POR HERMINIO RAMOS, CRONISTA OFICIAL DE ZAMORA
La Excelentísima Diputación Provincial ha celebrado solemnísimo Pleno con motivo de cumplirse dos siglos de su creación, como alma y vida de la división político-administrativa que fueron y son las provincias. Se ha celebrado en el viejo, y no por eso menos nobilísimo, Palacio de la Rúa, tramo hoy Ramos Carrión, ese edificio que constituye un auténtico relicario histórico de todo ese gigantesco esfuerzo realizado a través de esos doscientos años, en los que hay que contar todos los avatares, dificultades y errores que llevan y traen consigo todo comienzo. Hemos de tener en cuenta toda la inmensa carga de más de medio millar de entidades de población, a las que están llegando cada día más posibilidades resolviendo auténticos retos al tiempo. Todo ello a pesar de las crisis y subterfugios de la vida nacional que de manera frecuente nos encontramos a todo lo largo de ese siglo XIX.
La Diputación fue el motor provincial y sobre ella recayó todo el peso de la ordenación del conjunto de la provincia comenzando por los caminos, el agua, edificios públicos, ferias, sanidad con el ejemplo del hospital, sin olvidar la exquisita atención al hospicio, nacido de la caritativa obra del obispo zamorano don Tomás Belesta y Cambeses, quien ante el triste espectáculo que la infancia ofrecía en la ciudad compró unas casas en la calle que hoy lleva el nombre de la Misericordia y encargó a las Hijas de la Caridad el cuidado de aquellos acogidos. Había nacido el primer hospicio, del que poco después, y desbordada aquella primera casa, se hizo cargo la Diputación y en 1878 ocupa el palacio de los Condes de Alba de Liste, desarrollando una labor ejemplar.
Como recuerdo y homenaje hay que mencionar la serie de artistas en el campo de la talla en madera que salieron de allí. Precisamente las filigranas, los detalles de talla de la puerta del palacio donde se ha celebrado la solemne sesión conmemorativa es obra de un educando de la casa.
El hecho de recordar las efemérides dejando en el noble palacio una placa con el nombre de todos sus presidentes constituye una oferta clara y nítida sobre estos dos siglos de vida y actividad, con luces y sombras, con nubarrones y tormentas que como siempre dejan alguna huella. Si no hay luz no puede haber sombras, pero lo triste es que esos focos de luz estén apagados muchas veces. Sesión, efemérides y placa que parece querer recordarnos el adiós de una despedida.
Fuente: http://www.laopiniondezamora.es/