LAS HISTÓRICAS SALINAS DE LA TIERRA DE ATIENZA: LA HERENCIA DE UN MAR PRIMIGENIO
May 31 2024

POR CRISTINA JIMÉNEZ BALBUENA CRONISTA OFICIAL DE RIOFRÍO DEL LLANO, SANTAMERA Y CARDEÑOSA (GUADALAJARA) MIEMBRO DE LA REAL ASOCIACIÓN ESPAÑOLA DE CRONISTAS OFICIALES (RAECO).

La recuperación de bienes industriales en el medio rural como actuación de interés económico, social y cultural para la consolidación de la población en un entorno que pierde habitantes es una experiencia que, con las salinas de interior, ha ofrecido resultados en municipios de Álava, Burgos, Cuenca o Lleida, entre otras provincias. En esta misma línea, en la Tierra de Atienza (Guadalajara), incluye una parte de su conjunto de salinas en la candidatura “Paisaje Dulce y Salado de Sigüenza y Atienza”, con la que aspira a convertirse en Patrimonio Mundial. Así lo cuenta la autora del texto.

Queremos introducir al lector en el singular paisaje de las históricas salinas de interior, de la Tierra de Atienza (Guadalajara), por la necesidad de destacar el alto valor patrimonial y cultural de estas instalaciones, pero, sobre todo, motivada por la desaparición de muchas de ellas o su estado de ruina, por circunstancias, unas veces ambientales, otras sociales y económicas, a las que se debe sumar la falta de concienciación de las Administraciones.

Actualmente existen ejemplos a nivel nacional de cómo se pueden recuperar estos bienes industriales con experiencias novedosas que, en comarcas desfavorecidas o sumidas en la despoblación, están sirviendo para dinamizar el medio rural con fines productivos, educativos o interpretativos. Me refiero a iniciativas que han supuesto la recuperación de las salinas de Añana (Álava), con un fuerte apoyo institucional, de Poza de la Sal (Burgos), al Museo Municipal de Salinas del Manzano (Cuenca), al alfolí de las Salinas de Gerri de la Sal (Lleida) y al Parc Cultural de la Sal de Cardona (Barcelona) como centro cultural, al Centro de visitantes del Parque Regional de Ajauque y Rambla Salada (Murcia) y nuevos modelos productivos de las Salinas de Saelices de la Sal (Guadalajara) y de Tenefé en Gran Canaria con la comercialización de su flor de sal.

De la sal y su aprovechamiento.

¿Qué es la sal? Los tratados sobre la única piedra comestible refieren que la sal es el condimento más antiguo empleado por el hombre. Su composición muestra que el cloruro sódico o sal común se compone de la reacción de un metal alcalino inestable, el sodio, y un gas venenoso, el cloro, una combinación perfecta, que da lugar a un mineral conocido como halita que los seres vivos no sólo pueden tolerar, sino que necesitan para su supervivencia. La halita aparece acompañada frecuentemente de yeso, como en Poza de la Sal (Burgos) y en Cabezón de la Sal (Cantabria).

A este respecto, la sal es sólo una de las sales contenidas en el agua salada, por lo que en el proceso de extracción es fundamental conocer en qué orden precipitan: primero los carbonatos, los sulfatos y finalmente los cloruros, factor que depende de la solubilidad.

Tras el uso alimenticio o el ganadero, el papel de la sal para la conservación de alimentos ha sido fundamental hasta el siglo XIX gracias a sus propiedades deshidratantes y antisépticas.

Respecto a la extracción de la sal, una salina es un lugar donde se deja evaporar agua salada para obtener sólo la sal, secarla y recogerla luego para su utilización, consumo o venta. En general, se distinguen dos tipos de salinas: las salinas costeras, situadas en el litoral para utilizar el agua del mar, y las salinas de interior que, según la Asociación de Amigos de las Salinas de Interior, son “aquellas explotaciones de sal y ecosistemas halófilos asociados que se alimentan de un manantial atalasohalino de salmuera y que es evaporada gracias a la acción del sol y del viento” (Hueso y Carrasco, 2006:23). Por ello, también se conocen como salinas de manantial o salinas continentales.

Aunque la explotación de salinas de manantial es relativamente común en otros continentes, la gran mayoría de las salinas de interior de Europa se localizan en España y Portugal, más concretamente en la vertiente oriental de la Península Ibérica: Andalucía, Aragón, Castilla–La Mancha, Cataluña, Comunidad Valenciana, Navarra, Murcia y País Vasco, estimándose que pudo haber hasta doscientas cincuenta explotaciones en el pasado, lo que muestra que el origen geológico de la sal de interior pudo estar en el Mar de Thetis, mar que cubrió la mitad occidental de la Península Ibérica hace doscientos millones de años.

