POR DAVID GÓMEZ DE MORA, CRONISTA OFICIAL DE LA PERALEJA, DE PIQUERAS DEL CASTILLO, VALDEPINO DE HUETE, SACEDA DEL RIO Y CARECENILLA (CUENCA)
Los Cuenca. El pasado y enaltecimiento nobiliario de los Cuenca radicados en Huete, será enfatizado ya hace varios siglos atrás, con el propósito de que pudiera ingresar como caballero de la Orden de Carlos III uno de sus integrantes.
Como solía ser habitual, para conseguir esta finalidad, la familia optense reunirá una considerable información escrita, que tendrá como propósito acreditar su nobleza, reiterando como solía ser habitual a base de diversos testimonios y siguiendo un discurso repetitivo, que sus miembros jamás arrastraron un pasado converso. Para ello se emplearán los típicos argumentos que a modo de alegato estipulaban que la familia portaba unas raíces carentes de un pasado judío o musulmán, proclamándose por ello como cristianos viejos, además “de los mejores hidalgos y más antiguos que había en dicha ciudad de Huete y que ellos lo sabían y habían oído” (AHN, 1792, fol. 103-v).
Ahora bien, para gestar este discurso, se hará uso de variados testigos, que nunca deberán contradecirse, para que así todo el relato quedara bien cohesionado. En este sentido, la línea repetitiva de revindicar la nobleza de la familia desde tiempos antiguos, se extenderá a lo largo de decenas de hojas, en las que veremos como por ejemplo el clérigo Juan del Castillo, al hablar de la figura de Juan Sánchez de Cuenca, comentaba que este era conocido como un notable hidalgo de la localidad. Con ello se intentaba conectar genealógicamente esta casa de los Cuenca de Huete de los siglos XV y XVI, con la línea descendiente que veremos en libros parroquiales ya no solo de la ciudad, sino que incluso en Caracenilla.
La historia que rememora la hidalguía de los Cuenca parte de la documentación vinculada de Juan Sánchez de Cuenca, quien “había tenido su casa en la dicha ciudad de Huete, y que había vivido y vivía en ella, y tenía casas suyas propias, y bienes y hacienda, y había sido escribano público de la dicha ciudad de Huete, y que había conocido así mismo a Alonso de Cuenca, padre del dicho Juan Sánchez de Cuenca que litigaba” (AHN, 1792, fol. 47).
La genealogía asciende, leyendo nombres como el de un Juan de Cuenca, marido de Catalina Ortiz, que nos remontaría al siglo XV. Obviamente el propósito principal que perseguía este documento, era el de enaltecer el pasado hidalgo y antiguo de esta casa, al mismo tiempo que quedara conectado con el del optense don Pedro-Cristóbal de Cuenca y Roldán, puesto que este a finales del siglo XVIII, deseaba que contemplasen en su expediente cuanta mayor cantidad de pruebas posibles que le ayudaran a tener unas credenciales ejemplares para así ingresar en la Orden de caballeros de Carlos III.
Todo la información acumulada y expuesta por escrito, se llevará a cabo en el año 1792. Un momento sin duda crucial en la fase de ascenso social de esta familia, y que iría incluso mejorando paulatinamente con el paso del tiempo.
Los Calahorra
Hemos de decir que Alonso de Cuenca (este perteneciente a la línea optense) había casado con Marta de Calahorra, una componente de otra familia noble del municipio. De estos y al respecto, Manuel de Parada (2019, 125) menciona que uno de los hidalgos optenses presentes a principios del siglo XVI con plaza de regidor era Fernando de Calahorra. Un apellido que no tendrá una extensa proyección en el lugar, pero que por aquellas fechas se podía asociar a una casa con recursos.
Veremos como en algunos tratados el emblema heráldico que se les designa a los miembros del estado noble que portan el apellido Calahorra, es el de un escudo cuartelado; con el primer y cuarto en campo de gules y una cruz de oro pometeada; así como el segundo y tercero en campo de azur, con una estrella de oro.
Los González
De Juan González, padre de María González, y esta abuela de don Julián de Cuenca, un testigo (Agustín Fernández) indica que “han sido, y son tenidos comunmente reputados, por personas de hijosdalgos de sangre” (AHN, 1792, fol. 7-v), añadiendo que “pues aunque no conoció el testigo a don Juan González, lo oyó decir en prueba de ello presenció varias veces que a su hija doña María le daban comúnmente distintivo de don, como a todos los demás que conoce y se remite a la ejecutoria” (fol 8). Este testimonio se irá repitiendo con otros testigos que seguirán al primero. No obstante, y a pesar de esa hidalguía de la que tanto hablaba la familia, veremos como estos linajes de labradores, por muy caballeros o nobles que dijeran ser, no siempre gozaban de una disponibilidad sobrante de bienes, hecho que comprobamos con el referido don Juan González, este esposo de doña Ana de Carrascosa en San Nicolás de Medina, y de quien se dice que la referida Ana era pobre, no pudiendo por ello ni tan siquiera testar (AHN, 1792, fol. 30).
Estos González optenses y que ya los hemos estudiado con anterioridad someramente en nuestros artículos dedicados a la festividad del Barrio de Santa María de Atienza, son evidentemente un linaje a tener en cuenta, que a pesar de no gozar de la notoriedad que otras familias tuvieron a lo largo de los siglos, veremos como al menos su nombre aparecerá muchas veces vinculado con aquellas casas que constantemente buscaron mejorar su posición.
