POR JOSÉ SALVADOR MURGI SORIANO, CRONISTA OFICIAL DE CASINOS (VALENCIA).
Repasando documentos del mes de abril de 1974, hace cincuenta años, creo conveniente dar a conocer esta reseña que escribió el día 10 de abril de ese año 1974 Rafael Roca Miquel, y que fue publicada en el periódico Levante y que refleja la situación del momento y las miras de futuro.
La crónica dice así:
“La comarca campos de Liria está timbrada de prodigios, abocada a un prometedor desarrollo económico: industria y labranza admite el terreno. La estructuración moderna de la comarca, la componen diecisiete municipios, todos, en sus características son relevantes y provechosos; estos municipios sacados de tres partidos judiciales (Sagunto, Liria y Villar), presentan encontrados contrastes geográficos: los hay montañosos, indicados para núcleos residenciales, otros en terreno llano, admirablemente cultiva dos.
Sólo un ocho por ciento del terreno comarcal, es improductivo, dominando considerablemente la tierra cultivada, con un buen porcentaje de cobertura forestal.
Demográficamente la comarca va en aumento, en los últimos años ha superado el quince por ciento, con relación a los últimos diez años. La nueva definición comarcal viene a sustituir la vieja demarcación del Pla de Lliria así llamado por el extenso llano, cuyos límites tocan los términos de Puebla de Vallbona, Olocau, Altura, Alcublas, Andilla, Villar, Casinos, el nuevo poblado de Marines y Pedralba. La primitiva comarca la componían Liria, la titular, Benisanó y Casinos.
De muy antiguo el producto sonante del territorio fue el vino, de muy alta estimación por los romanos, condición que no ha perdido prestigio en el transcurso del tiempo. En la comarca continúa el cultivo de la vid y la elaboración del magnífico caldo.
No olvidemos que dentro del conjunto comarcal, están Pedralba, Bugarra, Alcublas, Gestalgar, Casinos…
¡Casinos!, aquí nos quedamos.
Un pueblo que debe ponderarse por su ejemplar laboriosidad. Tengamos muy presente, que unas masías habitadas por pastores y labradores llegaron, por su propio esfuerzo, a municipio con término. Desde un remoto pasado, empezaron a agruparse en caserío que terminó siendo aldea de Liria, llegando así hasta mediados del siglo XIX. Por aquellos años. Casinos estaba incluido en la administración de rentas y censo de Liria, no obstante pertenecer al partido judicial de Villar del Arzobispo.
Entonces Casinos, tenía ya doscientas casas apiñadas alrededor del templo. En el radio de su influencia municipal, eran célebres y prósperas las masadas Casas de Agustín, formadas por doce edificios juntos, «con las comodidades propias para la labranza», habitadas por sus dueños y jornaleros; Casa, de Campo, del Espinar, del Cañar; «que tienen oratorios para decir misa». Más las masías de Carlos, de Nuestra Señora del Rosario, «vulgo Piojo», de Muñoz y Cerveret, Alto y Bajo.
La fertilidad del terreno, de muy antiguo, invita a cultivarlo, Casinos cuando era aldea, era famosa por los campos de olivos, algarrobos, higueras y viñedos, comerciando los vecinos con el aceite, vino, algarrobas, más trigo y cebada, todo reforzado económicamente con las incontables arrobas de higos, que los vendían secos.
Casinos ha tenido la virtud de mantenerse de continuo, en estado floreciente. En 1916, la población se componía de seiscientas treinta y seis casas, las cuales albergaban a dos mil habitantes, «hacendados y hacendosos». El abrir al tránsito la carretera de Chelva, buscando la comunicación con los pueblos de la serranía, favoreció mucho a Casinos, su privilegiada posición al borde de las montañas, la hizo estación de parada.
Como el modo de viajar, hasta bien entrado nuestro siglo, eran vehículos arrastrados por caballerías, en Casinos habían cinco posadas, tres casinos y un teatro. Donde actuaban los «mejores titiriteros de Valencia». La población gozaba de alumbrado eléctrico, funcionaban dos buenas escuelas, con una asistencia de ciento veinte alumnos, más un colegio particular para enseñanza elemental. El orden público, estaba confiado a dos parejas de la guardia civil, al mando de un cabo comandante de puesto.
La economía de Casinos por aquellos años, la mantenía la agricultura, pastoreo y la industria, que se componía de varias fábricas de aguardiente, tres de ladrillos y tejas, talleres para hacer carros y repararlos, herrerías y de fluido eléctrico. Aún no fabricaban los famosos turrones y las renombradas peladillas, que tanto acreditarían…
Casinos, en nuestros días, goza de una sólida posición de holgura, digno de citarse como un ejemplo de laboriosidad; recordemos que el origen fue la unión de unas masías, que se convirtieron en aldea. En el término, poseen más tierra cultivada que baldía predomina la vid y hacen buen vino.
La tradicional habilidad, les ha llevado a nuevos conceptos sin antecedentes locales. Se han convertido en avicultores y en rentables fabricantes de peladillas y turrones, con la extraordinaria aportación de fabricar muebles, negocian con caolín y sílices; transportes, ganadería, carpinterías, maquinaria agrícola, cooperativas, caja de ahorros. Constructores y contratistas de obras, Hermandad de labradores, comercio en general y numerosos bares, que tientan a los que pasan por la transitada carretera de Valencia a Ademuz.
En otra época, en los viajes del Arzobispo de Valencia a su palacio del Villar, la comitiva se detenía en Casinos, los canónigos acompañantes, celebraban la santa misa, en la iglesia que fue erigida en parroquia el año 1788.
Casinos, visto en las actuales décadas, es un pueblo alegre y moderno, con la faz renovada, sin apenas notarse edificios viejos y ruinosos. Casinos perdió la configuración de aldea, lleva cambio de llamarse villa. El floreciente comercio de golosinas y el buen vino, frena al viajero en ruta a la alta serranía, la carretera pasa por un costado del laborioso pueblo, que a lo dicho hay que añadir su condición filarmónica, a compás y tono de la armonía natural, en todos los lugares de la comarca Campos de Liria. Casinos, postigo y rellano en -el confín de la llanura, allí empiezan colinas y cerros; son los primeros peldaños de dos grandes sierras, Alcublas y Andilla.
En Casinos, deténganse, tomen ánimos para la escalada. Escribía Rafael Roca Miquel.
Casinos, siempre ha sido la parada obligada para retomar aliento, para endulzar la vida, disfrutar de sus buenos vinos y seguir adelante, camino del norte o del sur, pero Casinos ha sabido a lo largo de una vida hacer historia moderna. Nunca nos olvidemos de hacer ese alto en el camino.