LA MURCIA QUE NO VEMOS «QUE SE PONGAN TOLDOS EN LOS SITIOS DONDE EL SOL MÁS CASTIGA»

POR ANTONIO BOTÍAS SAUS, CRONISTA OFICIAL DE MURCIA.

Desde antiguo. Fotografía de la calle Trapería, datada en 1928, que muestra los entonces ya históricos toldos para combatir el calor.

La costumbre de colocar velas contra el calor que mañana comienza se remonta a hace seis siglos en la capital.

Ahora, porque así somos en estas latitudes, muchos harán cola para colocarse la medalla que otorga el título de Recuperador Oficial de los Toldos de Trapería. Con una distinción de estas, de las que se reparten ciento cincuenta mil cada año en Murcia, conozco a más de uno que viviría del cuento toda su vida. Ahí está, por ejemplo, algún que otro político que propuso lo mismo hace un tiempo y acabó de diputado. Pero como el tema de los toldos lo tengo tan pedido y escrito tantas veces, que cada palo aguante su vela (vela, de toldo) Y a correr. Y sí, yo venía proponiéndolo en el desierto desde mucho antes que en 2016, milagro auténtico, se hiciera realidad.

A lo que vamos. La idea de colocar toldos en Trapería y Platería se remonta, por no escarbar más hondo en la historia, a hace seiscientos años. Como poco. El Concejo de Murcia, en un acta fechada el 12 de junio de 1419, ordenó con motivo de la procesión del Corpus cubrir «la Trapería de esta dicha ciudad con paños según se acostumbra cubrir otros años y que haya los más juglares que pueda», según las Actas Capitulares.

Aquellos remotos toldos se hicieron tan populares como necesarios para mitigar la solanera murciana. Y lo cierto es que siempre se consideraron otro de los símbolos urbanos de Murcia.

Murcia no «está acondicionada para el verano. No hay una sola calle con toldos»

El escritor belga Albert T’Serstevens, de paso por la Región en la década de 1920, como apuntó el historiador Juan González Castaño, nos legó una descripción de esas calles «entoldadas con grandes telas, tendidas entre dos fachadas».

Y lo mismo podía observarse en la otra céntrica vía, la Platería. En 1897, en una crónica en verso sobre el día de la Ascensión del diario ‘La Paz de Murcia’, el redactor describía que, tras acabar la función religiosa en la catedral, «la gente se dirigió a la fresca Platería (cuando hay toldos o no hay sol)».

Dos años más tarde, el 18 de mayo de 1899, ‘El Diario de Murcia’ se mostraba partidario de que el Corpus fuera por la mañana, «y en ello no hay ninguna dificultad, solo se exige, porque son necesarios, que el ayuntamiento prepare algunos toldos y que estos se pongan en los sitios que el sol castiga».

Unos días más tarde, otro diario, ‘El Heraldo de Murcia’, abundaba en la cuestión. Al parecer, se había nombrado una comisión para gestionar la colocación de toldos «en la carrera del Corpus» y tuvo un éxito evidente en sus gestiones.

De entrada, los vecinos de «de la Trapería y Platería se han suscrito para costear aquellos y en cuanto a los de las plazas de Belluga y Santa Catalina se colocarán por cuenta de la empresa taurina». ¿Por fervor del empresario de los toros? Pues no. Según ‘El Heraldo’, porque «tiene interés en que la procesión se verifique por la mañana».

Entretanto, incluso el obispo estaba dispuesto a aceptar que el cortejo fuera matutino «con tal de que la carrera quede decorosamente cubierta». Cubierta que luego se mantenía durante el verano, aunque no siempre se cubrieron las calles del centro por el Corpus. En 1904, el ‘Diario Murciano’ publicaba el 6 de agosto que «ya han empezado a colocarse los toldos en Trapería. Estamos de enhorabuena los murcianos, porque vamos a tener una calle con todo lo suyo».

En junio de 1901, ‘Las Provincias de Levante’, con cierta sorna, advirtió de que «en los toldos de la calle de la Platería hay 9.217 remiendos». También sabemos que, de tanto en vez, eran renovados. En una de esas ocasiones, en 1904, casi se produce una tragedia en Trapería.

El desastre de 1904

Un 27 de junio, como relató ‘El Liberal de Murcia’, «uno de los nuevos toldos del segundo trozo de la calle, que estaba sujeto a los postes de piedra en el terrado», por efecto del aire o porque no estaba bien fijado, se precipitó sobre la calzada: «Postes, barandilla de hierro, cables de la luz eléctrica, todo envuelto en el toldo, ha caído en medio de un gran estrépito».

Por aquellos años, el Ayuntamiento encargaba a los betuneros la tarea de «correr y descorrer los toldos de dichas calles», función que desempeñaban con el mayor agrado a cambio de ofrecer sus servicios «donde hay movimiento» de clientes. Pero la cuestión no estaba exenta de problemas.

Algunos denunciaron que «la tarea de los toldos la llevamos unos pocos». Los demás, en cuanto sacaban su jornal, abandonaban la calle. Eso, sin contar que por la Feria no eran pocos los betuneros ‘piratas’ que llegaban a la ciudad, lo que provocaba airadas críticas: «Nosotros corremos y descorremos los toldos y los otros se llevan los dineros», denunciaba en el diario ‘El Vega’ el más popular betunero de la época.

Poco a poco, la costumbre de proveer de sombra a los murcianos cayó en desuso. En marzo de 1964 y en un artículo de ‘La Verdad’ ya se recordaban como agua pasada «esos típicos toldos […] que lamentablemente desaparecieron».

Ese año, en agosto, Peñafiel aconsejaba en ‘Línea’ acometer reformas para conseguir una «Murcia turística». Entre ellas, «tener la ciudad limpia, colocar toldos en las calles típicas, rociarlas; macetas, con tiestos de geranios, y ¡una sala de fiestas!».

El diario publicó al año siguiente que los comerciantes de Trapería exigían recuperar los «toldos protectores del sol canicular» que había instalados «en los tiempos del cuplé». Intentaban hacer la calle «más acogedora para su clientela».

El redactor suponía que los toldos no tendrían «uno de los inconvenientes que tuvieron sus antecesores y se procurará evitarlo». Se refería a las bolsas que se formaban cuando llovía, pues la tela no dejaba pasar el agua y luego, «filtrándose», formaba «un goterío de campeonato» que obliga a los parroquianos a llevar sus trajes al tinte.

La iniciativa, la más seria en las últimas décadas, no llegó a realizarse. Al año siguiente, tras un día en que la capital sufrió 41 grados centígrados, el diario ‘Línea’ denunció que Murcia no «está acondicionada para el verano. No hay una sola calle con toldos».

Hubo otros intentos posteriores que se esfumaron como humo político que eran. Muchos años después se recuperaron y ahora resultan, como siempre debieron ser, indispensables para combatir la calorina murciana. Bien hecho.

FUENTE: https://www.laverdad.es/murcia/ciudad-murcia/lamurciaquenovemos/pongan-toldos-sitios-sol-castiga-20240630083939-nt.html

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