ICOD DEL AZÚCAR, ICOD DE LOS VINOS, ICOD DE LA SEDA
Abr 13 2024

POR JOSÉ FERNANDO DÍAZ MEDINA CRONISTA OFICIAL DE ICOD DE LOS VINOS (SANTA CRUZ DE TENERIFE).

El propio “Adelantado” (título que le otorgaron los Reyes Católicos) Fernández de Lugo se reserva 30 fanegas, y también obtienen provisiones y privilegios los lusos Ruy Blas y Roberto Saulo, primeros beneficiados que tuvo la Iglesia en este lugar. Otras datas se darán como estímulo a primeros pobladores, repartos de tierras y aguas que favorecen a portugueses (Francisco Borges, Juan D´Evora, Estebán Muñiz, Aguiar,) y grancanarios (Pedro Texena, Diego de León, Pedro Tixandarte, Juan Dana, Hernando Guanarteme, ). Ycod experimenta constantes y renovados asentamientos de colonos. En conducta sin escrúpulos, numerosos guanches del menceyato de Ycoden, como otros muchísimos naturales canarios, son engañados y vendidos como esclavos en tierras peninsulares. El carácter de integración no fue igual para todos. Pero esa es otra historia.

Icod del azúcar
En su fértil manto agrícola se roturan los terrenos y aparecen nuevos sembrados, hasta entonces no conocidos.  Lugares transformados en huertas, regadas por el gran río de Ycoden que discurría por el barranco Caforiño. Ceñido de cañaverales y vides el pueblo es vanguardia productora de la Isla. Los molinos e ingenios azucareros irrumpen en el paisaje de estas tierras generosas, el clima es benigno, todo propicia una producción a gran escala; llegan y llegan pioneros lusitanos. El cultivo requiere la asistencia de una mano de obra especializada, maestros del azúcar, cañavereros y desburgadores.

Icod nace bajo el signo del azúcar, andando el tiempo vendrá el vino y el aguardiente, más tarde la seda. Es el calendario estacional de los tres primeros siglos, son ciclos de éxitos y zozobras mercantiles. Avanzado el siglo XVI cambian las condiciones de competencia para la caña de azúcar. En Brasil y en las colonias inglesas y holandesas de ultramar se establecen refinerías, en mejor cálculo coste-beneficio.

Icode dos vinhos
La salida del atolladero del azúcar la dará la inversión en la actividad vitivinícola. La vid es cultivo emergente que da alegrías a la población. De resultas del cambio, aparecieron evidentes ventajas que despejan el horizonte, destacando  el comercio tanto interior como exportador. En 1587 la relación de vecinos se dice tenía 350 almas, o sea de 1.500 a 1.750 habitantes. Las familias mercaderes dominantes como Belmonte, Carmenatis y Ponte monopolizan la producción y exportación del vino, por tanto, condicionan la productividad del mercado. Destinos de los caldos son los puertos antillanos de Santo Domingo o La Habana; también, hay embarques hacía destinos europeos como Lisboa, Flandes y La Rochela.

Proceden del Portugal peninsular y de los archipiélagos de Madeira y Azores, influencias lusitanas indudables en la naciente población. Conocen ya los cultivos de cañaverales y viñedos, cosechan el azúcar y la uva. Esa cepa noble de clima mediterráneo extremo, como es la malvasía, se planta son éxito en estas tierras que disfrutan de delicioso clima. Las variedades de torrontés y malvasía bordean las paredes y laderas soleadas que descienden hacía la costa. No es casual que sea el siglo XVII la centuria de su consolidación. El vino se erige como el producto principal de la viticultura insular, no es el único, pues se aprecian también las uvas de mesa, pasas, vinagre, aguapiés y arrope. Una huella que persiste en numerosas palabras que empleamos en esa órbita y en los métodos de cultivo. Viñas que revientan en plenitudes otoñales, ese maivasia verde de dulce néctar, agradable al gusto, de rubio embrujo que llevó a perder la cabeza del shakesperiano caballero Falstaff:

“Canary, a marvellously penetrating wine that perfumes the blood” (“Canary, un maravilloso y penetrante vino que perfuma la sangre”.) William Shakespeare (The merry wives of Windsor).

Icod de la seda
Sobre todo en el siglo XVIII, esta tierra antaño de azúcares y vinos, comienza a producir seda en escalas domésticas. Se trata de una delicada artesanía de telares, con altos valores añadidos por su finura y acabado, géneros en calidad apreciados a simple vista por los comerciantes. La seda se va en finos pañuelos, faldas, medias, cintas, jubones y pasamanarías. Las industrias de hilados son numerosas, los telares mecánicos actúan a pleno rendimiento, los tafetanes dobles y sencillos para tejidos blancos y crudos, tules y encajes, terciopelos y felpas encuentran mercado interior, y fundamentalmente, se exportan a puertos de las Indias Occidentales españolas (Veracruz, La Guaira, La Habana).

Hay mimo en la crianza del gusano de la seda, se acarician las hojas de morera y moral. Existe una intensa producción de seda en rama. Las manos femeninas icodenses hacen excelente oficio: hilanderas, preparadoras y tejedoras. Un buen número de mujeres que contribuyen a paliar  la delicada economía doméstica, pues muchos talleres se convierten en destino laboral para aprendices de clase humilde, dedicadas a bordar o calar motivos a módico sustento, soportando duras jornadas de esfuerzos a destajo.

También la crisis llegará a la seda. Los acuerdos adoptados de carácter internacional bloquean la producción local, y esto implica que el precio no es entrega equivalente y justa ni para los cuidadores de gusanos ni para las hilanderas. Y aunque en 1777 se registran ochenta telares en Icod, el mercado presenta todos los síntomas de agotamiento. Es precio hacer mención especial al Reglamento de Libre Comercio de 1778 y sus consecuencias mercantiles. Disposiciones que representaron el capítulo final del monopolio español en el comercio con América. Además de lo dicho, se suma la guerra de España contra Gran Bretaña de 1779 a 1783 que escenificó una economía espacial más rígida en la producción y distribución de la mercancía sedera. Canarias una vez más a la deriva, a merced del viento de los intereses político-comerciales de las potencias europeas.

Con estos breves trazos hemos querido llevar al lector una aproximación a un lugar cobijado por un zodiaco de azúcares, vinos y sedas, cortesía de precursores en noble origen de afanes, sueños y esperanzas. La caña trillada en los molinos inunda el aire con su olor. Los pies pisotean una alfombra de racimos de uvas doradas. Las manos hilanderas actúan en su rítmico lenguaje corporal. Crónicas que evocan el intercambio cultural entre el continente europeo y americano. Una reflexión sobre un ser y sentir, un recorrido procesual con centenarias traquinas de oficios en aquellos siglos de atrás, XVI, XVII y XVIII. Todavía hoy se escucha ese rumor a molinos, bodegas y telares.

FUENTE: http://femp.femp.es/files/842-398-fichero/Carta%20Local%20n%C2%BA%20377,%20marzo%202024.pdf

PÁG. 44 Y 45

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