VA DE LAGARTOS “LAGARTOS” EN LAS IGLESIAS ¿UNA CURIOSA COINCIDENCIA?(PARTE 3)
Ene 19 2024

POR PEDRO SÁNCHEZ NÚÑEZ, CRONISTA OFICIAL DE DOS HERMANAS (SEVILLA) 

Se trata casi siempre de leyendas arquetípicas, algunas de las cuales responden a reinterpretaciones de mitos de la Hispania Prerromana, como los que aluden a la simbología de la muerte y de la resurrección. De entre sus características destacaban las de vivir durante el día oculto bajo la tierra, salir por la noche para atacar a personas y animales domésticos e incluso alimentarse de los cadáveres enterrados en el cementerio.

Pero otra explicación más simbólica haría referencia a la muerte de la bestia por intercesión celestial, en estos casos cerca de la iglesia en la que se exhibe.

EL LAGARTO DE LA CATEDRAL DE SEVILLA

Ortíz de Zúñiga y Gestoso (Sevilla Monumental y Artística, Tomo 2ª, pp. 99 -100 Sevilla 1890), entre otros, cuentan que en 1260 el Sultán de Egipto, Almalec Almodafer Almoezzi, envió a Sevilla una lucida  embajada para iniciar relaciones comerciales y políticas y estrechar lazos a un mayor nivel con la

petición de la mano de Doña Berenguela, hija mayor del rey  Alfonso X “El Sabio”, trayendo importantes regalos entre los que destacaban un cocodrilo, una cebra, una jirafa, y un colmillo de elefante.

Esta pretensión obtuvo el rechazo de Doña Berenguela. El Rey, preocupado por la comprensible negativa de su hija, dio toda clase de explicaciones a la embajada egipcia, correspondiéndoles con numerosos presentes para el Sultán. Los animales que traía la representación se quedaron en Sevilla donde murieron. El cocodrilo, disecado, junto con el colmillo de elefante, mas el freno de un caballo y una vara de mando, que según Gestoso dicen que fue la del primer Asistente  o el Alguacil mayor de Sevilla, fue colgado en la nave existente en el Patio de los Naranjos, junto a la Puerta inmediata a la Giralda con fachada a la Calle Placentines. Esa Puerta desde entonces es conocida popularmente como Puerta del Lagarto, y con este nombre figura en el libro de fábrica de la Catedral, de Sevilla, donde consta que en documentos anteriores a 1400 a dicha nave ya se la conocía con el nombre de Nave del Lagarto. 

Gestoso dice que en 1694 se descolgaron el lagarto, colmillo, freno y vara para arreglar y blanquear el sitio y “solo se limpiaron del polvo para volverlos a colocar sin alterar nada de la primitiva forma en que permanecieron siempre ni se les añadió adorno alguno por no mudar ni tocar en tan venerables antiguallas”. Y dice que así termina el papel que puso don Juan de Loaysa en la boca del lagarto, con noticias del origen de estos objetos, indicando que “en el lagarto por la parte de arriba dentro de él se hallará otra memoria como esta, puesta y escrita una y otra por mano de don Juan de Loaysa, Presbítero y Canónigo de esta Santa Iglesia y natural de Sevilla, que siendo mayordomo de fábrica porque no pereciesen estas curiosas noticias las sacó de los dichos libros y papeles…”. 

Otra memoria sobre el particular es la de Sandier y Peña (Adiciones al Teatro de Espinosa), que dice que “le pusimos a esta nave el nombre de la del Lagarto y permanece hoy su efigie para perpetua memoria hecho de madera hace ahora 50 años a causa de haberse corrompido con el transcurso del tiempo el cutis propio de dicho animal que pendía allí”  

El cocodrilo que sigue colgado en esta nave del Patio de los Naranjos junto con los demás símbolos originarios,  es de madera desde hace siglos, en sustitución del disecado, que se fue deteriorando con el paso del tiempo. Gestoso concluye que “quieren otros que todos los citados sean símbolos de las virtudes teologales, pero en nuestro concepto no son más que ofrendas de los devotos que acudían a visitar las imágenes, tan veneradas, de los Reyes o del Pilar: inclina a pensarlo así también la noticia de un curioso sevillano (Sandier…) que al hablar de estos objetos, dice: ‘Como también permanecen otros despojos de captivos como cadenas y esposas y otras memorias…”. 

Es lo cierto que ahí siguen, colgados del techo de la nave, estos históricos recuerdos de siglos, llamando la atención de los visitantes.    

EL “LAGARTO”  DE CONSOLACIÓN

El Santuario de Nuestra Señora de Consolación de Utrera atesora un cúmulo de historias devotas y un tesoro de arte que lo convierten en una de las joyas mas preciadas de la Ciudad. Dos nombres figuran en lugar de honor de esta devoción, que desde su modestos orígenes  ha trascendido al mundo entero: Marina Ruíz, que trajo a Utrera la imagen, de autor desconocido,  a principios del siglo XVI y la legó al Monasterio de la Antigua, desgraciadamente demolido y que ocupaba lo que hoy día es un solar de aparcamiento en la esquina de la calle Álvarez Quintero (el Arroyo de toda la vida) y la Avda. María Auxiliadora (la Vereda).  

CONTINUARÁ…

FUENTE: EL CRONISTA

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