POR MARTÍN SÁNCHEZ GONZÁLEZ, CRONISTA OFICIAL DE GETAFE (MADRID)
El 26 de mayo, hace 113 años, a las 8 horas y 6 minutos, aterrizaba en Getafe un intrépido piloto de origen francés, llamado Jules Vedrines, que participaba en la Primera Carrera Aérea Internacional que se celebraba en el mundo. De los 20 participantes inscritos en la carrera, solo él consiguió llegar a la Meta final, situada en un improvisado aeródromo habilitado al efecto, en la Dehesa de Santa Quiteria de Getafe.
La Carrera Aérea Internacional, conocida popularmente como el Raid París-Madrid, que se desarrolló entre los municipios de Issy les Moulineaux (París) y Getafe (Madrid), con un recorrido de 1.197 Km., fue muy accidentada y a ello me referiré a continuación:
La primera etapa discurrió entre Issy Les Moulineaux y la ciudad francesa de Angulema. A las 4 de la mañana ya estaban preparados los aeroplanos y dispuestos los pilotos para iniciar la Carrera. También las primeras autoridades francesas y, según fuentes de la época, unas 200.000 personas estaban presentes en la salida, en aquel aeródromo a orillas del río Sena, de la ciudad parisina. En el despegue, uno de los aeroplanos participantes se estrelló contra un grupo de personas, entre los que se encontraban el Primer Ministro del Gobierno , que perdió un brazo y el Ministro de la Guerra, que perdió la vida. A pesar de lo accidentado de la salida y sus graves consecuencias, ese día, domingo 21 de mayo de 1911, la carrera no fue suspendida por expreso deseo del Gobierno Francés.
A las 5 horas y 10 minutos comenzaron a salir los aeroplanos, siendo el primer piloto en tomar la salida André Beaumon, después Rolan Garros y el tercero Louis Gilber. De los tres siguientes, dos regresaron con problemas de motor y el sexto no llegó a despegar.
A las 06:20 se dio la salida a Vedrines, pero nada más despegar tuvo un problema con el mando de dirección y el aeroplano quedó inutilizado, por lo que se vio obligado a demorar su salida, asignándole un nuevo turno y el avión «Morane Borel» del piloto Berrept, que se quedó sin participar. Tras el episodio de Vedrines, a las 06:22 realizó la salida el piloto Le Laseur de Ranzay, que despegó sin problemas y a continuación lo haría Emile-Louis Train que concurría con un aeroplano de su invención, construido en acero y con un elevado peso, cargado a tope de gasolina y con un pasajero extra. Demasiado peso.
A las 06:30, Train inició el despegue elevándose unos 50 metros, pero sin capacidad de ascenso, por lo que debió virar 180º para regresar al campo, con tan mala suerte que se precipitó en perdida contra un grupo de personas que no deberían haber estado allí. Entre esas personas se encontraban personalidades del más alto rango, entre los que figuraban el Ministro de la Guerra, General Berteaux que falleció prácticamente en el acto y Primer Ministro del Gobierno francés, Sr. Monis, que resultó herido de gravedad. En principio se pensó suspender la Carrera pero fue criterio del Consejo de Ministros que continuara, neutralizando el tiempo comprendido entre las 06:50 del día 21 y las 4 horas del día siguiente.
Los cuatro pilotos que consiguieron mantenerse en vuelo el día 21, habían corrido distinta suerte. Tres de ellos tuvieron que tomar tierra fuera del campo y Rolan Garros tuvo que tomar tierra cerca del municipio de Tours para solucionar un problema de motor, pudiendo continuar la etapa hasta Angulema (Francia).
A las 04:07 del lunes 22, con un día de retraso, se dio la salida a Vedrines, que realizando un vuelo perfecto tomó tierra en Angulema a las 07:70, empleando 3 horas y 43 minutos en recorrer 450 Kilómetros. Vedrines, Garros y Gilbert salieron de Angulema el martes día 23 para llegar a San Sebastián, final de la segunda etapa. El miércoles día 24, permanecieron en San Sebastian para reparar los aviones de Garros y Gilbert que habían sufrido algún desperfecto y por la tarde Vedrines y Garros, como hacen los ciclistas, salieron en coche hacia Vitoria para explorar una parte del terreno.
La tercera etapa, se realiza el día 25, y salen de San Sebastián los tres pilotos, para cubrir los 450 Km. de distancia, pero Garros y Gilbert tuvieron problemas y no pudieron continuar a Madrid. Vedrines despegó del aeródromo improvisado en la Playa de Ondarreta sin dificultad y se dirigió a la meta final de Getafe, donde le están esperando un público enfervorecido, que se estimó en más de 50.000 personas, llegadas de Madrid en tren, en autobús y coches privados y Sus Majestades los Reyes Alfonso y Victoria Eugenia, además de otros miembros de la Casa Real.
