POR FRANCISCO JOSÉ ROZADA MARTÍNEZ, CRONISTA OFICIAL DE PARRES-ARRIONDAS (ASTURIAS).
Se dice que todos los cumpleaños se asemejan, pero algunos señalan una pausa especial porque vienen acompañados de un tiempo extraordinario que indica el deseo de detenerse, de hacer un prolongado examen con la cabeza vuelta hacia atrás, pero sin el riesgo de convertirse en estatuas de sal.
Avanza la Humanidad a velocidad de vértigo, porque nos ha llevado en estos últimos cinco quindenios a galopar en la técnica más que en todos los siglos anteriores juntos.
Lo niños, adolescentes y jóvenes de nuestros días ya han nacido con la mente programada para las nuevas y sorprendentes tecnologías, nuevos artificios e insólitas artes y formas de comunicación.
En ciertos cumpleaños es conveniente hacer una pausa para regalarse momentos de reflexión e introspección agradeciendo todo lo que nos ha sucedido, además cumplir años no es envejecer sino haber vivido un año más.
La Sociedad “La Peruyal” cumple 75 años con una junta directiva conformada por doce jóvenes con variadas profesiones. Esta diversidad no solo enriqueció la composición del equipo, sino que también creó un grupo bien cohesionado, capaz de abordar los desafíos con una perspectiva fresca y multidisciplinaria. Sin olvidar -por supuesto- a tantos que desde su fundación trabajaron intensamente a lo largo de estos tres cuartos de siglo por conservar la esencia de tan entrañable celebración festiva.
En esta específica ocasión -como lo hicimos más de 2.000 personas- sobran razones para apoyar la candidatura a Pueblo Ejemplar de Asturias 2024 de esta tan querida Sociedad del Bollu – La Peruyal en nuestro concejo de Parres, municipio que continúa su devenir por la historia, mirando al futuro con la confianza y la esperanza puestas en tiempos cada vez mejores, porque la vida es eso, un avance permanente -con algún tropiezo de vez en cuando- pero sin perder la curiosidad, la admiración, la capacidad de sorpresa, la ilusión y el entusiasmo.
Nació la fiesta de El Bollu-La Peruyal un 20 de agosto de 1949 (por eso san Bernardo es su patrón) y desde el “Práu les Llamargues” fue peregrinando por “El Ronderu”, “El Barcu” y “La Dehesina”, hasta acabar recalando en el lugar ideal para esta celebración, como es el parque de La Concordia, surgido de la nada entre los ríos Piloña y Sella. Son multitud las personas que se han empapado de la esencia y el espíritu de esta fiesta, la cual sigue siendo fiel a sus orígenes exaltando la asturianía en todas sus vertientes.
Danzas tradicionales, grupos invitados de otras comunidades y países, así como buenas orquestas, se funden con la labor de centenares de jóvenes -y no tan jóvenes- en la confección desinteresada y laboriosa de hasta tres decenas de carrozas que -junto con las bandas de gaitas y grupos folclóricos- hacen del día del Bollu algo propio y peculiar de Arriondas: un festival y un desfile profano y multicolor, genuinamente parragués. La llamada kermesse, la noche del sábado; el Bollu, el domingo; y el Bollín, el lunes, marcan tres modos de vivir una fiesta que fue declarada de Interés Turístico Regional a partir del cincuentenario de su nacimiento, en 1999.
La confianza en el trato de la gentes cercanas, la humanidad de la vida cotidiana, el contacto llano y diario entre los vecinos, la conversación desinteresada y franca, forman parte de una ayuda mutua y son rasgos muy positivos a destacar en comunidades festivas y sociales como la que encarna la Sociedad “La Peruyal”, en Arriondas. Es esta más que una fiesta que habita entre los capítulos hermosos del libro de multitud de vidas parraguesas y foráneas, una especie de baúl lleno de añoranzas, alegrías y nostalgias, como la vida misma que contempla desde hace 75 años. (Artículo publicado en los 48.000 ejemplares del semanario gratuito “El Fielato-El Nora”)