LAS APORTACIONES DE ÁNGEL BLANES VERDÚ A LA HISTORIA DE XIXONA (PARTE 2)
May 30 2024

POR BERNARDO GARRIGÓS SIRVENT, CRONISTA OFICIAL DE LA CIUDAD DE XIXONA (ALICANTE)

Sus estudios comenzaron en 1959 con el artículo: “Todos los hermanos eran valientes”, en el que analiza las aventuras de un grupo de 4 hermanos de la familia Servent y sus descendientes quienes, como soldados de los Tercios de Flandes, lucharon por media Europa (Holanda, Francia, Italia, Portugal, Bélgica,…) a finales del siglo XVI. En este trabajo práctica uno de los géneros en los que será maestro: la biografía. Para ello se apoya en la Década primera de la historia de Gaspar Escolano publicada en 1611, unos años después de estos sucesos. Este trabajo junto con el artículo «Jijona en el siglo XVII» de Fernando Galiana Carbonell son esenciales, pues marcan el resurgir de los estudios de historia, que habían decaído en la década de 1950, tras una década de esplendor marcada por la figura del padre José Belda .

Dos años más tarde publica un trabajo esencial para la historiografía jijonenca: “Franciscanos en Jijona”. En él se analiza la fundación del convento de San Francisco y del convento de Santa Ana. Este artículo ha dado pie para que varios historiadores escudriñen en nuestros archivos y complementen la información inicial facilitada por Ángel Blanes. Respecto al convento de San Francisco analiza las luchas existentes dentro de la familia de los franciscanos entre los descalzos y los observantes, siendo estos últimos quienes fundarían el convento.. También comentaba los pormenores de la cesión del edificio del exconvento en agosto de 1904 por parte de su propietario José de Scals a los Capuchinos para que fuera de nuevo puesto al culto católico hasta 1926. En este mismo artículo también explica la fundación del antiguo y desaparecido Convento de Santa Ana, situado en la plaza de las Monjas, en 1607.

Su carrera militar y el tener que irse al extranjero (Alemania y Estados Unidos) para perfeccionar sus conocimientos hicieron que durante 8 años no pudiera investigar sobre la historia de Xixona. Así el tercer artículo aparecería en 1969.

Este trabajo es muy importante, pues supone la primera narración de la construcción de la Iglesia Nueva. Para ello consulta el archivo parroquial, única fuente documental existente pues: “El incendio de la Casa Consistorial, ocurrido en el año de 1707(…) nos arrebató también las actas donde constaban las conferencias y debates que hubo lugar para decidir al fin la imperiosa necesidad de un nuevo templo”. En esta narración se analizan desde los motivos para la construcción del nuevo templo y la controversia surgida en 1592, la cuantía de las obras y los patronos de las mismas, el lugar de la nueva iglesia y las distintas fases constructivas. Fernando Galiana siguiendo las directrices marcadas en este artículo escribirá otros tres que detallarán los datos aportados por Ángel Blanes.

En 1970 descubre a los jijonencos la existencia, en pleno siglo de oro de nuestra cultura, de un místico, de un santo jijonenco: Fray Melchor Aracil. A versar su biografía y sus valores cristianos dedica un total de 10 artículos, publicados todos menos uno en el Programa de Fiestas desde 1970 a 1997. Pues según manifestó: “he de confesar que me siento atraído por su figura y me enorgullece el pensar, que un hijo de nuestro pueblo fuese distinguido de una manera tan clara por Dios. Aquí realizó algunos de sus milagros y de aquí salió para morir en la capital valenciana(…)”. El artículo publicado en 1970 bajo el título “Un santo varón nacido en Jijona” constituye una biografía sobre Fray Melchor Aracil, una biografía al dictado clásico, analizando su vida personal, sus estudios, sus publicaciones y sus méritos académicos. En tres artículos sucesivos publicados, desde 1981 a 1983, desglosa esta biografía en tres etapas: niñez, adolescencia y madurez. En 1994 detalla los pormenores de sus últimos años de vida y su muerte en Valencia en 1601. En 1986, 1989 y 1991 escribe tres nuevos artículos dedicados a exaltar los valores cristianos que hicieron de Fray Melchor Aracil un santo: la mortificación de su carne y sus pasiones, la persistencia en la oración, la penitencia, las disciplinas autoimpuestas. Su devoción por el Santísimo Sacramento,  la Virgen María y las almas del purgatorio. Para realizar estos trabajos consulta el expediente incoado en 1610 por el arzobispo de Valencia San Juan de Ribera para beatificar a Fray Melchor Aracil, basándose en dos milagros. Uno de ellos sucedió en la ermita de San Sebastián  y otro en Valencia tras su muerte.

En 1974 abre un nuevo campo de estudio: la conquista del reino musulmán de Valencia, allá por el siglo XIII, al que dedica  8 artículos publicados desde 1974 a 1990. La primera aproximación a esta época la constituye la biografía de Roger de Lauria, uno de los grandes señores feudales y alcaide de Xixona, que vio la luz en  1974.  En 1976, cuando se cumplieron 700 años de la muerte del rey Jaime I, a quien califica como: “ uno de los grandes de su época y que a la postre fue el que nos liberó de la dominación musulmana y el que nos dio nuestra personalidad y nuestra lengua”, escribió un artículo analizando su biografía y los principales actos que se iban a celebrar en Valencia y en Xixona en conmemoración de esta efeméride. Posteriormente, escribiría otro artículo sobre el testamento político del rey, que sirve para matizar y ampliar su carácter de gran estratega. Incluso comenta un hecho anecdótico de su vida como es: la herida producida por un dardo de ballesta en el cerco de Valencia que a punto estuvo de causarle la muerte.