Dentro de las salinas de interior ibéricas existen diversos modelos, variedades que se deben a factores geográficos, topográ ficos, hidráulicos y técnicos. La mayoría de las explotaciones utilizan el agua de manantiales que atraviesan depósitos de sal subterráneos, aunque es frecuente bombear el agua con la ayuda de norias y bombas para aumentar la producción de sal. El agua salada se conduce a unas extensiones horizontales denominadas granjas, en las que se reparte en parcelas o eras.

Algunas salinas presentan singularidades, es el caso de Añana en Álava, donde al no existir un terreno llano  dispusieron las eras en varios niveles e incluso sobre plataformas horizontales artificiales que reciben el agua del  manantial mediante un complejo sistema de acequias o acueductos. Ya en las eras, se produce el fenómeno común al resto de las salinas, la evaporación natural del agua salada para su posterior recolección en terrazos o en almacenes (alfolí), donde debe terminarse de secar antes de su empaquetamiento y distribución.

A pesar de ello, la explotación generalizada e intensiva de las salinas existentes en la Península guarda relación con el uso de la salazón y el establecimiento de grandes factorías por parte de los romanos. Recordemos que para algunos investigadores el término salario proviene de su supuesto uso como forma de pago a las legiones romanas.

Las salinas de la Tierra de Atienza.

En Guadalajara, las salinas más importantes se agrupan en dos zonas, las de los ríos Salados de Atienza, y la zona de los afluentes del Alto Tajo, diferenciadas en las explotaciones del señorío de Molina y del Ducado de Medinaceli.

En el caso de Atienza, el conjunto salinero se localiza en un espacio de 20 kilómetros donde se han diferenciado hasta diez explotaciones: Imón, Bonella (La Olmeda), Bujalcayado, Gormellón (Santamera), Rienda, Tordelrábano, Carabias, Alcuneza, Paredes, Riba de Santiuste, Valdealmendras y El Atance, estas últimas desaparecidas bajo el pantano del mismo nombre. En general, sus características constructivas, técnicas y su proximidad sugieren un origen romano, lo que no excluye que hubiera un aprovechamiento de la sal durante muchos siglos atrás. De igual manera, parece que hubo una cierta explotación de la sal en la etapa islámica, aunque las primeras referencias escritas están vinculadas a la conquista castellana del territorio y a la donación del diezmo de las salinas de Imón y la Bonella  (La Olmeda) al obispo Bernardo de Agén el año 1139.

Durante la Edad Media diferentes reyes castellanos como Alfonso VII, Alfonso X en las Partidas y Alfonso XI se afanaron en recuperar la propiedad de las salinas para la Corona.

Con todo, fue tal la importancia de las explotaciones de Atienza que, en las investigaciones de Felipe II en 1564 para incorporar las salinas a la Corona, se destacan las 140.000 fanegas de Atienza, 15.000 del Gormellón (Santamera), frente a las 563.000 fanegas del resto de las salinas de interior. En 1873, algunas de las viejas salinas de Imón y la Olmeda pasaron a manos particulares, incorporándose a la producción nuevas instalaciones como las Rienda, Bujalcayado, Tordelrábano, Cercadillo, Paredes, y Alcuneza. Fruto de este relanzamiento y renovación, las instalaciones de Imón y La Olmeda obtuvieron la medalla de oro de la Exposición Universal de Barcelona en 1888.

Hay que señalar que las Salinas de Imón (Guadalajara) llegaron a tener tres almacenes de gran tamaño, dos de ellos se conservan en pie, San Antonio y San José; cinco norias, cuatro de ellas se conservan en estado aceptable, distribuidas a lo largo de la instalación; varios recocederos y unas mil albercas, que mantienen la mayoría de sus empedrados y maderos.  Cierran el conjunto edificios anejos, oficinas y pequeños almacenes que nos dan una idea completa de su actividad. Fueron declaradas BIC en 1992. Próxima a ella, las salinas de la Olmeda, la antigua Bonella, todavía conserva sus cinco norias, dos pozos y unas ochocientas albercas. En el caso de las salinas del Gormellón, monumento histórico artístico desde 1933, son hoy una propiedad privada que ha sabido mantener la esencia de su característico paisaje.

Sin duda, un conjunto representativo de la importancia de la sal en el pasado, del valor histórico y patrimonial de sus explotaciones que ha supuesto su inclusión en la candidatura “Paisaje Dulce y Salado de Sigüenza y Atienza” para convertirse en Patrimonio Mundial. Revista «La Carta Local » de la FEMP. Páginas: 44 y 45

FUENTE: http://femp.femp.es/files/842-400-fichero/Carta%20Local%20n%C2%BA%20379,%20mayo%202024.pdf

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