LOS MORISCOS EN EXTREMADURA DURANTE LOS SIGLOS XV AL XVII (IIª PARTE)

POR  PABLO IGLESIAS AUNIÓN, CRONISTA OFICIAL DE PUEBLA DE LA CALZADA (BADAJOZ)  

BREVE APROXIMACIÓN A LOS MORISCOS EN EXTREMADURA: SIGLOS XV-XVII 

Interesante al igual que imprescindibles son los estudios y las aportaciones realizadas por la doctora Isabel Testón Núñez y la del grupo de especialistas de nuestra universidad como Rocío Sánchez Rubio o María de los Ángeles Bermejo y que ha tratado sobre el tema de los moriscos en Extremadura llegando a concluir que la orden de expulsión no se hizo efectiva hasta el año 1610 y que dentro del territorio para Extremadura, se dieron diez morerías de las cuales siete estaban en territorio de la Orden Militar de Santiago.
 Cuando analizamos el tema morisco en Extremadura, debemos conocerlo con suma delicadeza y como dice el Catedrático de Historia de Extremadura don Julio Fernández Nievas “nos encontramos ante una auténtica diversidad dentro de esta minoría.”3 Y afirma ello porque esencialmente nos encontramos con los Mudéjares o moriscos autóctonos de Extremadura que centraron la atención de los visitadores santiaguistas y que a la larga son los que se convierten en el verdadero centro y motor de este trabajo, pues estaban tremendamente vinculados a la tierra y lógico que al finalizar la reconquista y ser entregadas las tierras a la menciona orden, quedaran mezclados con la población autóctona más la que se necesitó para terminar de repoblar.
Serían situados dentro de los subgrupos, aparte de Hornachos, Magacela y Benquerencia de la Serena en localidades donde la naturalidad de la convivencia fue total y la relación con la población indudablemente directa.
Relacionados tanto con el estudio de los Libros de Visita y en material municipal con el tema de pechar, se nos habla de morerías en4 Alcántara, Plasencia, Brozas, Trujillo, Valencia de Alcántara, Badajoz, Mérida, Llerena, Zafra, Montánchez, Montijo, Fuente de Cantos, Usagre, Bienvenidas, Vllanueva de la Serena que podemos comprobar directamente con relación a una población morisca que se sabe existía en otras localidades ya más estrictas de la orden santiaguista como Lobón, Torremayor, Puebla de la Calzada, La Garrovilla, Carmonita, Cordobilla de Lácara, Puebla de Obando y La Nava de Santiago.
 El otro subgrupo era conocido según el profesor Nievas como “granadinos” al ser descendientes llegados de Granada y acogida en la entonces naciente Extremadura que ha dado durante mucho tiempo pie para que a las búsqueda incasable de dar respuestas a momentos de los que se carecía de documentación fueron incluso utilizando para explicar el nombre de lugares por abundar asentamientos de esta población inmigrada.6 Quizá inducidos en estos erróneos estudios porque la población granadina fue literalmente dispersada ya de la misma toma de Granada por los lugares de Castilla, León o Galicia, lugares que posteriormente fueron requeridos por las mismas órdenes religiosas para los diferentes procesos de repoblación.
LA REALIDAD SOCIAL EN EL MOMENTO DE LA CONVIVENCIA Y EXPULSIÓN

No fueron ni mucho menos, ni creo nadie a estar alturas defienda como causa única la religiosa para argumentar y dar una lógica y única explicación a la expulsión moriscas. Además, cuando tanto en el tema morisco como en el de los llamados “judaizantes” uno analiza la situación de relación en las diferentes poblaciones especialmente con el tema de la hacienda como “pecheros”, uno se da cuenta que además, implica una confusión ideológica que hace difícil explicar exclusivamente la causa religiosa.