Respecto a la conquista del reino musulmán de Valencia no realiza un análisis pormenorizado de la misma, si no que estudia algunos hechos transcendentales y significativos  como: el pacto entre el rey D. Jaime y su yerno Alfonso de Castilla firmado en 1245 en la actual población de Camp de Mirra para repartirse las tierras de conquista entre estos dos reinos peninsulares o la toma de la fortaleza de El Puig en las proximidades de la ciudad de Valencia. También explica el papel que jugaron las órdenes militares en la conquista del Reino de Valencia, especialmente la Orden Militar del Temple y la Orden del Hospital de San Juan de Jerusalén. Esta época histórica le sirve de justificación para acercarse, por primera y única vez, al mundo económico, así explica las principales monedas que circularon en esos tiempos de lucha entre moros y cristianos.

El siguiente tema en su extensa producción lo constituye su santo preferido, San Vicente Ferrer. Ha dedicado un total de 9 artículos, publicados desde 1980 a 1999, a versar sobre su vida y milagros. Todos estos artículos han sido publicados en el Programa de Fiestas de Moros y Cristianos de agosto, menos el editado en 1986.

El primer artículo que escribe está dedicado a justificar la tradición popular referente a que la madre de san Vicente Ferrer: Constanza Miquel era jijonenca. Para ello fundamenta sus argumentos en un artículo publicado en La Voz de Valencia el 19 de abril de 1919 de Eloy Coloma Sirvent, que se apoya en la antiquísima tradición oral y en ”una memoria hallada por el celoso y activo señor Arcipreste de esta ciudad doctor don Enrique Fayos, en un libro de crónicas que se guarda en el archivo parroquial (…)”. Ángel a lo largo de sus artículos realiza una biografía tanto física como espiritual del santo. Incluso narra la anunciación del nacimiento de un vástago especial a los padres de san Vicente: San Vicente nació en Valencia el 23 de enero de 1350 en la calle del Mar. Fue bautizado al día siguiente en la iglesia de San Esteban, en la misma calle.  La representación del bautismo constituyen los popularmente llamados “Els bultos de Sant Esteve”, a los que dedica un artículo publicado en 1986 en el Programa de Fiestas de Invierno.

Un análisis de sus padres y hermanos lo realiza en el artículo titulado “Semblanzas Vicentinas” publicado en 1996. Su infancia y sus primeros estudios están comentados en el artículo de 1999 titulado “Nuestro San Vicente Ferrer”. A los 17 años entró en el Convento de Dominicos de Valencia. Le tocó vivir una época de crisis, relajamiento de costumbres e inobservancia religiosa. Entre 1368 y 1376 se dedicó a la formación intelectual. Estudió primero Lógica en Valencia, Barcelona y Lérida. Luego comienza su formación teológica, que cursa en Barcelona y Toulouse. En 1374 fue ordenado sacerdote. Desde 1379 a 1380 fue prior de la comunidad de Predicadores.

Sus dotes como conciliador y orador hicieron que solventara con éxito el Cisma de Occidente y la sucesión de Martín I el Humano. Ambos temas fueron analizados de forma didáctica en el artículo publicado en 1995.

En 1399 se lanza a predicar por Europa: Flandes, Francia, Italia, Suiza y la Península Ibérica fueron las zonas visitadas. Su predicación fue sencilla de tipo catequético e insistió en la conversión de costumbres, en la práctica de los sacramentos, en la necesidad de la oración, en la paz cristiana de los pueblos, de las familias y de los individuos y en la proximidad del Juicio Final.

San Vicente Ferrer murió el 5 de abril de 1419 en Vannes, a pesar de que su deseo era morir en Valencia. En el artículo “Las dos Reliquias de San Vicente Ferrer” publicado en 1993 destaca los hechos milagrosos que hicieron que el santo no pudiera abandonar la ciudad francesa, a pesar de haber intentado regresar a Valencia en diversas ocasiones. Sin embargo, como consecuencia del V Centenario de su canonización la reliquia de la cabeza de San Vicente Ferrer estuvo en Valencia del 27 al 30 de junio de 1955. Tras una serie de gestiones se consiguió que el 14 de abril de 1980 llegara a Valencia una arqueta con el busto del santo labrada en plata guardando en su interior el hueso radio del brazo derecho del santo. Seguidamente se abrió el proceso de canonización que finalizó el 1 de octubre de 1458. Como consecuencia de su elevación a los altares se edificó una capilla en su honor en el Convento de Santo Domingo de Valencia.

Ha sido el único jijonenco que ha sabido narrar la importancia histórica, artística y cultural que ha tenido el Real Monasterio de Predicadores de Santo Domingo de Valencia, fundado por el mismo rey Jaume I. Esta pasión por este convento radica en el hecho de que tras la exclaustración  de los monjes debido a la Desamortización de Mendizábal pasó a manos del Estado, quien en 1842 lo destinó a ser la sede de la Capitanía General de Valencia.

Una descripción arquitectónica del edificio la encontramos en el artículo “El Real Monasterio de Predicadores de Santo Domingo de Valencia”. En este convento destaca la Capilla de Sant Vicente Ferrer y la Capilla de los Reyes. También ha dedicado una serie de artículos a contar las biografías de los jijonencos ilustres que profesaron en este convento: Fray Ausias Carbonell, Fray Melchor Aracil y Fray Serafín Tomás Miquel.

En los cuatro últimos años ha centrado su actividad en difundir la biografía de los santos y santas por los cuales los jijonencos sienten verdadera pasión: San Bartolomé, patrón de Xixona; San Sebastián, copatrono, San Antonio Abad, propietario de una ermita en la salida hacia Alcoy y Santa Bárbara, con una ermita en la salida de Alicante.

FUENTE: EL CRONISTA

 

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