POR DAVID GÓMEZ DE MORA, CRONISTA OFICIAL DE LA PERALEJA, DE PIQUERAS DEL CASTILLO, VALDEPINO DE HUETE, SACEDA DEL RIO Y CARECENILLA (CUENCA).
Entre la documentación vinculada con nuestros antepasados de Verdelpino de Huete, será frecuente ver referencias a la ermita, eras y fuente de Santa Ana, como también de otra construcción de similares características dedicada a San Blas. Una advocación con un enorme apego durante el siglo XVII, tal y como se aprecia en un testamento de 1656 (AMH, caja nº8), en el que Juan Fernández de Alcázar y su mujer María Muñoz, mandan a la referida ermita de San Blas un total de cuatro reales el día de la festividad de San Cristóbal. Recordemos que en el pueblo ya existía una cofradía dedicada a este santo, habiendo por ello un arraigo muy profundo con dicha advocación.
San Blas era un santo muy querido por ser considerado el abogado y protector contra dolencias y males de garganta, tan frecuentes en una zona fría como la que nos ocupa, y al que se le recurrirá con mucha urgencia cuando pulmonías y enfermedades respiratorias achacaban a nuestros ancestros. En este sentido, era muy habitual que además de alguna procesión y visita al ermitorio dedicado al santo, se repartiera el característico pan bendecido, que como sabemos por tradición oral, era conservado en los hogares para proteger a sus inquilinos.
Otra de las creencias vinculadas con San Blas, era la de guardar la vela que durante las festividades de esas fechas era bendecida por el párroco, para así emplearla no solo como un elemento protector en la vivienda, sino para pasarse cerca de la garganta de las personas que padecían molestias, recordándose las velas que la tradición relata que una mujer le llevó al santo hasta su celda oscura.
Veremos como San Blas gozaba de mucha devoción en esta franja de la Alcarria optense, pues solo hay que apreciar como todavía a día de hoy en localidades cercanas como La Peraleja, la ciudad de Huete, u otros espacios de la zona, la devoción sigue manteniéndose entre los vecinos. Sabemos por ejemplo que en la población optense estaba extendida la creencia de que quien bebía cerca de la fuente donde se hallaba este ermitorio, podía sanar enfermedades relacionadas con el dolor de garganta, de ahí que fue costumbre muy arraigada el visitar antaño ese lugar con botijos en los que se recogía el agua, para así dar de beber a las personas con problemas de salud.
Verdelpino no hemos de olvidar que siempre fue una localidad en la que además del uso como en la mayoría de los lugares que se le daba a determinadas plantas por sus respectivas propiedades curativas, complementaba estas creencias con la recolección de las pieles de determinadas culebras, junto con el agua de muchos de sus manantiales o fuentes (más de veinte en tiempos del geógrafo Tomás López), a los que en ocasiones se les asignaban diferentes tipos de usos medicinales.
Y es que por norma general, aquellas ermitas ubicadas alrededor de una fuente, y como en el caso que nos ocupa, veremos bajo la advocación de Santa Ana, se decía por ejemplo que su agua era muy buena para las mujeres que se encontraban embarazadas o debían de dar a luz.
No cabe duda que Verdelpino de Huete es un enclave que históricamente ha gozado de una abundante presencia de manantiales, lo que le ha servido para caracterizarlo respecto otros de la zona, tal y como se desprende en las mismas informaciones geográficas del antes referido Tomás López, quien ya remarca esta característica.
Nosotros consultando documentación presente en el archivo municipal de Huete, entre los siglos XVII y XVIII hemos comprobado más de veinte fuentes que se adscriben al territorio de Verdelpino de Huete, y que a continuación pasamos a mencionar, para que uno pueda hacerse una idea de la cantidad de espacios de su término municipal en los que había presencia de este recurso esencial para la vida, y que dependiendo del lugar en el que se encontraba, los nativos le atribuían una serie de características para determinados usos. Estas fuentes son la del padrillo, la fuente el espino, la fuente la teja, la fuente el rey, la fuente la rana, la fuente la puerca, la fuente el ciego, la fuente de Valliluengo, la fuente el ronco, la fuente somera, la fuente el pinillo, la fuente el álamo, la fuente la calera, la fuente los buitres, la fuente laguna el saz, la fuente de la cepa, la fuente el manzano, la fuente de la hozuela, la fuente de los cermeños, la fuente de Mingo Caro, la fuente de Pedro Pérez, la fuente del portillo, la fuente el prado, la fuente los olmos y la fuente de la cañada (entre otras).
*Nota genealógica: Juan Fernández de Alcázar (hijo de Alonso Hernández o Fernández) y su mujer María Muñoz, eran padres de Catalina Fernández (mujer de José Cano); Juan Fernández (este padre a la vez Pedro Fernández) y Ana Fernández (mujer de Francisco Pérez de Alcázar, y padres ambos de Francisco Pérez Fernández).
FUENTE: https://davidgomezdemora.blogspot.com/2024/01/agua-y-fe-antano-en-verdelpino-de-huete.html