Realmente fueron convertidos de manera forzosa, tampoco lo duda nadie como si negamos
la única causa el no cumplimiento de este requisito, pero durante más de un siglo, los moriscos siguieron siendo población a parte que, a excepción de Valencia, la mayoría de las comunidades habían perdido el habla árabe, empezaban a desconocer e dogma islámico y la religión que seguían practicando en secreto, aún siendo la musulmana, quedaba tan por debajo de la capa superficial cristiana, que en los decretos y órdenes de los visitadores santiaguistas a los pueblos, villas, aldeas y ciudades que realizaban periódicamente entre 1498 y 1606, instan a los párrocos a que sigan en el adoctrinamiento y cuidado de los recién convertidos a la santa fe católica.
Pero no podemos olvidar para el estudio y la comprensión de la realidad social, que en los años iniciales del siglo XVI estamos todavía en unos momentos que podemos denominar de transición con unas bases sociales que hace que en estos pueblos de la llamada recién iniciada Edad Moderna, está marcada y predicha por aspectos étnicos donde a los párrocos le son ordenados que anoten no ya solo a los cristianos que recibían los Sacramento, sino igualmente a los conversos de manera que, aquellos responsables eclesiásticos mantuvieran una muy estrecha relación con ellos desde el punto de vista del cumplimiento y aprendizaje sacramental. Así por ejemplo, en Montijo, en el año 1498 se dice:
“Visitáronse los cristianos nuevos que hay en este villa que se supo. Tomose si sabían santiaguarse y rezaban, y a aquellos que no estaban bien administrados. Mostróseles lo que debían de hacer y mandó ordenado el cura quedase anotado los visitase y administrase.”
Los propios estudios a este respecto hacen girar sobre el problema de los conversos hacia una comprensión social de una minoría étnico-religiosa de judíos y moriscos convertidos que se desarrollan como ya he indicado en mandamientos por localidades como Puebla de la Calzada, Torremayor y Montijo que nos conducen claramente a una realidad social muy compleja especialmente porque ante dicha sociedad estamentalizada y marcada por el privilegio. Éstos obviamente quedan encuadrados en los segundos es decir no privilegiados y obligados al pago de impuestos que como pecheros está siendo y es uno de los temas esenciales para su localización y determinación de número aunque resulta insuficiente como único elemento.

El mismo caso tenemos para el cura párroco de la iglesia de Santiago en Torremayor Pero Hernández al cual en la visita de los años 1500 a 1515 se le insta a que junto a las remodelaciones y conservación del edificio y a que procurase administrar los sacramentos a los convertidos y velar por el cumplimiento de ello.

En la villa de Esparragalejo se ordena al cura titular de su beneficio don Bartolomé Sánchez, que no olvide el correcto funcionamiento de la iglesia y de los aspectos religiosos, aspectos, insisten en que deben circundar toda la vida del párroco y que lleve al día, el libro donde son anotados “los sacramentos” especialmente pidiendo al mayordomo incluso de la parroquial de Santa María, indiquen aquellos que se han convertido o no y “…están aún sin confesar…”, a veces estor ordenamientos venían más por el trabajo acumulado por los propios párrocos que por una desconfianza hacia ellos de los mismo visitadores.

Tengamos en cuenta que estamos hablando de lugares que en el primer tercio del siglo XVI muchos de ellos poseían escaso vecinos, se trasladaban a otros lugares para escuchar misa o recibir los sacramentos y estaban entonces siendo levantadas ermitas e iglesias para un adecuado culto sea el caso por ejemplo de Carmonita que incluso en el año 1560 cacería de:
“No hay crismeras y son necesarias por lo que mandamos hacer a los di- chos mayordomos que las hagan a costa del comendador.”
Era un problema en esta zona de la orden de Santiago que alcanzó claras cuotas de preocupación a los mismos responsables de la orden santiaguista. Tomaremos algunos ejemplos para que nos podamos hacer una idea de lo que supone la carencia de una asistencia espiritual, no sólo por saberse que existía una minoría conversa sino para la misma población conocida como cristianos viejos.
En la localidad de Carmonita, entre los años 1507-1508, los visitadores expresan la preocupación de que en dicha localidad no exista nombrado un celebrante para los Oficios Divinos, la administración de los sacramentos y lo que ellos consideran realmente grave no poder atender a los difuntos, enfermos y aquellos que seguramente, nacidos a la Santa Fe Católica necesitan de dicha asistencia: «…de tal forma que cuando lo necesitan, es a costa de los vecinos…”
Tanta es la insistencia que se dice algo más adelante del capítulo de los mandamientos entendemos el por qué no tiene este lugar y otros como éste asistencia sacerdotal:
“…mas cuando la mesa maestral lleva a este lugar los diezmos los cuales son tales que, con ellos no se puedan sustentar un clérigo, que alcanza la cantidad de seis mil maravedíes.”

