HOSPITAL ERMITA DE JESÚS NAZARENO EN MONTIJO: 1690-1945 (I PARTE)

POR PABLO IGLESIAS AUNIÓN, CRONISTA OFICIAL DE PUEBLA DE LA CALZADA (BADAJOZ)

«Acaba de ser remodelada su techumbre que se encontraba en muy mal estado. Impresionante el proceso de conservación y remodelación del Patrimonio Histórico-Artístico a cargo de la Comunidad Parroquial de San Pedro Apóstol de Montijo»

HISTORIA DEL HOSPITAL ERMITA JESÚS NAZARENO. SUS ORÍGENES: último tercio del siglo XVII o principios del siglo XVIII

No se trata en este artículo de hacer una referencia en torno al proceso de sustitución de la techumbre en este importante edificio histórico patrimonial de Montijo. Efectivamente el trabajo por su conservación desde la Comunidad Parroquial de San Pedro Apóstol está siendo genial en estos últimos meses: retablos, especialmente el Retablo Mayor, pintura del interior del templo y ahora el tejado de la ermita. En todo ello igualmente es de sumar el apoyo y el trabajo desde la Diputación Provincial de Badajoz y desde el Arzobispado de Mérida-Badajoz. Pero insisto, no es la idea aunque es justo recalcar todo ello.

Buscamos una comprensión más desde el plano histórico-artístico y antropológico, desde el terreno de la Historia de las Mentalidades en sociedades y momentos comprendidos entre finales de la Edada Media y la Edad Moderna.

Corremos el peligro y por ello queremos huir del terreno de una excesiva suposición histórica, pero contamos con una argumentación lo suficientemente refutable para poder afirmar que la desaparición del primitivo hospital de pobres en Montijo (siglos XV-XVII, del que nos ocuparemos en un nuevo estudio), está seguramente relacionada con la aparición o entrada en escena de la obra de los Hermanos Hospitalarios que desde Mérida (no en vano por las mismas fechas se levanta en Mérida un hospital con el mismo nombre) extendieron a lo largo de todo el siglo XVII su ingente obra.

Fruto de ello es el nacimiento posiblemente a finales del siglo XVII o muy al principio del siglo XVIII del llamado Hospital Ermita de Jesús Nazareno, una de las instituciones más carismáticas e interesantes con las que ha contado la villa montijana y cuyo legado, contribuye en la actualidad a un alto enriquecimiento del patrimonio histórico-artístico de la iglesia parroquial de San Pedro Apóstol, que como decimos se está preocupando y mucho por su estado de conservación y remodelación: lo hizo en el año 2000 con la restaruración de su retablo mayor y lo ha venido haciendo en sucesivas fases con la pintura y conservación del interior. Ahora ha tocado a la siempre compleja estructura de la techumbre.

Vicente Navarro del Castillo afirma, que dicho «hospital nazareno» no es citado en por Bernabé Moreno de Vargas, quien fue en el siglo XVII alcalde de Montijo y que escribe una interesante obra donde ofrece una rica visión de la comarca emeritense a inicios del siglo XVII (véase para ello la obra V. Navarro del Castillo, Montijo. Apuntes históricos de una villa condal. Mérida, 1974.)

El hecho de que en Mérida se fundara en el año 1724 un hospital y ermita bajo esta misma advocación hace sospechar que los años de fundación no deben estar lejos y que su erección se debe indudablemente a la acción de los Hermanos Hospitalarios de Jesús Nazareno, que desde Mérida venían por los pueblos solicitando sus limosnas. Las expresiones artísticas aparecidas, las cuales se han podido estudiar y fechar, lo sitúan más hacia los años finales del siglo XVII como un bello fresco donde hoy se encuentra el Retablo Mayor.

Con la clara intención de atender a los más desafortunados nace el hospital de Jesús Nazareno estableciéndose en toda la comarca un importante circuito de centros dedicados a este tipo de atenciones: Mérida, Montijo, Puebla de la Calzada y Badajoz. Montijo contará con el hospicio franciscano de San Antonio, el cual llegó a contar según el Censo de Floridablanca en 1787 con tres profesos, un lego y un donado. Como ejemplo para esta Centuria del Dieciocho y a modo de ir abriendo el sugestivo marco de actuación a favor de esta población marginal, el mencionado censo nos descubre el estado de la cuestión para el último cuarto del siglo XVIII, en el año 1787:

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