POR GOVERT WESTERVELD, CRONISTA OFICIAL DE BLANCA (MURCIA).
En el siguiente relato sobre BLANCA, podemos ver que Azorín hace referencia a un cierto Roque Barcía, quien había sido uno de los promotores más importantes del cantonalismo de Cartagena. No sé nada sobre este revolucionario, pero sí mucho sobre el Dr. Manuel Cáceles Sabater, quien era otro revolucionario y en aquellos tiempos un gran experto en el juego de las damas. Aquellos que deseen saber más sobre su apasionante vida, pueden leer mi libro:
https://archive.org/details/2022-167-carceles-sabater
José Martínez Ruiz, más conocido por su seudónimo Azorín (Monóvar, 8 de junio de 1873 – Madrid, 2 de marzo de 1967), fue un escritor español perteneciente a la generación del 98, quien cultivó diversos géneros literarios. En 1902, escribió dos relatos sobre Blanca.
BLANCA (Azorín, 1902) RELATO I.
Llego a las cinco de la madrugada. Estoy anonadado por un viaje de cuatrocientos kilómetros: Me acuesto; duermo; despierto. En el balcón clarean grandes rayos de luz tenue. Y un gran silencio, un silencio enorme, un silencio abrumador, un silencio aplastante pesa sobre mi cerebro. Abro el balcón. El sol refleja vivamente en las aceras; arriba el cielo se extiende en un manchón de añil intenso. La calle está solitaria: de tarde en tarde pasa un labriego; luego, tras una hora, un niño; luego, tras otra hora, una vieja vestida de negro apoyada en un palo…. Enfrente aparece el perfil negruzco de un monte; los frutales, blancos de flores, resaltan en las laderas grises; una paloma vuela aleteando voluptuosa en el azul; el humo de las chimeneas asciende suave. Y de pronto resuena el grito largo, angustioso, plañidero de un vendedor…
Decididamente, estoy en provincias, bien lejos de la Puerta del Sol, bien distante del salón de actos del Ateneo. Y como en provincias se puede salir a la calle cuando el cacique no lo veda, yo salgo a la calle con beneplácito de la autoridad municipal. ¿Dónde ir? No sé; no puedo tomar el tranvía del Retiro, no puedo comprar “Le Figaro”, no puedo curiosear en los anaqueles de Fe, no puedo hablar mal con nadie del último artículo de un amigo…. ¿Qué hacer? Entro en el Casino: un viejo lee “El Imparcial”; otros dos viejos hablan de política.
— Fulano —dice uno- será presidente del Consejo.
-Yo creo —-contesta el otro— que Mengano se impone.
—Dispense usted —observa el primero— pero Fulano tiene más trastienda que Mengano.
—perdone usted —replica el segundo—, pero Mengano cuenta con el ejército.
¿Qué he de hacer yo en un Casino donde se habla de tal ex ministro ó de cual jefe de partido? Voy á una barbería. Las barberías en los pueblos suelen ser democráticas. i La democracia seduce a los barberos españoles! Y en esta barbería el maestro que es un antiguo admirador de Roque Barcia, habla del sufragio universal mientras enjabona á un parroquiano.
—El sufragio —dice el maestro— es la base de la libertad… El pueblo no tendrá libertad mientras los gobiernos falseen las elecciones… ¡ Y las falsearán mientras no haya hombres…
i Ya no los hay!… Roque Barcia ; ¡ ese sí que era un tío! Yo no sé si Roque Barcia era efectivamente un tío; pero sospecho que en una barbería donde se admira al autor de un “Diccionario etimológico” debe de andar mal el servicio. Y me traslado a la calle. Doy un paseo y entro en una carpintería. Los carpinteros tienen algo de evangélicos. Recuerde el lector que S. José era carpintero. Ver trabajar es siempre una cosa edificante, y ver trabajar a un carpintero es casi un idilio conmovedor. Lo malo es que este carpintero es un antiguo republicano.
-¡Qué tiempos- exclama dando golpes con el mazo sobre el escoplo—, qué tiempos aquellos! Ahora ya no vamos a ninguna parte…. Yo desde que Llano y Persí se retiró que ya no creo en nadie.
Un carpintero devoto de Llano y Persí me parece más peligroso que un barbero entusiasta de Roque Barcia. Y salgo de la carpintería. Y como tengo ganas de hablar con alguien. me siento al lado de un viejo que toma el sol en una puerta.
—Todo está mal, todo está muy mal —me dice el viejo—; el vino no se vende. los jornaleros están sin trabajo, no pueden comer ni aun pan de cebada… Dentro de cuatro años este pueblo será un cementerio…
El buen viejo prosigue despiadadamente contando la ruina de esta hermosa tierra. Y yo pienso:
—Pues señor, es admirable el espectáculo de este pueblo (que es lo mismo que todos los pueblos españoles). Unos hablan del último discurso de Fulano, otros de las últimas declaraciones de Zutano, aquéllos de la actitud de Mengano, todos de lo que hacen, de lo que dicen, de lo que piensan los políticos. Ellos no comen, ellos van vestidos con harapos, ellos pasan mil estrecheces. pero ellos admiran profundamente a todos los elocuentísimos oradores que les han traído a la miseria.
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