LAS MINAS DEL ORIENTE ASTURIANO
Ene 29 2024

POR FRANCISCO JOSÉ ROZADA MARTÍNEZ, CRONISTA OFICIAL DE PARRES-ARRIONDAS (ASTURIAS)

Cuando hablamos del Oriente de Asturias lo asociamos con sus campos, ríos, montañas y costas, pero no precisamente con las minas cuyos recursos se explotaron durante el siglo XIX y buena parte del XX.

Conserva el Archivo Histórico de Asturias gran cantidad de documentación acreditativa de lo que afirmamos, y vamos a detenernos única y exclusivamente en algunas de las solicitudes que fueron presentadas -entre junio y julio de 1917- con la finalidad de registrar dichas minas como propiedades con destino a explotación.

El 23 de junio de 1917 don José Ovato González -vecino de Oviedo- solicitó registro de cien hectáreas para la mina de hulla a la que llamó América del Sella, sita en La Gallarda, en la parroquia de Fuentes del Concejo de Parres. El punto de partida de la misma se iniciaba en la tapia posterior del cementerio. Su hermano Manuel Ovato solicitó registro para otra mina de hulla -de nombre Hortensia-, colindante con la de su hermano.

Don José de Abego y Sánchez solicitó registro de la mina de hierro de 30 hectáreas y de nombre Renovada, también en las inmediaciones del mismo cementerio. También en ese mes de junio Francisco Berdayes Fuente -vecino de Cangas- registró 35 hectáreas para la mina de hulla a la que llamó Socavón, en las Sierras de Con.

En el mes de julio siguiente encontramos a don Ángel G. Posada, de Gijón, haciendo registro de 48 hectáreas para una mina de hierro sita en Abamia, concretamente en el pueblo de Soto de la Ensertal, a la que bautizó como Golondrón.

Faustino Álvarez de Llaneza, de Cangas, solicitó registrar 20 hectáreas para la mina de hierro Claudi, por encima de la casa donde habitaba don José Zaragoza, a 1 km. de la fuente llamada de Jario.

Él mismo hizo otro tanto con la mina Lola, en Cangas, entre la casa de don José Zaragoza y la Vega de Oñanes; así como 20 hectáreas de la mina de cinabrio y hierro en Las Cabañas de Olicio.

Miguel Morán Villanueva -de Arenas de Cabrales- hace lo mismo para 4 hectáreas de la mina de manganeso Primera-Buferrera, en el paraje de Cueto Lloredo, Las Becerreras, Paze de la Gotera, Fresnedal y Castañedo de Berodia, así como 22 hectáreas de una mina de manganeso de nombre Picos de Europa, en el paraje La Cabreriza y Pozo del Barrero en Cabrales.

El mismo Morán Villanueva solicitó registro para la mina de hulla San Miguel, sita en Tamañán, los Arenales y El Pando, en el pueblo de La Molina, de San Roque del Prado, en Cabrales; así como La Leona, de cobre, en Berodia.

Se reservó registro para mina de hierro Avelina en la Sierra de los Valles, de la parroquia de Mián, así como la Ana María, en río Caliente de Ardisana.

Muy larga sería la relación pormenorizada sólo de los registros hechos en menos de dos meses de 1917, es de imaginar los de varios años.

Curiosos los nombres -generalmente de mujer- que solían ser los de la esposa o alguna hija de los solicitantes.

Todo un mundo de registros que -cual fiebre repentina- desató las pasiones de decenas de personas que vieron en esas explotaciones una puerta abierta a la riqueza personal y familiar.

Firma estos registros un ingeniero jefe y piense el lector que hay 140 cajas de registros procedentes de toda Asturias, lo que da idea de la obsesión por encontrar bajo tierra algo más productivo que las patatas.

Otros nombres y lugares fueron los de Santa Bárbara, en Benia y Bobia de Onís, inmediata a la famosa mina Aurora, así como la de Buen Suceso.

También en Onís aparecen solicitudes para minas con los nombres de Veratrina, Ernesto y Clínica. Un total de 150 hectáreas solicitó en el registro abierto en esas semanas don José Llerandi Palomo, de Sevares, para la mina El Chorrón en La Flecha, Piloña.

Otras más fueron las de hulla de nombre Isadora, en Rozapanera de Espinaredo, o Pedrosa y Amalia, en Piloña, al igual que Alberta, en Ribadesella.

Terminemos con don Amador Llano Corral -vecino de Arriondas- que el 16 de julio de 1917 (fiesta del Carmen en la villa) acudió a Oviedo (o envió a un encargado) con la intención de registrar 21 hectáreas en la “Cuesta de Sardeo, riega del Pozón”, en la esperanza de encontrar hulla en el vecino concejo riosellano.

A don Amador lo encontramos como concejal en Arriondas catorce años después de registrar esa mina (ya que fue elegido en las elecciones del 14 de abril de 1931) y -ya como alcalde parragués desde 1934- vio llegar el mes de julio de 1936, inicio de aquellos terribles años del siglo XX en España con la Guerra Civil.

Registradas estaban ya minas de fluorita como la Mariana, en Cofiño y mina Esperanza en Pandiello, ambas en Parres, al igual que mina El Coriellu, en Llerandi, así como las de Colunga y Caravia o mina Delfina -de cobre- en Ortiguero.

Mercurio se extrajo en Olicio hasta hace cincuenta años. Por supuesto que las minas de Buferrera -en los lagos de Covadonga- fueron protagonistas de muchas vidas e historias y el hierro, el manganeso y hasta el mercurio que se extrajo de las mismas, forman ya parte del acervo común de todo el Oriente de Asturias.

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