POR GUILLERMO FERNÁNDEZ RABADÁN, CRONISTA OFICIAL DE VILLAS DE LA VENTOSA (CUENCA).
Un año más se celebró en Culebras la antiquísima procesión de san Sebastián. Con orígenes medievales relacionados con las epidemias que asolaron Europa y que diezmaron considerablemente su población, la Alcarria conquense no fue una excepción y sufrió también su terrible mortalidad. La tradición oral cuenta que en la cercana aldea de “el Val”[1] sufrieron un grave brote de peste y las gentes de Culebras fueron a socorrerles, contagiándose por ello. Ante esa situación solicitaron la ayuda de san Sebastián y realizaron sahumerios con ramas de sabina en las puertas de sus casas para que el humo entrase en ellas y las desinfectase, consiguiendo sobrevivir algunos de ellos, antepasados de los que siglos después siguen conservando esta interesantísima tradición. Al parecer, los pocos supervivientes de El Val donaron sus bienes al pueblo de Culebras en agradecimiento al auxilio prestado, pasando a unirse ambos términos.
La procesión de san Sebastián requiere de unos preparativos previos, ya que unos días antes del día 20 de enero los vecinos se desplazan al monte cercano para cortar las ramas de sabina que posteriormente se quemarán en las puertas de las casas, de la iglesia y durante la procesión.
La noche anterior a la procesión los vecinos dispusieron como todos los años las hogueras frente a las puertas de las casas para que ese humo sanador entrase en ellas.
Ya por la mañana, frente a la entrada de la iglesia parroquial, se colocaron cuidadosamente las ramas de sabina para envolver a este acto religioso de un humo “mágico” que hace esta celebración tan especial. En función de la orientación del viento que haya el día del acto, ese humo entra en el interior del templo, sucediendo esto último si viene del sur o del oeste.
Al comienzo de la procesión, los vecinos se disponen a subir en hombros con orgullo la imagen de su patrón san Sebastián, talla del escultor conquense Fausto Culebras, natural de Gascueña. La antigua imagen del santo que existió en Culebras fue realizada en 1585 por el escultor flamenco Giraldo de Flugo, siendo pintada por Juan Gómez. Esta escultura que había sobrevivido a la Guerra Civil parece que se quemó en un incendio que tuvo lugar en la iglesia parroquial en los años cuarenta del pasado siglo.
Durante el recorrido por las calles de la población, el párroco de Villar de Domingo García, Noheda, Valdecañas, La Ventosa, Bólliga y Culebras don Juan María Sellas Vila dirige la procesión con entusiasmo realizando diferentes oraciones a las que acompañan los asistentes
En esta imagen se puede observar el paso de la procesión con la presencia de don Julián Lucas, alcalde de Villas de La Ventosa, municipio del que forma parte Culebras.
Para finalizar esta celebración en la que vecinos, autoridades y el propio santo se ahumaron con este humo purificador, tuvo lugar una estupenda caldereta de la que todos ellos pudieron disfrutar.
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