POR JOSÉ MARÍA SUÁREZ GALLEGO, CRONISTA OFICIAL DE GUARROMÁN (JAÉN).
Cuando le concedimos el Premio Nacional Cuchara de Palo, que recogió en enero de 2011, no se lo dimos por haber ganado la Copa del Mundo (¡Que ya es mérito!) sino por haber subido a su hijo Álvaro al mismo autobús de los campeones haciéndolo visible, y con ello haciendo visibles a todos los Alvaros.
«Mi hijo Álvaro me cambió la vida. Al principio fue muy duro, lloramos mucho. Me decía por qué me va a tocar a mí y no a otro. Pero luego la vida nos ha demostrado que hay que relativizar. A día de hoy puedo decir que Álvaro ha sido una bendición, ya no sabríamos vivir sin él. Ahora cuando miro atrás pienso: ‘que gilipollas fuimos’. Él nos da tranquilidad. Mi hijo es feliz y contagia felicidad. Es pícaro, pero no sabe qué es la maldad».
— VICENTE DEL BOSQUE.