POR JESÚS M. LECHÓN MENÉNDEZ CRONISTA OFICIALO DE CALAMOCHA (TERUEL)
Ayer Domingo de Ramos, en un día desapacible al menos para nosotros recién llegados del calor del Reino de Valencia para sacar al Nazareno y acompañar a la Dolorosa bajo los sones del Santo Cristo y jóvenes camino de la confirmación en esa joya que es el vía crucis de la villa ese que hunde sus raíces más allá de donde puede alcanzar cronista alguno.
Manuel nos habló con orgullo de la cruz del Santo Cristo que días atrás colocaron en el exterior de la ermita por iniciativa de su cofradía. Tan es así que insistió en que teníamos que verla y no paro hasta que accedimos. Nos guio rabal arriba no fuera a ser que de vuelta a casa nos perdiésemos, fuimos de romería, ya hay otro lugar más de obligada visita en la villa. Hablaba sin parar, nos costaba seguirlo, tomar nota de todo, hablábamos de hijos, de sus padres, ósea de nosotros, de abuelos, de apodos…”Que si hombre que sí, que los tienes que conocer, lo que pasa es que no os acordáis”
Y seguía hablando, es lo suyo, eterno Manuel, llevamos toda la vida escuchándolo y afortunadamente no damos síntomas de cansancio alguno, de esto y de lo otro, aprendemos a su lado, siempre lo hemos hecho. Mi hermano lo mismo le daba la razón que le hacía rabiar, son quintos y él puede hablarle de tú a tú, yo soy el pequeño y aun no se me permite hablar más de lo necesario en la cuadrilla. Ellos conversaban de piedras, niveles y plomadas, lo mismo que podrían hablar de sextantes y astrolabios. Yo escuchaba y trataba de aprender.
Mientras el cronista para sus adentros no dejaba de echar la vista tan atrás tanto como podía, al menos cincuenta años, que se dice pronto, cuando en los atardeceres de la primavera en el Barrio, refugiados entre los porches de los maestros de la calle Escuelas, Rebollo del mismo modo que hacía hoy Domingo de Ramos nos guiaba y nos hacía levantar la vista y mirar cara la luna llena donde para nuestro asombro al cabo de unos segundos señalaba donde se encontraba el cohete de los rusos al acecho pegando vueltas y luego el de los americanos posado sobre la luna, tal y como había dicho el parte de las tres. Por fin Manuel concentrado, chupándose el dedo alcanzaba la hazaña y lograba ver al astronauta americano saliendo del cohete y paseando presto a arrancar el Rover. Fijaos, no perdáis ripio, en cuanto de otro salto os aviso, tenéis que verlo.
Y lo vimos, claro que lo vimos, sin telescopio alguno, yo y todos los que estábamos a su alrededor, apóstoles de su palabra, ver para creer, todo un privilegio poder gozar de uno de esos pequeños detalles que te brinda la evangelizadora compañía de Manuel desde la infancia.
Ayer vivimos otro de esos momentos y mi hija Cecilia lo capto maravillosamente, escuchábamos y mirábamos una vez más con atención a Manuel, ojala nunca perdamos la inocencia que nos brindan los encuentros, como cincuenta años atrás, como en tantas ocasiones ayer nos dio de nuevo un recuerdo eterno.
Todo es cuestión de fe. Google, corrobora que vimos desde Calamocha a los astronautas caminar por la luna.
Nationalgeographic Apolo 16 Lanzamiento: 16 de abril de 1972
Alunizaje: 20 de abril de 1972, Cráter Descartes
Retorno a Tierra: 27 de abril de 1972, Océano Pacífico
Tripulación: John W. Young; Charles M. Duke Jr.; Thomas K. Mattingly II
El principal objetivo de la misión fue investigar la superficie lunar en el área de las tierras altas de Descartes, la cuál se consideraba representativa de gran parte de la superficie de la Luna. Fue la quinta misión que llevó hombres a la Luna y también la segunda en la que se empleó el LRV. Los astronautas recolectaron muestras, tomaron fotografías y realizaron varios experimentos entre los que incluyó el uso por primera vez de una cámara / espectrógrafo ultravioleta en la Luna.
Continura:
Habíamos madrugado…
FUENTE: https://recuerdosdecalamocha.blogspot.com/2024/03/ojala-nunca-perdamos-la-inocencia.html?fbclid=IwAR1Bbz0UNHbUFMb-kmxO6P0gI3-7DXimenc7H07MRKREXgmOV4clgc9fZvQ