Decía Constantino Cabal que San Antonio Abad, más conocido como San Antón, «no era santo de comercio, ni de industria, ni de minas, ni oficinas… que era santo de campo libre y de horizonte profundo». Lo decía el Cronista refiriéndose a la fiesta campesina que celebraban en Moreda, «fiesta clara, fiesta viva, fiesta de epigrama y égloga, fiestas de gaita y tambor…» y como este santo es el patrón de los animales domésticos, los vecinos alleranos le llevaban en ofrenda lacones prometidos en momentos de intranquilidad, cuando algún cerdo se les ponía enfermo o no engordaba lo suficiente para llegar rollizo a las fechas de la matanza entre San Martín y la Candelaria. De ahí le viene el apodo de «Llaconeru», aunque bien podría serlo para diferenciar el apodo del otro San Antonio, el de Padua, al que rezan las mozas solteras y que es conocido como el santo casamenteru.
Es curiosa la trova recogida por el padre del pintor Manolo Linares, que nos contó alguna vez en Navelgas y que en voz de un vaqueiro decía así:
«Quiérote tantu, queridu Santu / Santu queridu, miou San Antón / que si me sanes la mió gorrina / you te prometo mediu perrón. Hai muiti tiempu la probitina / nin la farina me quier comer / Santu queridu, per la perrina / non me la dexes morrer…
Ya la vaqueira col so vaqueiru / beicha que beicha con devoción / pasou el día d’aquetcha fiesta / ya non acordouse de San Antón.
¿Y la perrina? La probe gocha / morriou de fame, ya que fecho bien / mandoiche el santu que se morriese / pa que lo viesen los que non creen.
En La Foz, coincidiendo con esta fecha, resaltan los nabos con el pote antiquísimo que antiguamente elaboraban el martes de Carnaval con oreja de cerdo, con tocino, con chorizo y con morcilla, condimentándolo de lunes. Y ya de martes, cualquier persona que pasase por delante de alguna casa y notase el olor característico, tenía derecho a preguntar:
–¿Y ese olorcillo, patrona… es que hay nabos, verdad?
Había nabos, por supuesto, y la patrona invitaba a comer un platín al preguntón, según contaba María Isabel Álvarez Fernández, vecina de Busloñe, en San Sebastián de Morcín.
Los tiempos han cambiado, pero en el frío valle morciniego siguen elaborando –adelantándose a carnestolendas– esta marmita precolombina que decía José María Busca Isusi, manjar de nabos bien acompangado, no como los de «La lozana andaluza», que sabía hacer nabos sin tocino y con comino. Luego, los callos, les casadielles y el queso de afuega’l pitu. Llegado este punto ya sobran las ropas de abrigo necesarias viendo o participando en la procesión del Santu en la fría mañana en La Foz, entre estruendosos palenques que retumban con fuerza en el valle, celebración ahora refrendada por los entusiastas miembros de la Cofradía Amigos de los Nabos, que hacen de San Antón el santo patrón gastronómico de la entidad, y con ello, fraternal encuentro en La Foz de Morcín.
FUENTE: https://www.lne.es/centro/opinion/2024/01/19/san-anton-pote-97089751.html