No era la primera vez que un avión o avioneta aterrizaba en Chiclana. Aunque tampoco era frecuente. Sin embargo, en los años veinte, algunos aviones militares camino de África, aterrizaron de emergencia en nuestro término municipal por averías en sus motores. Además, Chiclana se hallaba incluida en el mapa del Real Aero-Club de España, para aterrizar en “tierras eventuales”.

El día 4 de mayo de 1933, tal día como hoy, una avioneta particular pilotada por el hijo del cónsul de Dinamarca en Cádiz, Rodolfo Báez –al que acompañaba su hermana– tomaba tierra en unos terrenos vallados en la zona del Torno de los Yesos [antiguamente llamada Horno de los Yesos]. Antes de aterrizar estuvo volando a baja altura por la población buscando el lugar más seguro. Su intención era hacerlo en las Albinas de San Telmo, donde entonces se ubicaba el campo de fútbol. Finalmente, el piloto se decidió planear en el Torno y aterrizar sin problemas.

Nada de esto era novedoso. La única novedad fue la gran curiosidad despertada entre la población. Lo contaba el semanario “El Trovador”: “Centenares de personas de todas las edades, y de ambos sexos, manaban, por decirlo así, de todas las calles que desembocan en dicho campo (…) Podía apreciarse, hasta que punto llega la curiosidad en esos zapateros con mandil recogido; aquellos otros panaderos, con las alpargatas en chancletas y el típico gorro de soldado; los otros, barberos, con el guarda-polvo puesto; infinidad de criadas, algunas, con las manos aún mojadas por el agua del fregado que hacían; otras con las gotas de cal aún en las mejillas (…) Y por último, personal de todos los ramos que corrían, casi con la lengua fuera, en la misma dirección, que nosotros llevábamos, y por aquello no era otra que la del sitio del aterrizaje”.

Solo el redactor de la noticia y director del periódico, Arturo Soto González, sabía el motivo del aterrizaje. Los hermanos Báez venían a Chiclana para visitar a parte de su familia que pasaba una temporada en casa de los Gómez, en la plaza del Retortillo. Por la tarde, a las siete, los aviadores regresaron a Cádiz. Y se acabó la historia. No era para tanto, pero no todos los días aterrizaba una avioneta en Chiclana.

Bibliografía:

-BIBLIOTECA MUNICIPAL DE CHICLANA, GARCÍA GUTIÉRREZ. El Trovador. Nº 53, 8 de mayo de 1933.

-BIBLIOTECA NACIONAL DE ESPAÑA. Hemeroteca Digital. La Libertad. Año IV, nº 904. Madrid, miércoles 25 de octubre de 1922).

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