POR SILVESTRE DE LA CALLE GARCÍA, CRONISTA OFICIAL DE LA VILLA DE GUIJO DE SANTA BÁRBARA (CÁCERES)
El perro es el animal doméstico más antiguo, acompañando al hombre desde el paleolítico y siendo, aunque lo parezca, una pieza fundamental para el paso de las sociedades cazadoras-recolectaras a las sociedades ganaderas y agrícolas.
Como cualquier animal doméstico, el perro está totalmente vinculado al ser humano, del que recibe todos los cuidados necesarios.
Sin embargo, en ocasiones los perros son abandonados y se convierten en perros asilvestrados mientras que, en otras ocasiones, no se les cuida adecuadamente y se les da demasiada libertad, constituyendo en ambos casos un problema grave.
PERROS ASILVESTRADOS.
Con el nombre de asilvestrado se denomina según el Diccionario de la Real Academia al animal doméstico o domesticado que vive en las condiciones de un animal salvaje.
En todo el mundo encontramos ejemplos de animales asilvestrados como conejos, cerdos, ovejas, cabras, caballos, camellos, gatos y también perros.
Los animales asilvestrados consiguen sobrevivir en la naturaleza llegando a reproducirse y prosperar pero, en la mayoría de los casos, ocasionan graves daños desde el punto de vista biológico e incluso económico.
Los perros domésticos (Canis lupus familiaris) descienden directamente de diversas subespecies de lobo (Canis lupus ssp) que fueron domesticados hace miles de años posiblemente de manera simultánea en diversas regiones del mundo, si bien es en Oriente Próximo donde se han encontrado los restos más antiguos de perros absolutamente domésticos.
Han sido, y son, utilizados desde hace miles de años como ayudantes del ser humano en infinidad de tareas siendo además animales de compañía para muchas personas.
Debidamente cuidados y educados, los perros son animales que, en diversas partes del mundo siguen siendo insustituibles para la realización de muchas tareas.
El problema viene cuando los humanos abandonamos a nuestros perros porque no podemos atenderlos o directamente porque nos aburrimos de ellos y los liberamos en el campo pensando por un lado que así estarán libres y vivirán más felices que encerrados en una perrera y por otro lado que con suerte serán adoptados por alguna persona que los encuentre y sienta lástima de ellos.
Si hacemos esto, pueden ocurrir tres cosas.
Lo más fácil es que el perro, tratando de buscar a su dueño o de encontrar el camino de vuelta a casa, cruce alguna carretera y muera atropellado.
Si no es así y permanece en el campo, posiblemente acabe también muriendo a causa del frío, el calor, la lluvia, la nieve, la falta de alimento o atacado por animales salvajes que lo considerarán desde una amenaza a un competidor al que hay que eliminar.
La tercera posibilidad, es que el perro se adapte a su nueva vida y se asilvestre.
Podemos pensar que esto último, es lo mejor que le puede ocurrir al perro puesto que, al fin y al cabo está vivo.
Quizás sea cierto pero para la naturaleza y para la sociedad, es lo peor que puede pasar.
Un perro asilvestrado se convierte en cuestión de semanas un animal con comportamientos similares a los de un lobo pero con la diferencia de carecer de miedo a los humanos por lo que además de ser un peligro para las especies salvajes, constituye también un peligro para los animales domésticos e incluso para el ser humano.
Un perro pequeño que se asilvestre necesitará encontrar pronto algún refugio natural en el hueco de un viejo árbol o entre rocas, en el que podrá permanecer abrigado durante la noche y cuando haga mal tiempo. Si no lo encuentra, siempre podrá excavar una madriguera para lo cual, aunque no lo parezca, los perros son asombrosamente diestros.
Dependiendo de su tamaño, puede convertirse en la presa de otros depredadores como zorros, rapaces o lobos, por lo que deberá estar atento a cualquier amenaza.
Si el que se asilvestra es un perro grande como por ejemplo un mastín, un alano, un podenco de talla grande…u otro similar, la situación es parecida aunque con algunas diferencias.
El perro buscará algún buen refugio o excavará una madriguera en la que refugiarse cuando lo necesite, viviendo tranquilo al saber que, salvo que haya lobos en la zona, no tendrá depredador alguno.
Los perros son animales sociales y tratarán por todos los medios de encontrar compañeros de vida. Pueden ocurrir dos cosas.
