PIZCA DE BIZNAGAS

POR FRANCISCO JAVIER ARELLANO LÓPEZ, CRONISTA DE LUIS MOYA, ZACATECAS (MÉXICO)

En el campo, uno no se muere de hambre- dijo el Ing. Antonio Díaz De León.

Cuánto ruido causa esta expresión para los que nacimos en la provincia mexicana, en el campo durante el siglo XX cuando la tierra nos ponía al alcance de nuestra boca casi todos su productos en forma directa. Nuestro gusto está lleno de sabores naturales de elotes cocidos o tatemados, frijoles de la olla, tortillas de maíz hechas a mano y cocidas en comal de barro o de lámina, carne cecina de ternera prieta, café con leche hervida de vaca pinta, calostros, panelas y quesos naturales; jitomates, papas silvestres, betabeles, zanahorias, rábanos, chiles, tunas de muchos colores y sabores, biznagas, mezquites; frutas como los higos, duraznos, chabacanos, granadas, uvas… y otros productos del campo.

Esta frase la dijo cuando andábamos pizcando biznagas en el cerro de La Mesilla. Habíamos salido de Luis Moya a las 6 de la mañana del día 12 de junio del 2024. Fuimos el MVZ. José María Luévano, el Ing. Antonio y yo con la idea de ir a cortar las biznagas. Toda una vida viviendo en este lugar y nunca habíamos ido a pizcar biznagas. Nos llevamos un recipiente y un cuchillo para cortarlas.

La biznaga mexicana es una planta de la región árida y semiárida de México. Es atractiva y espeluznante por su forma, por sus espinas y por su originalidad. Es tan bella que ya se encuentra en extinción. De su entorno agreste ha pasado a entornos de ornato de casas ricas y de oficinas. Además que su explotación no está controlada y sé que a estos lugares vienes camiones de carga pesados a llevarse “estas piñas” ya peladas para hacer dulces de biznaga llamados Acitrón. La pagan barata y así, sin la conciencia de cuidar el entorno, se las venden. Ya se sabe que el principal depredador de la naturaleza es el hombre.

Pero volvamos al fruto de la biznaga. Yo no pienso pizcar muchas biznagas. Se habla que actualmente, el kilo de biznaga cuesta entre 80 y 130 pesos. Yo me conformo con 200 gramos. El ing. Antonio lleva un recipiente como de 3 o 4 kilos. El es un hombre de campo con título de Ingeniero de Minas. Él encuentra puntas de obsidiana en este sitio arqueológico y nosotros encontramos solo piedras. Conoce la región como la palma de su mano y ha trabajado en la mina de Slim. Conoce historias del tesoro de Miguel Chiquito que luego se las contaré, así como él me la contó. Nos dividimos en la montaña encontrando las biznagas. La primera bola erizada que vi le pedí sus frutos, vieja costumbre de pedir permiso a las plantas, y ella aceptó regalarme algunos frutos que comencé a comerlos. Nunca lo había hecho. Están crudos y dulces. Nunca había probado este manjar natural. He probado tunas, pitayas y biznagas pero nunca las había cortado. Créanme que los nopalitos cortados con tus manos, los hongos recogidos por ti mismo, las pitayas bajadas con tus brazos, las tunas peladas con tu cuchillo y cogidas por tus manos tienen otro sabor.

Si un joven del siglo XXI estuviere leyendo esto, de seguro me juzgaría como ser prehispánico. Sus sabores de ellos son otros, yo también los conozco, son sal, limón, chile, chamoy en las frutas que las echan a perder, bueno eso digo yo; ellos consumen papas fritas comercializadas, agua dulce estancada y con gas, panes integrales, sopas maruchas, etc. ¿Y SI UN DÍA NO HUBIERA ESTO? Yo pienso que estos si se mueren de hambre. Me gustaría que un joven del siglo actual probara las biznagas.

En el cerro La Mesilla se siente la vida silvestre. Pienso que en cualquier montaña. Pero aquí hay mucha vida. El Ing. Antonio cortó una varita de una planta llamada sangregrado, la peló y la comenzó a masticar. Dice que es buena para las encías. Yo la probé. Luego nos regresamos no sin antes ver la cabeza de indio que se provoca con la sombra del sol sobre unas rocas que están en la parte poniente de La Mesilla. La imaginación crea maravillas. Luego el Ing. me regaló dos puntillas de obsidiana que encontró. El pizca biznagas y halla objetos arqueológicos. Pienso disfrutar un tiempo estos obsequios y, después regalarlos al museo de Buenavista.

Con gusto volveré a comer biznagas a la Mesilla. Ahhhh los invito a disfrutar un fruto cortado con nuestras manos para que sientan el sabor directo y diferente de estos frutos.

FUENTE: https://www.facebook.com/fcojavier.arellanolopez

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