimiento y agradecimiento de todos los que nos hemos deleitado al pasar por esa aldea de Belén transportada por un tiempo a este rincón del Valle.
Pero, a este sentimiento de gratitud, hay que unir una reivindicación que más de una vez he esbozado, y es la necesidad de llevar a cabo poco a poco un Plan de Rehabilitación y Embellecimiento del casco antiguo.
Tenemos dos factores muy importantes, el encanto de sus callejuelas con su laberíntica orografía y la disponibilidad de sus vecinos, gentes activas y comprometidas con su pueblo.
Con esos dos ingredientes y con unos recursos económicos que no tienen por qué ser muy abultados, se pueden ir haciendo actuaciones que pongan en valor, como se dice ahora, este rincón tan entrañable del pueblo. Ya se comenzaron a poner macetas en diversos rincones y eso es un buen paso; ahora habría que estudiar el cambiar los rótulos de las calles (no los nombres), señalizar algunos lugares emblemáticos (casa de don José Vargas, de D Antonio el Pioto, antigua mezquita…), encalar las fachadas más deterioradas, realización de algunos actos socioculturales, … y otras posibilidades de actuación que hagan que este entorno se convierta en otro foco más de atracción para los que aquí vivimos y para los que nos visitan de fuera que podrían tener este punto como final de un recorrido por el casco urbano, un recorrido que comenzaría en el teatro Cervantes, seguiría por la Ermita, bajando a la iglesia de San Pablo y acabando en este barrio laberíntico salpicado de pequeños rincones y pendientes, un barrio al que debemos algo tan importante como el comienzo de una historia, nuestra historia.
FUENTE: https://abarandiaadia.com/art/11124/el-ejemplo-de-un-belen
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