POR MIGUEL FORCADA SERRANO, CRONISTA OFICIAL DEL PRIEGO DE CÓRDOBA (CÓRDOBA)
A mediados del siglo XX, “Las Marrojas” era un paraje de población diseminada; ocho o diez cortijos tal vez, situado en el término municipal de Algarinejo, muy cerca del límite con el término de Priego. Como ocurría en aquella época en algunas zonas rurales, las condiciones de vida eran muy duras (pobreza y a veces hambre) debido a la baja rentabilidad del trabajo en el campo y a la falta de equipamientos y servicios públicos.
En las Marrojas, concretamente en el cortijo llamado “La Pelleja” nació Aurora Jiménez Matas hacia 1944 en una familia que llegó a tener 12 hijos. No había escuela; Aurora aprendió malamente a leer y peor a escribir, siguiendo las indicaciones de su abuelo o de alguno de sus hermanos. Los padres de Aurora lograron sacar adelante a tan numerosa prole trabajando no solo en el campo, sino en otros oficios ya que Fermín Jiménez Bermúdez, el padre (al que llamaban en Priego “Fermín el de las aguas”), logró cierta reputación como “zahorí” buscando y encontrando en la comarca manantiales subterráneos para los que luego construía pozos. Aurora también se siente orgullosa de su madre, Leocadia Matas, que había nacido en otro cortijo perdido entre Montefrío y Priego, con la desgracia añadida de que a los 5 años quedó huérfana de madre, con su padre y un hermano pequeño, solos los tres en aquel cortijo. Pero a los 17 años se casa con Fermín “el de las aguas”, y todo empieza a ir mejor: “Mis padres nos criaron a los 12 hijos con mucho cariño y con mucha inteligencia”, nos cuenta Aurora.
A finales de los años cincuenta la familia se trasladó a otro cortijo situado en “el Cuíllo”, muy cerca ya de Priego y en 1965 Aurora contrae matrimonio con Ángel Serrano Serrano, marchando poco después a Cataluña tal como en aquellos años hicieron varios miles de prieguenses. Tras fijar su residencia en San Cugat del Vallés, su esposo trabajó como maestro albañil y posteriormente en una empresa de fabricación de motores diesel, mientras que ella se empleaba en trabajos esporádicos como la costura o el cuidado de niños pequeños, hasta que en el año 2000 queda viuda con 56 años.
Es en este momento cuando Aurora va a descubrir cosas que llevaba dentro desde niña, pero que nunca había tenido la oportunidad de encontrar. Para superar la repentina soledad a la que se ve sometida, se inscribe en un taller de manualidades que convoca la Casa de Cultura de San Cugat, e inmediatamente se da cuenta de que lo que se le da mejor y lo que más le gusta es la pintura; inicia así un aprendizaje en el que reconoce como maestras a Roser Cabrerizo y a Palmi Bové; desde el principio destaca entre sus compañeras por su intuición y habilidad en el uso del color, siempre vibrante y llamativo en sus cuadros. Declarándose autodidacta y rebelde, afirmaba entonces: “Yo no dibujo, pongo los colores sobre la tela y poco a poco va surgiendo la forma, la figura”.
Participa en exposiciones colectivas en Granja Monserrat, Pescadería Ribera Manero, en La Lionesa y en la Casa de Cultura de San Cugat, entre otras. En 2011, destacando entre muchas aspirantes, realiza una exposición individual en “Carnicería Tubau”, para la que se edita un catálogo de 16 páginas a todo color.
En 2018 Aurora vuelve a Priego donde vive actualmente en una casa desde cuyas ventanas se divisan muy bellos paisajes.
Descubrí a Aurora Jiménez a través de un cuadro colgado en la pared preferente del bar restaurante “La Tabernilla”. La visité después en su casa cuyas estrechas paredes están pobladas de cuadros con firma propia; entendí inmediatamente que merecía darse a conocer en Priego ya que, a su edad, Aurora sigue viviendo íntima e intensamente la pintura. En la pared que hace de cabecera a la cama en la que duerme, ha pintado un paisaje directo y cercano de intensos colores; otras paredes de su casa también han sido trasformadas en puro arte creado por ella. Lo confieso: pocas veces he visto algo así…
Es cierto que algunos de los cuadros seleccionados para esta exposición, son versiones o recreaciones realizadas por Aurora, sobre obras originales de los mejores pintores del siglo XX. Pero esto no anula el valor de la colección que presentamos, ya que en estas versiones, la originalidad del nuevo enfoque, la armonía de los colores y otros valores artísticos, la colocan a un nivel verdaderamente admirable.
Sí. Aurora Jiménez: pasión por la pintura.
Miguel Forcada Serrano
FUENTE: EL CRONISTA