Vedrines salió de San Sebastián a las 07:16. Después fue visto por Tolosa, por Vitoria y por Miranda. Cuando sobrevoló Pancorbo, tuvo que realizar una maniobra brusca, y a partir de ese momento notó que algo no funcionaba bien, por lo que optó por tomar tierra en Qintanapalla (Burgos). Desde allí se desplazó en automóvil a Gamonal, en Burgos, donde estaba el taller de soldadura y mecánica de un tal Benito Díaz, que le habían recomendado, y así poder reparar las dos piezas que se habían roto: una varilla de la válvula de escape y un tubo del conjunto estabilizador.
Reparadas las piezas en el citado taller, regresó a Quintanapalla para montar las piezas ya reparadas. Una vez montadas las piezas, Vedrines despegó con su aeroplano para dirigirse a Gamonal y poder comprobar el funcionamiento correcto. Cuando el aeroplano quedó aparcado en Gamonal, eran las 18 horas y quedaba poca luz para emprender el vuelo a Madrid, por lo que monsieur Borel y sus mecánicos, decidieron que era demasiado arriesgado intentar llegar a Madrid, tras una larga jornada y el cansancio acumulado. La Guardia Civil custodió el aeroplano hasta la hora de salida.
Vedrines se alojó en el Hotel París de Burgos y pidió que le llamaran a las 4 de la mañana. A las 04:30 abandonó el Hotel Paris de Burgos, para dirigirse a Gamonal donde se encontraban los mecánicos preparando el avión. Vedrines se subió al avión y despegó a las 05:15 y tras dar unas vueltas se elevó y se dirigió a Madrid. Tras pasar por Lerma, a las 06:15 sobrevoló Aranda de Duero, dando unas vueltas para ser vitoreado por los arandinos. A las 8 de la mañana sobrevolaba Madrid y, unos minutos más tarde, su avión rompió el silencio matutino y la claridad del cielo de
Getafe, y daño una vuelta de reconocimiento, sobrevoló el pueblo aterrizando a las 08:06 en la Dehesa de Santa Quiteria, en Getafe, donde a tal fin se había improvisado un aeródromo para la ocasión. Al tratarse de un día laborable, el público asistente no era tan numeroso como el que había asistido el día anterior, que había sido festivo, pero era suficiente para rodear al aparato e impedir la normal recepción del piloto. Vedrines saltó del aeroplano, quedando sentado en el suelo, mientras algunos de los presentes pretendían abrazarle, cosa que impedía gesticulando con los brazos. Estaba aterido y atenazado por el frio de la madrugada y el tiempo tormentoso y revuelto de esta época del año. Trasladado al puesto de la Cruz-Roja, estuvo descansando un rato, saliendo a posar para los redactores gráficos y los operadores de cine llegados desde París.
Vedrines siempre estuvo acompañado por la sobresaliente figura de Kindelán, del Gobernador Civil de Madrid, Fernández Latorre, del Alcalde de Getafe, Gregorio Sauquillo, y de otras personalidades, además de los comisarios, cronometradores y periodistas, pasaron al barracón hangar, donde se brindó con una copa de champán, al tiempo que el señor Ortega Munilla le hacía entrega de un tro-feo de plata donado por el periódico “El Liberal”.
Los datos técnicos de este singular vuelo, en el que se inscribieron un total de veinte audaces avia-dores, son los siguientes: Distancia recorrida: 1.197 kilómetros. Duración real del vuelo: 12 horas, 47 minutos. Velocidad media: 93.63 Km/h. Vedrines llegó a Getafe con un día de retraso, pero los Reyes y el numeroso público que le habían esperado el día anterior que había sido festivo, ya no se encontraban en Getafe.
El total de premios conseguidos por Vedrines fue: 100.000 francos del Le Petit Parisien, 2.500 pesetas del Ayuntamiento de Burgos, 500 pesetas del de Aranda del Duero, y copas de S.M. el Rey, del Real Aéreo Club de España y del periódico “El Liberal”, y la cruz y el título de Caballero de la Orden de Alfonso XII, otorgada por el Rey. Vedrines y sus acompañantes regresaron a Madrid con la pro-mesa de participar en el festival aéreo suspendido en la tarde anterior, día 25, siendo recibidos por don Alfonso XIII en el Palacio Real.
A las tres de la tarde del viernes día 26, salieron de Madrid, con una frecuencia de treinta minutos, los trenes especiales con destino al festival suspendido por los incidentes que demoraron el final de la carrera. Fue tanta la expectación que se agotaron las entradas baratas, cuyos precios oscilaban desde la peseta del pase a la tribuna general, las 16 pesetas del pase de libre circulación, a las de 75 con derecho a asiento en el palco. Según informaron diversos medios de comunicación, asistieron unas 15.000 personas.
Pero nada más agotarse el aforo de la Dehesa de Santa Quiteria, se desató un violento vendaval que produjo destrozos en las instalaciones preparadas al efecto. Y nuevamente hubo que suspenderse la atrayente demostración hasta el sábado día 27. De todo ello les hablaré mañana día 27, si no existen contratiempos.