POR JOSÉ LUIS ARAGÓN PANÉS, CRONISTA OFICIAL DE CHICLANA DE LA FRONTERA (CÁDIZ)
Una de nuestras industrias desaparecidas, la conservera de atunes, tuvo sus inicios en la península de Sancti Petri, el 20 de enero de 1880, durante la Restauración borbónica, siendo alcalde de la ciudad, Félix Martínez Domínguez. En aquel día, se firmó la escritura de arrendamiento de diez mil metros cuadros cuadrados, por un importe de 3.250 pesetas anuales, y un periodo de nueve años, entre Wenceslao Rahola Rubie, de Cadaqués, y la familia Gómez de Humarán Cañizares, propietaria del terreno. El motivo del arrendamiento era el de construir una fábrica de conservas de atún.
La industria, pronto se convirtió en próspera para sus arrendadores. El nombre de las conservas de atún de Sancti Petri era sinónimo de calidad. Así, durante 84 años, la almadraba y la fábrica estuvieron funcionando, pero en marzo de 1972 el Consorcio Nacional Almadrabero, propietaria entonces del complejo industrial, tomó la decisión de cerrar ambas. Al año siguiente, se disolvía el Consorcio en Madrid ante el notario Rafael Núñez de Lagos. Y, el 2 de agosto, se vendían diez fincas del Consorcio por valor de 25 millones de pesetas a una empresa, Sancti Petri S. A., constituida tres días antes.
Actualmente, en la entrada de la península de Sancti Petri, hay una estatua que representa y recuerda al mítico Hércules, protagonista de nuestra más arcaica leyenda: el robo de los bueyes al rey Gerión. Y, debajo, en los pies del héroe divinizado, atunes: dos símbolos de nuestra cultura, de nuestra historia trimilenaria.
Bibliografía:
-BOHÓRQUEZ JIMÉNEZ, D. (2000): “Sancti Petri, de ayer a hoy”. Fundación Vipren. Impr. Alograf, S.L. Chiclana de la Frontera.