Una de ellas es que el perro logre encontrarse con una manada de lobos, cosa cada vez más fácil, pudiendo pasar también dos cosas diferentes: que los lobos lo consideren una amenaza o presa y lo maten o que lo acepten como un miembro más de la manada, siendo esto último lo menos habitual.
En ocasiones, perros y lobas o lobos y perras copulan y traen al mundo ejemplares mestizos que suponen una pérdida de variabilidad genética para las poblaciones de lobos salvajes, lo que es un grave problema desde el punto de vista natural.
También pueden transmitir enfermedades que causen la muerte de los propios lobos.
A veces no encuentran lobos, pero encuentran perros en su misma situación formando verdaderas jaurías o manadas similares a las de los lobos. Si en tales manadas hay individuos de distintos sexos, antes o después se producirán apareamientos y nacimientos de cachorros que, aunque hijos de padres domésticos asilvestrados, serán desde pequeños «auténticos» animales salvajes.
Muchos se acercan a los núcleos de población y rebuscan en los contenedores de basura pudiendo ingerir cualquier tipo de alimento que les ocasione enfermedades graves que les lleven a la muerte.
Sin embargo, en la mayoría de los casos, desarrollan rápidamente el instinto cazador.
Si tienen oportunidad, cazarán pequeñas presas salvajes como conejos, liebres, roedores, perdices, patos, pájaros, reptiles, anfibios…o presas más grandes como crías de corzo, ciervo, gamo, jabalí, cabra montés e incluso animales adultos de estas especies cuando se trate de manadas o jaurías de perros asilvestrados.
Estas presas son difíciles de cazar al haber evolucionado junto a depredadores naturales terrestres como por ejemplo zorros y lobos, por lo que tienen muy agudizados los sentidos de la vista, el oído y el olfato y huyen cuando se sienten amenazados e incluso atacan si no pueden escapar.
Esto constituye un serio problema cuando los perros depredan sobre especies protegidas o sobre aquellas especies sujetas al aprovechamiento cinegético racional por parte del ser humano.
En el primer caso, supone una amenaza para la supervivencia de los propias especies y en el segundo caso, supone una importante pérdida económica para los propietarios de los terrenos dedicados a la caza.
Los perros suelen fijarse, no obstante, en presas más fáciles y que oponen menor resistencia, como por ejemplo el ganado doméstico, siendo el ganado manejado en sistemas extensivos, el más sensible a los ataques.
Normalmente, el ganado sale a pastar acompañado por el ganadero y está vigilado por perros pero si algún animal se aleja del rebaño, se queda rezagado por estar débil o una hembra pare en el monte, los perros asilvestrados aprovecharán la oportunidad para atacar, especialmente durante la noche.
Otras veces, el ganado permanece durante largas temporadas solo en el monte y es cuando se producen mayor número de ataques.
En ocasiones, los animales atacados por perros mueren y son devorados por los mismos. A veces es difícil saber si el animal ha sido atacado por lobos o por perros asilvestrados si en una zona conviven ambos animales pero si se trata de un área en la que con certeza absoluta no hay lobos (cosa cada vez más difícil en la España peninsular salvo en zonas del Este y Sur del país), los atacantes serán con toda probabilidad perros aunque la matanza parezca haber sido realizada por lobos.
Los perros asilvestrados que matan un animal, lo hacen para comérselo y no por placer pero muchas veces no pueden devorar el animal entero aunque en ocasiones el ganadero sólo encuentra algunos restos como huesos que impiden saber a ciencia cierta si el animal murió a causa del ataque de los perros o por cualquier otra causa y los perros se limitaron simplemente a alimentarse del cadáver.
Muchas veces los perros no consiguen abatir al animal, bien porque éste oponga una gran resistencia o porque el ganadero y/o sus perros ahuyenten a los perros asilvestrados, pero pueden causar graves heridas a los animales que deberán ser curados por el ganadero o por un veterinario. El ganadero deberá realizar un desembolso importante de dinero en medicinas como antibióticos, antiinflamatorios, cicatrizantes…
Estos ataques o intentos de ataques, causan en el ganado un gran estrés que hace que durante días o semanas, los animales vivan con gran nerviosismo y apenas coman, reduciéndose considerablemente sus producciones y en el caso de la hembras reproductoras sufriendo abortos si están preñadas o quedando horras, vacías o sin preñar si están en época de cubrición.
