En estos días del año, los rayos de sol penetran el corredor del sepulcro, iluminando la cámara circular que llegó a acoger los restos de hasta 109 personas enterradas con multitud de amuletos y objetos de valor, según la oficina de turismo de Almendralejo. El espectáculo de luz se ha convertido en todo un evento cultural. Locales y aficionados a la arqueología se reúnen durante el primer sol de la mañana (de 09:00 a 10:30) para contemplar el sepulcro iluminado. «Es por su orientación», afirma Isabel García (55 años), responsable de la oficina de turismo de Almendralejo y participante en la excavación de Huerta Montero.
El lugar donde ahora mismo se encuentra el yacimiento no era más que un viñedo en el año 1988. García cuenta que, en aquel entonces, «un señor que estaba vendiendo un tractor a otro mostró que el vehículo funcionaba metiendo el arado en la tierra, de forma que movió una piedra de gran tamaño.» Es importante resaltar que el suelo de la comarca de Tierra de Barros, en Extremadura, «es de arcilla y caliza. No hay piedras grandes». Fue a partir de ese momento cuando se formó una cuadrilla de arqueólogos que de forma voluntaria excavaron Huerta Montero cada fin de semana durante dos años.