UN CARNAVAL DE LA MANO DEL MUNDO
Feb 15 2024

POR JUAN JOSÉ LAFORET HERNÁNDEZ, CRONISTA OFICIAL DE LAS PALMAS DE GRAN CANARIA (LAS PALMAS)

Hace ya muchos años, allá por 1967, el inolvidable satauteño y catedrático de la Universidad de Sevilla Francisco Morales Padrón, definía a Gran Canaria como la «antigua fragua de Vulcano», aunque ahora «sus fraguas están apagadas o inundadas de flores». Y no sólo era mencionar una hermosísima realidad geográfica y paisajística, sino un símbolo de ese crisol de culturas que, siglo tras siglo, fue la isla, al recibir gentes y culturas de muy diversos continentes y diferentes civilizaciones, que aquí se acompasaron a los tiempos, a nuevas situaciones y al encuentro con otras gentes de distintas procedencias, cuajando todo ello una expresión nueva y sólida que define el alma canaria. Una expresión cultural que ha sido y es punta de lanza de la cultura europea, en esta excepcional encrucijada atlántica, que hace de Las Palmas de Gran Canaria una verdadera ‘capital cultural europea’, por derecho propio y por reconocimiento de gentes y comunidades de los continentes que bordean este océano.

Y el Carnaval que es innegable expresión de cultura, si por ella entendemos, como la concebían los humanistas renacentistas, la «forma de habérnoslas con nuestra realidad», es un compendio de relaciones entre muy distintos pueblos y tradiciones, sobre los que evoluciona y se va transformando y cobrando diversas identidades. Y de todo ello Julio Caro Baroja, en una obra ya clásica para el estudio de estas fiestas, despeja lo que ha surgido en este orbe «pues, un análisis de las costumbres de Carnaval significa adentrarse en la conciencia (o subconsciencia) colectiva de muchos siglos, porque semejantes costumbres se han repetido aquí y allá». Y, como señaló el escritor grancanario Orlando Hernández a propósito del Carnaval grancanario, saber de antemano «que sus orígenes están en las mismas raíces de ese árbol de creencias y supersticiones que forman la cultura greco-romana -de la que beben también Carnavales de toda Europa, en especial los latinos- que con los adimentos de la colonización hispana nos conforma. Añádase a todo ello las reminiscencias de nuestro pasado aborigen, del calor y color de nuestra tierra, de las influencias enervantes de nuestro entorno africano, y ya nos podemos ver uncidos al carro arrollador del Carnaval universal».

El Carnaval de Las Palmas de Gran Canaria, en este agitado y ruidoso 2024, aunque el Carnaval siempre tendrá mucho de ello pues, en siglos pasados, como recordaba Domingo J. Navarro, «las innumerables máscaras recorrían las calles con algazara y entraban en las casas a bailar y participar de los refrescos con que las obsequiaban», y nadie se libraba de aquella temporada «donde reinada la broma y bailaban con los tertuliantes a pesar de la careta» y prolongaban la temporada del Carnaval «lo más que podían», ha optado por un tema y un lema que no sólo es llamativo y oportuno, ‘Los Carnavales del Mundo’, sino que lo conecta con su propia historia e identidad, puesto que el Carnaval grancanario surgió, y se desarrolló a través de los siglos, en diferentes épocas y situaciones, de la mano del Carnaval de muy diversa procedencia y naturaleza, hasta fraguarse en expresiones propias e identitarias en la capital insular y en muchas de sus otras poblaciones. Por ello, ahora, en este febrero carnavalero insular, el Carnaval de Las Palmas de Gran Canaria se reencuentra con mucho de sus orígenes y de lo que, a su vez, exportó a otros lugares en el ser y sentir, en las tradiciones, que se llevaban generaciones de emigrantes. Un Carnaval que, bajo este lema y esta idea, con su más que merecidísimo y oportuno reconocimiento como Fiesta de Interés Turístico Internacional, se convierte en un verdadero homenaje a la universalidad y el cosmopolitismo de esta capital atlántica.

Un Carnaval atlántico, isleño, capitalino, que ya en febrero de 1856 el periódico ‘El Ómnibus,’ en una crónica firmada por José de Villasante, calificaba como fiestas de «necesidad auténtica» para la sociedad insular. Esas vivencias festeras que Josefina de la Torre percibía en su niñez al «mirarnos temblorosos, deseando gritar, dar saltos, pero recogidos en el deseo». Unas vivencias muy enraizadas de las que nunca olvidó como «nos acostaban muy temprano, después de preparar el disfraz en una silla, y nos dormíamos muy tarde, con un sueño agitado, lleno de saltos de carnaval». Un Carnaval que llegó de la mano de costumbres y rituales ancestrales, como los que surgieron en lugares como Bielsa, Huesca, donde ‘Las Trangas’ presume de ser el más antiguo. Un Carnaval con extraños personajes con faldas, camisas de colores, cubiertos con piel de carnero y grandes cornamentas de macho cabrío. En antiguas aldeas y poblaciones de Galicia, con los Peliqueiros de Laza, los Cigarróns de Verín o las Pantallas de Xinzo de Limia, de Castilla con el Carnaval de Tarazona de la Mancha, o los antiquísimos de La Bañeza Cebreros y Ciudad Rodrigo. Y no olvido la presencia de Cádiz, ciudad que tuvo en el siglo XIX una ‘casa regional’ en Las Palmas, pues era creciente el número de gaditanos aquí residentes, dada aquella vinculación de ‘puerto a puerto’, y que a buen seguro trajo también aires de su carnaval. Costumbres ancestrales que también aquí, quizá entremezcladas con las de los antiguos aborígenes, dio expresiones tan singulares y ancestrales como los herreños Carneros de Tigaday, o Los Buches de Arrecife y Los Diabletes de Teguise, en Lanzarote, o, aunque más modernos, Los Indianos de La Palma.

Pero un carnaval que también llegó ya en el siglo XVI de la mano de gustos y estilos italianizantes, que en el siglo XVIII contagió los salones carnavaleros isleños de los vestidos y máscaras versallescas más pomposas, que en el XIX y comienzos del XX recogió el caudal de ideas carnavalescas que traían gentes, propias y foráneas, desde la hermana América. Un Carnaval que, al retomar su impulso a partir de 1976 (aproximadamente) se lleno de todos los vientos de los Carnavales del mundo, y con su arraigada tradición, con su identidad isleña, supo fraguar y ofrecer, a su vez, a todo el mundo un Carnaval renovado, donde tradición y vanguardia se conjugan como la mejor identidad de una isla atlántica y cosmopolita. Un Carnaval que no se perdieron figuras internacionales como el gran compositor Camilo Saint-Saëns, a quién, en los carnavales de 1934, una crónica del periódico Hoy aún le recordaba verle «vestido con una camisa de mujer, como todos sus acompañantes, llorando a coro a moco y baba, en el patio de una casa amiga, porque se iba el Carnaval». Carnaval grancanario esencia de cultura local y del mundo, en los que resuenan versos como los de Alonso Quesada: «¡Pierrot!/ ¡Pierrot y Arlequín, los viejos/ amigos! … (Aún la amistad/ perdura en el tiempo)».

FUENTE: https://www.canarias7.es/opinion/firmas/juan-jose-laforet-carnaval-mano-mundo-20240214231406-nt.html

Add your Comment

Calendario

noviembre 2024
L M X J V S D
 123
45678910
11121314151617
18192021222324
252627282930  

Archivos

UN PORTAL QUE CONTINÚA ABIERTO A TODO EL MUNDO