El día 8 de mayo de 1926, por R.O.C., se le concede el empleo de Comandante por méritos de guerra con antigüedad de 1 de octubre de 1925. Por los méritos que había contraído el Capitán Angosto Gómez-Castrillón, el Fiscal militar solicitaba al Pleno del Consejo Supremo le concediese el ingreso como caballero en la Real y Militar Orden de San Fernando por el combate sostenido el 22 de agosto de 1924 en la Cuenca del río Lau.
Transcurridos ya varios meses de la muerte en combate del militar ribereño Félix Angosto, el día 6 de noviembre de 1924 el Comandante Militar reclamaba tres testigos en aquella fatal acción.
«Habiendo fallecido en acción de Guerra a consecuencia de las heridas recibidas por el enemigo el Capitán que fue de ese Cuerpo Félix Angosto Gómez-Castrillón ruego a Ud se sirva ordenar la presentación en este Juzgado de tres testigos pertenecientes a dicha Unidad y en caso de no encontrarse en esta Plaza, manifieste la situación actual de los mismos. Fdo. El señor Comandante Mayor».
El día 10 de diciembre de 1924, es decir, apenas había pasado un mes, el Teniente Coronel Juez Instructor Enrique del Castillo, requería al Teniente Coronel Jefe del Tercio de Extranjeros para que trasladase a tres testigos de la muerte en combate para que pasasen por el Juzgado Militar. Tiempo después les tomaban declaración. Tras sucesivas variaciones bien por enfermedad en hospital o bien por traslados de quienes presenciaron la muerte en combate del Capitán Angosto, se llega al día 27 de febrero de 1926 en el que se presentan ante el Teniente Coronel instructor: José Puig García quien era en aquel fatídico día Comandante, el Capitán José Jiménez Jiménez y el Teniente Manuel Bravo Montero, quienes dieron al Juez Instructor la radiografía de la muerte del Capitán Félix Angosto. El crudo combate con las tropas enemigas deparó finalmente 16 muertos y 46 heridos del Tercio.
El pueblo de Aranjuez, a través del Consistorio le rendía homenaje. El día 30 de diciembre de 1924, en la sesión plenaria presidida por el Regidor José Gullón Beneítez, se trataba a propuesta del Edil Tomás Gómez el reconocimiento público al referido Capitán. «Gómez, entendía que la pérdida del joven militar ribereño implicaba el reconocimiento del Consistorio, estando éste obligado moralmente ante sus padres y pueblo, a premiar su heroísmo»