POR DAVID GÓMEZ DE MORA, CRONISTA OFICIAL DE LA PERALEJA, DE PIQUERAS DEL CASTILLO, VALDEPINO DE HUETE, SACEDA DEL RIO Y CARECENILLA (CUENCA)
Uno de los apellidos más conocidos dentro de la nobleza optense y que veremos repartido por diferentes lugares de esta comarca, es el referente a la familia Santacruz. El cual también podremos apreciar escrito de forma separada.
Como bien saben muchos investigadores en el caso de Huete y su tierra, los Santa Cruz esconden unas raíces conversas, que gracias a su poder de influencia en diferentes líneas, llegará a insertarles dentro del estado noble.
Manuel de Parada ya investigó las líneas optenses de este linaje, comentando que fueron “funcionarios en sus inicios de la Corte con Juan II y Enrique IV y de conocido origen converso, procesados luego repetidamente en causas de judaísmo por el Santo Oficio de Cuenca y con línea que pasó a Indias en el siglo XVI, donde alcanzaron títulos del Reino y grandeza de España en Cuba” (Parada, 2019, 422).
Igual de importante es otro estudio efectuado por el mismo autor, en el que veremos como llegaría a recoger las armas que el linaje portaba (2002, 45). Se trata más concretamente de un artículo publicado en el libro “Esplendores de la devoción en San Nicolás el Real”, a propósito de la exposición conmemorativa del III centenario de la hermandad de Nuestra Señora de Loreto (Huete, 1702-2002). En esta misma ciudad los Daza entroncarán con dicha familia, hecho que apreciaremos en el matrimonio de María Álvarez de Santacruz con Juan de Daza, ambos pertenecientes a familias de la nobleza local.
Parada (2019, 484) recuerda como Amor Calzas (1904), recoge una coplilla local que decía, “cuatro santos hay en Huete, / que se debían quemar / Santoyo con Santarén, / Santa Cruz y Sandoval”. Una forma más con la que se insinuaba el origen religioso de estas familias vinculadas con la élite local desde hacía siglos atrás.
Sobre las armas heráldicas del linaje, Manuel de Parada (2002, 45) describe dos escudos. Uno partido, con una banda dorada en campo de gules, que en el otro costado portará en cuatro cuarteles (una cruz en el primero y cuarto, así como un león rampante en el segundo y un castillo con tres torres en el tercero); así como otro cortado, referente a las armas del licenciado Juan de Santacruz, y que habrá en el Convento de Santo Domingo de la Isla de la Palma. Este consta en la zona superior de una cruz en gules, así como en la parte inferior la banda descrita del primero blasón que hemos comentado.
El autor indica que “la banda que figura en ambas representaciones, del estilo y como la utilizan otras muchas casas, es sin duda aquella que Rodrigo de Huete recibió del Rey cuando fue armado caballero, expresamente recordada en el privilegio de nobleza que se le concedió junto con su padre Fernando Álvarez de Santacruz en 1457. La cruz, en lo que se ha dado en llamar armas parlantes, por la voz y apellido que tomaron como propios después de su conversión al cristianismo, olvidando la antigua fe de Abraham, y el león y el castillo los del reino, ordenados al contrario de cómo es usual, concesión particularísima del monarca que quiso de esta manera premiar los servicios que de padre e hijo había recibido, tan notorios en este caso como los derivados de la embajada ante el reino de Navarra y que, por diversos motivos, no es raro ver en otros escudos de nobles” (Parada, 2002, 45)
Dicho esto, queda claro como la familia Santacruz conseguirá ennoblecer a través de la influencia que jugarán algunos de sus miembros dentro de la corona. Sobre Rodrigo de Huete, Parada indica que este era “muy conocido en la Ciudad, y secretario de la puridad y de la cámara de Enrique IV, de quien recibió privilegio de hidalguía por sus servicios para él y sus descendientes” (Parada, 2019, 183). Rodrigo dejó entre sus hijos al teniente y regidor de la isla de La Palma, el licenciado Juan de Santa Cruz. La familia había entroncado con los de la Muela, otra casa de conversos que se acabaría insertando en el grupo de la nobleza.
En La Peraleja y Gascueña el apellido Santacruz también aparecerá entre alguno de sus vecinos. Sabemos por ejemplo que los Oliva habían entroncado con ellos, así pues, Martín de Oliva, marido de Ana Martínez, tuvo varios hijos que casarán con gente destacada del municipio. Por ejemplo su hija Ana de Oliva, lo hace en 1580 con Simón Vicente del Olmo, mientras que el hermano de ella, Juan de Oliva, en 1569 con Ana de Santacruz.
La cantidad de representantes del linaje tanto en la ciudad de Huete como alrededores, permitió que el apellido se extendiera por diferentes puntos de la comarca. Esto complicará sin lugar a duda el poder saber si existe un vínculo sanguíneo entre esas personas que compartirán este mismo apellido. Si a ello le añadimos que las acusaciones sobre conversión que arrastraba esta casa hacían que algunas líneas genealógicas intentaran desvincularse de las otras, a pesar de que en origen existiese una conexión parental (tal y como apreciaremos en el caso de los Castillo), partimos de argumentos suficientes para comprender la complejidad de asociar unas ramas de la familia con otras.