El problema quedó finalmente resuelto poniendo de manifiesto la enorme preocupación religiosa por la atención espiritual a los habitantes especialmente donde se conocía que existía población moriscas. Precisamente Carmonita es una de esas localidades que algunos historiadores han determinado que su nombre procede del asentamiento del Carmona de Córdoba, con la asistencia de un sacerdote cuyo dinero será cargado al comendador don López Sánchez Becerra por la cantidad de dos mil maravedíes anuales. Lógicamente el libro donde eran registrados los nombres de aquellos bautizados, sacramentados en general y por supuesto convertidos a la fe católica se guardaba en el Sagrario junto al Santísimo Sacramento, primero de los lugares en ser visitados en el momento de hacer presente la Orden de Santiago en uno de sus lugares.

Que todo lo anterior nos da una idea de que la población morisca vivía en recatada actitud con la mayoría de los cristianos está claro especialmente en lo que se refiere a los años pertenecientes al siglo XVI. Una vez producido el acontecimiento del levantamiento de Las Alpujarras, entre 1568 y 1571 la rescisión hacia esta población debió de hacerse mayor, pues posiblemente en estas localidades se notó.
Unamos a estos elementos un endurecimiento si quieren llamarle así “ideológico” por otros factores como la misma crudeza en la vida conforme avanza el siglo XVI con la influencia de elementos como por ejemplo el que comenzara a faltar el oro y la plata que había estado llegando de América y que llevó a la población cristiana a mirar todo y todos con resentimiento. Tampoco favorecía nada el ambiente en los Países Bajos máxime si se decía que la decisión definitiva al alzamiento moriscos en Las Alpujarras llegó precisamente porque eran conocedores de la poca presencia militar en el territorio peninsular.
Existía desde hacía tiempo un intento que corría por toda Europa sobre la discutible cristiandad de España, otro elemento que señala aún más, precisamente por la presencia de población judeoconversa y morisca en tierras españolas. Y, finalmente, no podemos olvidar que la opinión pública en general que se tenía sobre los moriscos, era una opinión que se encontraba muy dividida entre los que consideraban que como ya hemos indicado, debería de dárseles un tiempo para la mencionada conversión y los que pensaba que su expulsión debía ser inminente.
Podemos afirmar que todos estos datos, no terminan de aportar realmente nada que son datos de un fuerza muy generalizada pero ¿cómo conocer lo que ocurría en nuestros pueblos, villas, aldeas y ciudades extremeñas o de la comarca emeritense en este caso? Hay un ejemplo que nos hace mirar y ver la total integración que algunas de estas localidades, la población morisca podía llegar a tener.

Incluso tras los decretos de expulsión dictados en 1609 y puestos en práctica en 1610 hay localidades donde de manera pública se hace latente la existencia de población morisca dispuesta a convertirse al cristianismo. Tal es el caso de la villa de Montijo donde los condes de este lugar Portocarreros, tenían entre su servidumbre un moro de nación. Hablamos de una población dependiente casi en su totalidad en estos momentos de dos parámetros económicos: la agricultura y la ganadería. Pues bien, la comarca venía asolada por una tremenda sequía. El Archivo Parroquial de San Pedro recoge en su sección de registros sacramentales los siguiente:

“En la villa de Montijo a quince días del mes de agosto de mil seiscientos veinte y tres años, yo, el licenciado Gómez Hernández Silvestre, cura de esta villa, bauticé a Antonio, esclavo de su Señoría, el conde de esta villa. Moro de nación que se volvió a la Santa Fe Católica. Fue su padrino su Señoría y por verdad los firmé.”

Está en esto la solución de que en muchos lugares, desde la misma nobleza a la clase eclesiástica optara, incluso tras el decreto de expulsión de permitir dar tiempo a que este tipo de reacción que ha sido traducida en un exvoto pictórico que de la misma fecha se conserva en la ermita-santuario de la imagen de Nuestra Señora de Barbaño a quien Alonso se encomendó, dar un tiempo como decimos para que pudiera de esta forma creer en una auténtica conversión por parte de cierta población no ya sólo morisca sino también judía.

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