LA CASA DE FALLA

POR TITO ORTIZ, CRONISTA OFICIAL DE GRANADA

Un patio en La Antequeruela Alta, cobijó en dos decenios a lo más florido de la creación artística internacional, gracias a la amabilidad de, María del Carmen Falla. 

Falla solía hospedarse cuando venía a Granada, en la pensión Carmona, que le había recomendado el pintor, Vázquez Díaz, en los establecimientos de la calle Real de La Alhambra, cercanos a la familia Barrios, pero cuando ya decide aposentarse en nuestra ciudad, procura no distanciarse mucho del monumento nazarí ni de sus amigos, así que elige una casita en La Antequeruela, que desde ese instante, principios del año del Concurso de Cante Jondo, pasa a ser su hogar, y el de todos sus amigos. Los Falla, (su hermana y él), reciben a sus amistades, a veces sin necesidad de anunciarse, y salvo lluvia o frío, lo hacen en su hermoso jardín patio, a la siniestra de la entrada de la casa. El recinto tiene las dimensiones manejables de una estancia, en la que agua y vegetación se dan la mano, por lo que resulta placentero, sestear en el lugar, charlar con los amigos, darse al placer de la lectura, o al bordado vespertino, como hacían la hermana del músico y Federico García Lorca, mientras don Manuel ojeaba loa prensa del día, escuchaba la radio, o conversaba con ellos. Miguel Cerón, Fernando de los Ríos, Hermenegildo Lanz, Manuel Ángeles Ortiz y, Federico García Lorca, junto con los Barrios ( Antonio y Ángel ), frecuentan el lugar, como si de su casa se tratara. 

Abanicos y limonada 

Éste patio, que en su segunda altura se convierte en jardín, tiene balconada a Granada, primeras vistas del reciente hotel Alhambra Palace, y el tamaño justo para convertirlo en una estancia más de la casa. Solo cruzar la entrada, esa taza de fuente en el suelo, con su chisporroteo, captó toda la atención de Wanda Landoswka, que interpretó como humidificador natural el granadinísimo artilugio, que da la bienvenida a una casa, en la que vive un genio de la música soltero, que cuenta con toda la complicidad de una mujer que lo conoce más que nadie, y que permite que éste haga su vida, en la que se incluye la composición como “leitmotiv” de sus vidas. 

María del Carmen Falla, hermana del músico que nació en la plaza de Mina gaditana, es una mujer fundamental en la vida del músico, que le aporta la intendencia, y la seguridad necesarias, para que él se dedique exclusivamente a su labor creativa, mientras ella se encarga de todo lo demás. Al perder a sus padres con tan solo cuatro meses de diferencia, los hermanos Falla, se unen desde la primera estancia veinteañera del maestro en Madrid, floreciendo con toda naturalidad en su etapa granadina, en la que todos los amigos coinciden en alabar la actitud de María del Carmen, que pronto se gana su confianza y amistad sincera. 

Tranvía de cremallera 

La educación exquisita de Falla, y el trato cordial con los granadinos, pronto le granjea la admiración y el respeto del paisanaje. Sabido es que, por la cuesta que accede a su casa, pasaba el famoso tranvía de cremallera, llamado así por el artilugio que incluía entre sus vías, donde una rueda dentada, encajaba a la perfección en un listón dentado, de tal forma que tanto en el ascenso, como en el descenso de la cuesta del Caidero, y la Antequeruela Baja, el mecanismo permitía el normal discurrir del tranvía, impidiendo que el desnivel pudiera dejarlo sin control en su velocidad. Pues el experto tranviario que manejaba la complicada máquina, no consentía que don Manuel perdiera la oportunidad de coger el transporte, y sin que el cotidiano viajero tuviera que estar en la parada señalizada, el tranviario, paraba al transporte al inicio de la calle de don Manuel, para que éste no tuviera que coronar la cuesta y volver más tarde sobre sus pasos para llegar a casa. De igual manera, éste tranvía que comenzaba su trayecto en la Plaza de Santa Ana, entraba por la calle de La Colcha, y atravesaba todo el Realejo, hasta llegar al hotel Alhambra, paraba sin necesidad de estar en el lugar marcado, para recoger a Falla, sin tener en cuenta el punto del trayecto donde el músico se encontraba, en deferencia a tan ilustre vecino. 

Pocos patios en Granada, han tenido la oportunidad de albergar en su interior, a un número tan nutrido de artistas de todas las disciplinas, que venidos de distintos puntos del mundo, confluyeron en éste punto concreto de Peña Partida, por donde entraron los cristianos en 1492.

FUENTE: EL CRONISTA

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