POR JOSÉ LUIS ARAGÓN PANÉS, CRONISTA OFICIAL DE CHICLANA DE LA FRONTERA (CADIZ).
Una carta de fecha 15 de junio de 1774, hoy se cumplen 250 años, dirigida al obispo de la diócesis de Cádiz y Algeciras, fray Tomás del Valle (1686-1776), por José Manjón, hermano de Francisco (1714-1784), daba cuenta de la finalización de las obras de la nueva capilla-ermita dedicada a Santa Ana. Al mismo tiempo, solicitaba licencia para su bendición. La obra fue, pensamiento primero y patrocinio benefactor después, de ambos hermanos Manjón bajo la dirección del arquitecto Torcuato Cayón de la Vega (1725-1783).
En el lugar elegido para su construcción –el punto más alto de la colina– existió desde 1737 un molino construido por Antonio Isidro de Aguirre Echenique. Cerca de él, se encontraba la antigua ermita, en la “ladera baja hacia lo que actualmente es la zona de El Mayorazgo Alto”. Del mismo modo que la anterior, la nueva ermita –de estilo neoclásico– se edificó sobre unos terrenos pertenecientes al XIV duque de Medina Sidonia, a la sazón, Pedro de Alcántara Pérez de Guzmán y Pacheco (1724-1789), quien concedió permiso y licencia sin mayores dificultades. No debemos de olvidar que la advocación a Santa Ana en Chiclana –y en la casa ducal– se debe a la duquesa consorte, Ana de Aragón y Guerra (1500-1556), esposa que fue del V –y tras la nulidad de su matrimonio–, del VI duque de Medina Sidonia.
Bibliografía:
-ROMERO MONTALBÁN, J. D. (2014): “El cerro de Santa Ana, historia y culto”. Navarro Editorial. Maquetación, Vexel Estudio Publicitario. Impresión Publidisa.