POR ANTONIO MARÍA GONZÁLEZ PADRÓN, CRONISTA OFICIAL DE TELDE (LAS PALMAS).
Cuando hablamos o escribimos sobre el actual Templo de San Juan Bautista de Telde, siempre nos invade la sensación de habernos dejado algo atrás. Un edificio tan singular como éste, no deja de sorprender.
La sociedad actual está acostumbrada a la inmediatez de los actos humanos. Por ejemplo, cuando un edificio se comienza a construir, lo primero que se hace es colocar, en un lugar bien visible, las características del mismo, destacando entre todas ellas la fecha de inicio y conclusión de las obras. En el pasado, nadie se hubiese atrevido a predecir cuándo se terminaría una casa, un estanque o una iglesia. Eran tantos los factores que debían concurrir para alcanzar el fin deseado que las gentes iban al golpito. Así San Juan Bautista de Telde empieza su andadura constructiva en torno a 1484-85 y corona las mismas sobre 1550. Entonces, nuestro Templo Matriz podía albergar gran parte de la población de la nueva ciudad (que entre mujeres-hombres libres y esclavos no superaría los dos mil habitantes). Constaba con tres naves, siendo la central dos veces más ancha que las colaterales. En la cabecea del templo lucían tres capillas: La principal o mayor (ocupada por el Altar Mayor y el Retablo Gótico-Flamenco); la llamada de Las Tablas de la Virgen (Altar y Tríptico de pincel de La Adoración; además de su gemela la nominada como la de San Bartolomé con su flamante políptico de La Virgen, Apóstoles y Santos). Así nos imaginamos cómo aquellos teldenses del siglo XVI vieron y disfrutaron de este recinto sacro, en cuyas tres capillas principales reinaba el Arte Flamenco.
A finales del siglo XVII y muy principio del XVIII, se levantaron sendas capillas dedicadas a San Ignacio de Loyola y otros Santos Jesuitas (San Estanislao de Koska, San Luis Gonzaga, San Francisco de Borja y San Francisco Javier) y también, la de Nuestra Señora del Rosario.
Ni decir tiene que como era costumbre, el templo debía poseer igual número de sacristías, es decir: cinco. La mayor y principal y otras menores. El Baptisterio, así como algunas construcciones aledañas, fueron parte del primigenio edificio y todo ello se concluyó tras reformas de los siglos XVIII, XIX y añadidos de principios del XX (torres gemelas neogóticas de la fachada principal). Así se daba por acabado lo que comenzó cinco siglos antes.
Pero aún con todo lo explicado, la feligresía teldense guiadas por los llamados Mayordomos de Fábrica, Cofradías y Curas Beneficiados no cesaron en proveer bienes muebles tales como: Altares, retablos, púlpito, reclinatorios, escaños y demás asientos, que venían a decorar de manera utilitaria todo su interior.
Las diferentes advocaciones se fueron sumando de forma paulatina a aquellas de finales del siglo XV y principios del XVI (Imagen del Santo Cristo de Las Misericordias, también llamado del Altar Mayor o de Telde). Así, aparecieron varios San Juanes Bautistas (hasta tres), San Bartolomé, San Ignacio de Loyola, San Amaro, San Pedro Mártir de Verona, Nuestra Señora del Carmen y Nuestra Señora del Rosario, Nuestra Señora de La Soledad y muchas más que, a través de los siglos, fueron ocupando nichos y peanas a lo largo y ancho del lugar.
Pero… vayamos al grano. Releyendo por enésima vez la magna obra del Dr. Don Pedro Hernández Benítez, Telde, sus valores: Arqueológicos, Históricos, Artísticos y Religiosos (1958). Y revisando sus notas manuscritas, nada dice destacable sobre los dos retablos neoclásicos existentes en nuestra Basílica. ¿Puede eso atribuirse a un despiste de nuestro investigador local? Sinceramente, creemos que no. Conociendo la particular forma de pensar de nuestro intelectual, tenemos constancia que no era dado a alabar la contemporaneidad. Es decir, se tenía por defensor de lo antiguo, amaba tanto el pasado aborigen de las Islas, como las etapas castellanizantes del gótico y el barroco, pero el neoclásico no era plato de su gusto. Así, obvió los dos retablos que de ese estilo se muestran en las capillas, hoy llamadas de San José y, la hasta hace poco, conocida por del Sagrado Corazón de Jesús, hoy trocada por de Nuestra Señora de La Soledad (que no de Los Dolores como algunos intentan rebautizar.
Si mi memoria no me juega una mala pasada, ¡Espero que no! Sólo hace alusión a ellos como sustitutos de otras obras de Arte, que como ya hemos dicho, procedían de Flandes (actual Bélgica).
