CÓCTELES, PASTAS, ORFEBRERÍA… CADA VEZ MÁS COMERCIOS DE LA CAPITAL APROVECHAN EL TIRÓN DEL CÁLIZ DE DOÑA URRACA PARA HACER SU AGOSTO
Cajas que al abrirse mutan en un cáliz y en cuyo interior se alojan pequeñas pastas con forma de copa, exóticos cócteles confeccionados no con sangre real pero que igual regalan unos segundos de vida eterna, pinturas murales, recordatorios de comunión, postales, separadores, vidrieras, bares… y un largo etcétera de productos relacionados con el Cáliz de doña Urraca surgen ‘como griales’ entre el pequeño comercio al abrigo de una copa —otrora famosa— hoy en boca de ‘casi’ todos.
Y es que pese al escaso apoyo que parecen prestarle las instituciones al ‘fenómeno del Santo Grial leonés’, las visitas al Museo de la Real Colegiata de San Isidoro no dejan de aumentar, ni tampoco el interés de propios y extraños por llevarse un recuerdo de la copa, ya sea en forma de imán para el frigorífico o en miniatura y con un toque de chocolate para beberlo y comerlo. Cualquier idea vende y cada vez más comercios de la capital se suben al carro. Sólo en el conocido como Barrio Romántico se alojan hasta siete establecimientos diferentes que hacen alusión al Grial o comercializan productos relacionados con él. Una ‘ruta’ emergente que se extiende a lo largo y ancho de la ciudad sin provocar aún demasiado ruido pero con la firme intención de quedarse ahí quieta mientras el respetable pida más.
Este particular recorrido bien podría arrancar en la calle López Castrillón número 6. Allí se asienta el primer bar —y hasta la fecha el único de León— que directamente le regala su nombre a la sagrada copa que, según defienden los investigadores Margarita Torres, cronista oficial de León, y José Miguel Ortega, podría ser la misma que utilizara Jesucristo en la Última Cena con los apóstoles. Sea o no, el letrero que cuelga a la entrada del local no deja lugar a dudas; ‘El Grial’. «Sobre todo es una forma de promocionar León», aseguran varios de los clientes que ya han convertido en religión su visita diaria. Según cuentan, de cara al invierno está previsto que sirva sopas de ajo en un cáliz de aspecto similar al de doña Urraca.
El camino continúa dirección a la plaza Torres de Omaña, muy cerca ya de la Basílica de San Isidoro en la cual se asienta la copa. En apenas unos metros —calle Fernando González Regueral— las alusiones al Grial se hacen cada vez más patentes con sólo echarle un vistazo a los escaparates o quizá a la carta de cócteles del Café Ékole. Uno de ellos está dedicado por completo al preciado objeto. «Beberlo es placentero aunque la vida eterna que propone sólo dure unos segundos», puntualizan entre risas los responsables del local.
Los amantes del recuerdo ‘de calidad’ no suelen pasar por alto El Escribano, un rincón exclusivo que vive por y para las artes medievales. Su fundador, Antonio Suárez, ya tenía presente al Grial entre sus estanterías mucho antes de que saltase a la fama mundial, porque —como él mismo explica— «el Cáliz de doña Urraca es importante por sí mismo». Recordatorios de comunión, postales, marcapáginas, colgantes e incluso diminutos cálices son algunos de los preciados tesoros que pueden adquirirse en esta tienda, algunos confeccionados por el propio Antonio.
Sólo un número más allá, en el 8 de Fernando González Regueral, está Cepelia Marquetería. En su caso, las referencias a la sagrada copa surgen en forma de separadores o en reproducciones de acuarela. Su dueña, al igual que Antonio, insiste en que al contrario de lo que pueda parecer, la mayor parte de los clientes interesados en ese tipo de productos son leoneses. «Al no ser una calle muy turística, la gente que viene es sobre todo porque nos conoce». Ya con los muros de la basílica como silenciosos testigos, la calle Sacramento acoge el taller de Rosa María Corral, una artesana que realiza reproducciones de pintura mural del Panteón Real de San Isidoro y también del Grial. Los vende en el museo de la Colegiata y también en la hospedería desde hace ocho años. «Es como tener un fresco de la pared con la representación del cáliz», dice.
Un secreto doble
Sabor y Tradición es otra de las tiendas que rodean el entorno de San Isidoro y que también explotan la fama generada por la copa. Sus ‘Griales de León’ escondes dos secretos; la caja, que se convierte en una especie de copa y el contenido, pastas con forma de cáliz de doña Urraca. El mismo formato y contenido puede adquirirse en la cafetería del Colegio de Médicos —plaza de las Cortes— y en La Isla —avenida de los Peregrinos. Los más golosos tienen otro punto de interés en República Argentina, o mejor dicho en la Confitería Asturias, donde desde hace algún tiempo confeccionan pequeños santos griales de chocolate con leche, negro y blanco.
Y aunque seguro que algún sitio se escapa, el recorrido termina a escasos metros de la pastelería. Basta cruzar a la otra acera y adentrarse en Grisallas —calle Villa Benavente 15—, expertos artesanos del vidrio que inmortalizan el Santo Grial leonés en varios formatos. Está claro que la fe del comercio leonés por sus símbolos es capaz de mover montañas.
Fuente: http://www.diariodeleon.es/ – Pablo Rioja