En el legajo 65, expediente 942 (ADC), se efectúa un proceso contra Ana de Santarén, mujer de Pedro de Santacruz. En la hoja primera se indica que Ana era hija de Pedro de Santarén y Elvira Ortiz. A esta familia se les acusará de prácticas judías, como será el consumo de pan judío de centeno (entre otras).
Igualmente, en el legajo 33, expediente 565 (ADC), se dice de Juan Santa Cruz (vecino de la ciudad de Huete), que este no bautizó a una hija, así como que entonaba cánticos judíos. El documento menciona a sus parientes de Mazarulleque, y que como veremos estarán extendidos por diferentes líneas. Entre las acusaciones estaba la que decía que quebrantaban los domingos cristianos, o que en el pasado sus ancestros se enterraron en la sinagoga.
En un documento procedente del Archivo Histórico Nacional del fondo de Inquisición (351, nº19), que nos proporcionó Valentín Casco Fernández (Cronista Oficial de la villa de Valdetorres), se transcribe el libelo dedicado a uno de los descendientes del optense Pedro Núñez, converso que abrazó el cristianismo, y entre cuyos nietos y bisnietos que veremos portar el apellido Santacruz, se puede leer el texto dedicado a Gaspar López de Santacruz, del que se decía lo siguiente (AHN, 351, nº19, fol. s/n):
“Gaspar López de Santacruz,
pariente de la centella,
para que te llamas Cruz,
pues que no crees en ella”
No cabe duda del papel jugado por este tipo de familias en la historia no solo de la ciudad de Huete, sino de todo lo que será el amplio territorio abarcado por lo que hoy entendemos como la geografía conquense, en el que una élite que se supo adaptar a las exigencias sociales de la época, marcará un punto de inflexión en el momento de querer comprender esa sociedad de finales de la Baja Edad Media, así como de siglos posteriores.
David Gómez de Mora
Bibliografía:
-Amor Calzas, Juan Julio (1904). Curiosidades históricas de la ciudad de Huete. Madrid, 122 pp.
-Ibáñez Martínez, Pedro Miguel (1992). Castilla-La Mancha y América en el quinto centenario. Universidad de Castilla-La Mancha, 307 pp.
-Parada y Luca de Tena, Manuel (2004). “Huete y la Guerra contra Francia. Llamamientos de hijosdalgo en 1635 y 1637”. Anales de la Real Academia Matritense de Heráldica y Genealogía. Nº VIII, pp. 663-708
-Parada y Luca de Tena, Manuel (2019). Apuntes para una bibliografía sobre la noble y leal ciudad de Huete. Ayuntamiento de Huete, 582 pp.
-Varios autores. Parada y Luca de Tena, Manuel (2002). “Los patrones de las capillas mayor y de San Ignacio”, pp. 43-49. Esplendores de la devoción en San Nicolás el Real, a propósito de la exposición conmemorativa del III centenario de la hermandad de Nuestra Señora de Loreto (Huete, 1702-2002), 150 pp.
Fuentes documentales:
-Archivo Diocesano de Cuenca. Legajo 5, expediente 117
-Archivo Diocesano de Cuenca. Legajo 33, expediente 565
-Archivo Diocesano de Cuenca. Legajo 54, expediente 802
-Archivo Diocesano de Cuenca. Legajo 65, expediente 942
-Archivo Diocesano de Cuenca. Legajo 228, expediente 2865
-Archivo Diocesano de Cuenca. Legajo 274, expediente 3780
-Archivo Histórico Nacional. OMC, Santiago. Año 1676, expediente 6223
-Archivo Histórico Nacional. Información genealógica. Fondo Inquisición (351, nº19)
Nota:
1 Para afinar en la descendencia de las líneas, consultamos el legajo 5, expediente 117 y el legajo 54, expediente 802, definiendo la descendencia de los hijos de Diego Rodríguez de Santacruz y Juana Rodríguez de Alcocer, siendo esta la línea del linaje Santacruz que se ubicará en la localidad de Mazarulleque. Igualmente, para ver la descendencia de su hermano Alonso Álvarez de Santacruz (quien fue escribano y absuelto ab instancia), tenemos información como la que se puede leer en el legajo 56, expediente 819 de los referidos procesos de Inquisición, la Memoria del Nuevo Mundo de Pedro Miguel Ibáñez, junto un artículo de Manuel de Parada publicado en los Anales de la Real Academia Matritense de Heráldica y Genealogía, del año 2004, en donde se dan datos de interés de la descendencia de Rodrigo de Santacruz y Beatriz Gómez de la Muela. Tampoco podemos pasar por alto el expediente de la Orden Militar de Caballeros de Santiago, número 6223, del año 1676, en donde entre las muchas familias conversas, se puede reconstruir y conectar la ascendencia de Bernardino de Santacruz. Por último, parece igual de interesante, mencionar dos expedientes también presentes en el Archivo Diocesano de Cuenca, en donde se investiga a otros Santacruz, de los que es más que probable que exista una conexión genealógica con los miembros de Huete, y que destacaron como una familia del gremio textil (legajo 228, expediente 2865 y legajo 274, expediente 3780).