Al respecto, tampoco podemos pasar por alto una mención que Parada (2019, 294) efectúa de un González relacionado como hidalgo y presente en la corporación optense, se trata más concretamente de Juan González Tevar, quien en los años treinta del siglo XVII figurará como escribano del ayuntamiento.
Hemos de pensar que los González, al margen de no haber celebrado alianzas con grandes familias que fueran más allá del ámbito local en el que se movían, estarán vinculados con linajes de labradores que paulatinamente iban creciendo y haciéndose un nombre en el vecindario. Su nobleza nadie la discutía ya que de la misma forma, su relación con los González-Breto, se demostrará al ir intercalando ambos apellidos en diversos momentos y lugares.
La línea de Huete había estrechado lazos con gente como los Lara (otra familia destacada que estará representada a través de una de las regidorías del común optense), sin olvidarnos de una rama de los Chacón que servían a los Parada, además de los nexos con casas anteriormente estudiadas en el barrio de Santa María de Atienza (Alcázar, Serrano Lechero, Bonilla, entre otras…).
Una referencia que nos parece interesante, y que se menciona en la documentación del expediente de la Orden de Carlos III del año 1792, es la que nos habla de como el señor don Pedro Alonso de Ojeda, acompañado por el procurador general del estado común, Pedro Herráez, y Antonio Puerta (quien era el procurador y apoderado de don Pedro-Cristóbal de Cuenca), fueron a abrir la caja de las tres llaves donde se custodiaba la información del archivo municipal.
Cada una de estas llaves estaba controlada por diferentes personalidades (el corregidor, el procurador síndico y el escribano). En el referido expediente, se comenta que entre los papeles estudiados, se trasladará la información de aquellos padrones en los que aparecerán algunos integrantes de estas familias, y que aparecen como hidalgos, siendo ejemplo de ello el folio dos del repartimiento del barrio de San Antón y su matadero, donde se cita el nombre de Pedro de Cuenca, quien se comenta que aparece como hidalgo, además de don Juan González (hidalgo) en el folio tres, y ya dentro del barrio de Guadalupe (AHN, 1792, fol. 39-v). Lo mismo ocurrirá de nuevo con los Cuenca, citándose el caso del Barrio de Atienza, cuando se escribe la presencia de “Pedro de Cuenca, y su hijo don Julián Miguel hijodalgo” (AHN, 1792, fol. 40).
Estos Cuenca, de la misma forma que se demostró con los González en las hojas que se trasladaron, nos hablan de una nobleza, donde se incluirán reseñas de otras familias que habían asociadas con ellos; Roldán, García, Carrascosa, Molina, Sevilla o Saiz.
Sobre las mismas, cabe decir que en el expediente y la hoja que sirve como índice de la información genealógica de Pedro-Cristóbal de Cuenca, se da a entender que estos forman parte del estado noble, anteponiéndoles un don o doña en el traslado de las partidas sacramentales, aunque como bien sabemos, nada más lejos de la realidad, estos eran linajes de labradores, muchas veces carentes de recursos que les permitieran destacar lo más mínimo. Buen ejemplo, lo veremos en la información sobre el testamento de una bisabuela del pretendiente para ingresar en la orden Carlos III (María Saiz, esposa de Mateo García) de quien se dice que “no hizo testamento, por no tener bienes de que disponer” (AHN, 1792, fol. 31).
Otro linaje que en esos momentos estaba proyectándose, y que también veremos asociado con ese tronco de los Cuenca, eran los Sevilla. En la probanza de Carlos III, se indica que el antepasado del pretendiente (Pedro Sevilla), testó en 1718, indicando que sus herederos universales eran Francisco de Sevilla, Pedro de Sevilla, Francisca de Sevilla (mujer de Felipe Cantero), Sabina de Sevilla y María de Sevilla (AHN, 1792, fol. 34). Por aquel entonces los Sevilla servían a la nobleza optense. Así pues, Manuel de Parada (2019, 10), nos informa de que Pedro de Sevilla -el menor- era criado del caballero don José de Toledo.
Estos Sevilla, y que ya los hemos investigado por aparecer en nuestros estudios genealógicos, se acabarán asociando con casas de labradores optenses que se hallaban en una lucha por ascender socialmente. Así pues, de Sabina López de Sevilla, e hija de Marcos López de Carrascosa y María de Sevilla, sabemos que su padre era descendiente del mismo linaje que estaba vinculado con la casa de los Cuenca (al igual que ocurría con los Carrascosa).
Otra dato que hay que tener en cuenta, es que Sabina casó con Gaspar Chacón Bermejo, apellidos que por ambos lados también guardaban relación con las familias que aquí estamos estudiando, y es que hacía unos años atrás, Gaspar Chacón ejercía como criado de otro caballero optense: don Sebastián de Parada (Parada, 2019, 10). De la misma forma, los Bermejo estaban asociados con los Cuenca, antes de que estos últimos comenzaran a medrar de modo satisfactorio. Y es que aunque los Cuenca invocaban a un pasado próspero desde la perspectiva social, no será hasta el siglo XVIII cuando alcanzarán una influencia mucho más notoria que la poseída en generaciones anteriores.
Recordemos que los Sevilla ya fueron motivo de análisis en nuestro libro “Historia y linajes de Saceda del Río, Caracenilla y Carrascosilla” (2021), cuando indicamos los vínculos parentales existentes entre la casa de los Cantero afincados en Carrascosilla con ellos