Centrémonos en los retablos neoclásicos y primeramente digamos que están hechos, en su totalidad, de madera, luciendo efectos de jaspe y mármol, gracias a los colores que el artista decimonónico sobrepintó. Pero ¿A quién se debe la paternidad de tan bellos ejemplares del nuevo clasicismo? El doctor don Domingo Martínez de la Peña y González, en una visita a Telde con los alumnos de la Segunda Promoción de Arte de la Universidad de San Fernando de La Laguna, acontecida en 1984, ya intuyó que estas dos obras podrían atribuirse o bien a don José Luján Pérez o a su aventajado discípulo y maestro de las artes escultóricas Fernando Estévez de Salas (La Orotava, 3 de abril de 1788- San Cristóbal de La Laguna, 14 de agosto de 1854).
Hace unas semanas en la Villa norteña de La Orotava, Tenerife, se dictó una excelente conferencia a cargo del prestigioso y siempre bien documentado historiador del Arte, el doctor don Juan Alejandro Lorenzo Lima, biógrafo de Estévez. En ella nos habló largamente del Tabernáculo de Nuestra Señora de la Concepción de La Orotava, excelsa obra en mármoles del italiano Giuseppe Gaggini que la envió desde Génova al Puerto de la Cruz en 1823. La expectación tuvo que ser enorme, entre los vecinos de la Villa, no digamos cuando unos meses más tarde, ya montado en aquel lugar preferente del Templo, se hizo notar como una de las más bellas obras de Arte jamás contempladas en el Archipiélago. Pues bien, el profesor Lorenzo Lima afirma y nosotros con él que la obra de Gaggini indiscutiblemente sirvió de modelo para que don Fernando Estévez realizara unos años más tarde los retablos neoclásicos de San Juan Bautista de Telde.
Dice la tradición, sin que ésta se base en documento alguno, que Telde quiso imitar a La Orotava, pero con menos recursos, queriendo tener también su propio tabernáculo, pero éste al ser levantado tras el arco toral del presbiterio, quitaba la vista que los fieles tenían sobre la Santa Imagen del Cristo del Altar Mayor, por lo que se optó en cortarlo en dos mitades, colocando cada una de ellas en las capillas colaterales de la cabeza del Templo. Como digo, ésto no es creíble por la propia configuración de los retablos actuales.
Desde la primera mitad del siglo XIX hasta ahora, han pasado casi dos centurias y dichas obras artísticas han cumplido fielmente con su función, no tienen el dorado de los retablos barrocos allí existentes, pero no desdicen en belleza, a pesar de su austero trazos neoclásicos. Debemos admitir que era la moda del momento y su contemporaneidad fue ejemplarizante. Más tarde, cuando se vinieron abajo los techos de las tres naves, para volver a cubrir el templo se optó por tres falsas bóvedas, para la nave central de cañón o medio punto y para las colaterales rebajadas, utilizando de nuevo el neoclasicismo como base constructiva ideal.
Desde aquí hacemos una llamada a la Dirección General de Patrimonio Cultural del Gobierno de Canarias para que acometa la limpieza integral de ambos retablos, ya que décadas de descuido, polvo en demasía y humos de miles de velas devocionarias, han ennegrecido sus nobles cúpulas. Ahora hay una oportunidad única, ya que un renombrado restaurador, trabaja desde hace unas semanas en el mantenimiento del Retablo Gótico-flamenco. Con ese mismo profesional, los andamios adaptados y la generosa contribución del Gobierno Autónomo, bajo la supervisión del Cabildo de Gran Canaria, se podrían rescatar y volver a su antiguo esplendor, esas dos joyas del Arte del gran Fernando Estévez de Salas ¡No perdamos la oportunidad! ¡Valentía y decisión!
La Basílica Menor de San Juan Bautista de Telde, por su importancia histórica bien merece, atención. Sería loable que en ella se realizara una restauración integral y por tanto planificada del edificio en sí y de su riquísimo Patrimonio pictórico y escultórico, a la manera que ya se ha hecho cono otros templos canarios, tal es el caso de La Concepción de San Cristóbal de La Laguna, La Santa Iglesia Catedral de la misma ciudad tinerfeña, La Santa Iglesia Basílica Catedral de Canarias (También conocida por su advocación a Santa Ana) en Las Palmas de Gran Canaria, La Basílica de Nuestra Señora del Pino, en Teror. Y La Iglesia y Santuario Diocesano de Santiago en Gáldar.
Todos sus Ayuntamientos han obrado en consecuencia, como también lo han hecho sus Obispados y las respectivas parroquias o Cabildos Eclesiásticos. Las actuaciones más que necesarias, en el caso de San Juan de Telde, urgen de la ayuda decidida del Gobierno de Canarias y del Cabildo, que nos consta están deseosos de involucrarse en el tema, como ya vienen haciendo de forma parcial en los últimos años.
Reflexión del cronista oficial de Telde, Antonio María González Padrón, licenciado en Geografía e Historia.
FUENTE: https://teldeactualidad.com/art/158412/dos-retablos-neoclasicos-en-la-parroquia-matriz-de-telde