POR MARTÍN TURRADO VIDAL, CRONISTA OFICIAL DE VALDETORRES DEL JARAMA (MADRID)
Ocurrió que unos cuantos amigos salieron a cazar a las afueras de Madrid, cerca de Villanueva del Campillo. Era el día 22 de octubre de 1845.
Se prometían una jornada muy gozosa, porque hacía buen día y esa aventura en el campo resultaba ser muy apetitosa. Iban provistos de todo lo necesario
para ello, perros, escopetas, y comida, porque pensaban pasar todo el día practicando ese deporte.
Sin embargo, como a eso de media mañana, cuando se disponían a hacer un receso para reponer fuerzas y ninguno de ellos tenía a mano su escopeta, fueron asaltados por otra cuadrilla bastante numerosa e intimidatoria que merodeaba por los mismos parajes. El resultado fue que los ataron con cuerdas, los amordazaron, los obligaron a estar echados en el suelo, y mientras un par de aquellos delincuentes les vigilaban con sus “puscas” (escopetas recortadas) el resto de la cuadrilla se dedicó a despojarles de todo cuanto valor tenían y, por supuesto, de sus armas y utensilios de caza.,
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