Al igual que los lobos, los perros asilvestrados atacan con mayor frecuencia a los animales de pequeño tamaño como terneros, potros, cabras, ovejas e incluso cerdos pero en ocasiones pueden atacar también a vacas y yeguas, especialmente en zonas montañosas. Al hacerlas huir, sobre todo si es de noche, las yeguas y sobre todo las vacas pueden despeñarse con gran facilidad y morir decenas de animales.
Algunos perros asilvestrados, al no tener miedo a los humanos como los lobos o los zorros, se acercan a los pueblos en busca de alimento, no dudando en entrar en corrales y matar aves como gallinas, patos, pavos…ocasionando grandes pérdidas al matar un gran número de animales.
Cuando los perros asilvestrados causan tantos daños como los citados, los propietarios de los terrenos afectados y la propia Administración tienen que tomar la decisión de capturar a los perros para que sean debidamente cuidados y puedan ser reeducados para ser adoptados por alguna familia.
Lamentablemente, a veces esto no puede llevarse a cabo y el único recurso posible es el sacrificio de los perros para evitar males mayores.
Aunque estas medidas puedan parecernos abusivas o desproporcionadas, debemos entender que los perros asilvestrados no forman parte del ecosistema en el que viven y que por lo tanto su presencia no es natural.
PERROS SUELTOS.
Un problema similar aunque no tan grave y sobre todo muchísimo más fácil de resolver, es el de los perros sueltos.
Es muy común que quienes tienen perros de compañía en sus casas o pisos, los saquen a diario de paseo por las calles de su pueblo o ciudad para que hagan ejercicio y hagan sus necesidades, las cuales deben ser recogidas convenientemente y depositadas en la basura.
Como en un pueblo o ciudad hay numerosos peligros, estas personas llevan a sus mascotas debidamente atadas con correas o arneses e incluso les colocan bozales si se se trata de perros potencialmente peligrosos.
Sin embargo, en otras ocasiones, cuando estas personas van al campo con su perro, lo sueltan para que pueda correr libremente porque como el campo «es de todos» nada prohíbe llevar suelto al perro.
Esto, en la mayoría de los casos, no es cierto y constituye un gran error.
En muchos montes de toda la geografía española y particularmente en aquellos destinados al aprovechamiento ganadero y/o cinegético, hay carteles que especifican que los perros se deben llevar convenientemente atados.
También puede ocurrir que, en entornos rurales, se mantengan perros sueltos en fincas o en jardines para que actúen como animales de guardia. Sin embargo, se deberá tener precaución para que dichas parcelas estén perfectamente cercadas para que los perros no se escapen.
Todo esto debe hacerse para evitar lo dicho anteriormente al hablar de los perros asilvestrados.
Un perro puede desorientarse y ser incapaz de encontrar el camino de vuelta a casa o puede ser atacado por un animal salvaje. También puede provocar ataques al ganado.
Es preciso añadir, que lo dicho se aplica a aquellos perros considerados como mascotas o animales de compañía pero no puede ser aplicado a los perros de trabajo como por ejemplo aquellos dedicados a la caza y al pastoreo y guardia del ganado.
Estos animales tienen que permanecer necesariamente sueltos para poder realizar la labor que se les encomienda pero el propietario deberá ser responsable de ellos y vigilarlos para que no se escapen ni causen daños a otros animales o personas.
A MODO DE EPÍLOGO.
Los perros son definidos muchas veces como el mejor amigo del hombre pero, al igual que ocurre en el caso de los humanos, la amistad hay que cuidarla y más en el caso de nuestros perros que dependen de nosotros.
Cuidemos a nuestros perros domésticos adecuadamente y evitemos que estén sueltos y por supuesto, no los abandonemos jamás pues ya hemos visto en este artículo que podemos poner en peligro su vida, la del ganado y la de la fauna silvestre.
* NOTA: Ninguno de los perros que aparecen en las fotografías del presente artículo, es un perro abandonado (salvo uno que se especifica en el pie de foto). El resto, son perros domésticos debidamente cuidados y atendidos por sus propietarios.
ENLACES DE INTERÉS:
EL PERRO. DE CAZADOR A PASTOR, MASCOTA Y MUCHO MÁS.
https://elcuadernodesilvestre.blogspot.com/2023/11/el-perro-de-cazador-pastor-mascota-y.html