AZORÍN
Mar 03 2024

POR  GOVERT WESTERVELD, CRONISTA OFICIAL DE BLANCA (MURCIA)

José Martínez Ruiz, más conocido por su seudónimo Azorín (Monóvar, 8 de junio de 1873 – Madrid, 2 de marzo de 1967), fue un escritor español perteneciente a la generación del 98, quien cultivó diversos géneros literarios. En 1902, escribió dos relatos sobre Blanca. En el último relato, no dice casi nada del pueblo, pero es interesante señalar que este ilustre persona escribió este relato en Blanca.

BLANCA (Azorín, 1902) Relato II

Noto en mi un sosiego, una serenidad, una clarividencia intelectual que antes no tenía. ¿Es la experiencia? ¿Es la decepción de los hombres y de las cosas? No sé, no sé; lo cierto es que no

siento aquella furibunda agresividad de antes, por todo y contra todo, que no noto en mi la fiera energía que me hacía estremecer en violentas indignaciones, Ahora lo veo todo paternalmente, con indulgencia, con ironía… En el fondo me es indiferente todo. Y la primera consecuencia de esta indiferencia es mi descuido del estilo y mi desdén por los libros. Yo creo que he sido alguna vez un escritor brillante; ahora, por fortuna, ya no lo soy; ahora, en cambio, con la sencillez en la forma he llegado á poder decir todo cuanto quiero, que es el mayor triunfo que puede alcanzar un escritor sobre el idioma.

El estilo brillante hace imposible esto; con él, el escritor es esclavo de la frase, del adjetivo, de los finales, y no hay medio muchas veces de encajar la idea entera. Además, y esto es lo más grave, se tiene prevención contra las palabras humildes, bajas, prosaicas, y de este modo el léxico resulta enormemente limitado. Yo recuerdo que Gómez Hermosilla, en su librejo Juicio crítico, censura á Jovellanos por emplear vocablos tan plebeyos como campanillas, mula, mayoral. Entonces, la primera vez que yo me enteré de tal purismo, sonreí de Hermosilla; más luego he visto que la ley de castas perdura entre la prosa moderna y que los escritores brillantes la mantienen aún inexorable…

Otra de mis preocupaciones eran los libros. Yo he sido también un formidable erudito: lo leía todo, en pintoresca confusión, en revoltijo ameno: novelas, filosofía, teatro, versos, critica. Tenía fe en los libros; los compraba á montones… y POCO á POCO he ido viendo que en el fondo todos dicen lo mismo, y que con leer cincuenta —y creo que es mucho— se han leído todos. En filosofía, desde Aristóteles hasta Kant, ¿quién ha dicho nada nuevo? Aparte de esto, tenemos el prejuicio de que los libros extranjeros han de decir cosas originales porque están en lenguas extrañas. Algo influye el leer una vulgaridad en francés, en inglés, ó en alemán: porque parece menos vulgaridad, puesto que las frases hechas, los tópicos, los recursos sintácticos manoseados, pasan inadvertidos para el extranjero. Mas en el fondo la vulgaridad subsiste, y Sanz Escartín puesto en francés y publicado por Alcan es tan vulgar como escrito en castellano.

Y cuántos Escartínes hay en esa Biblioteca de Filosofía contemporánea que á tantos ha rematado el juicio. Al presente yo no leo ningún libro; es decir, aun me quedan rezagos de la vieja manía y compro alguno, leo alguno que me manda tal ó cual amigo; pero el ardor ha pasado y ahora domino yo á los libros y no ellos á mí. Cuando se ha vivido algo, ¿para qué leer? ¿Qué nos pueden enseñar los libros que no esté en la vida? De este modo en mi escepticismo de los libros y del estilo he llegado á una especie de ataraxia que me parece muy agradable. Entre la indignación y la ironía, me quedo con la ironía… Hoy he cogido la pluma y he continuado planeando mi obra, una obra de humor, en que procuro sonreir de todos los sistemas filosóficos y de todas las bellas cosas que apasionan á los hombres. El bastón de Manuel Kant será una síntesis de la locura humana, algo como el resumen de esta farsa estúpida que llamamos Humanidad.

He trabajado dos horas: ¿qué iba á hacer en este pueblo, yo solo, sin saber á dónde ir?

Mañana salgo para y sin detenerme, saldré para el convento de Santa Ana. Tengo necesidad de reposo. Temo que mi tranquilidad no sea más que fatiga, pero yo necesito descansar. Hace dos días estaba en Madrid: de pronto lo he abandonado todo y me he marchado. La vida literaria se me hacía insoportable; hay en ella algo de ficticio, de violento, de monótono que me repugna. NO, no; no quiero más retórica…

FUENTEhttps://www.facebook.com/profile.php?id=100015585155560

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