EL DISCURRIR LENTO Y RENQUEANTE DEL VIEJO GUADIANA (ANA)

POR JOSÉ MANUEL JEREZ LINDE, CRONISTA OFICIAL DE E.L.M. DE GUADAJIRA (BADAJOZ)

No sería hasta el año 1994 que pudimos poner cara al río Guadiana (flumen Anas) con el hallazgo del dintel de entrada a un mausoleo de la antigua Augusta Emerita. Este edificio funerario, que alberga varios enterramientos, está situado junto a la “casa del anfiteatro” denominada así por su proximidad con dos de los edificios dedicados a los espectáculos públicos: teatro y anfiteatro.

 La inscripción central de este dintel está flanqueada por dos figuras masculinas, con el torso desnudo, y recostadas sobre dos pequeñas ánforas de las que mana el agua. Los dos parecen aferrarse a tallos nudosos, similares a las cañas e incluso a la conocida como “cola de caballo”  (Equisetum ramossisimum) frecuente en humedales. La figura del anciano (izquierda), cuyo peinado se asemeja con la melena del león, es la personificación del viejo Guadiana (Ana) que se hace acompañar de la leyenda: ANA  – B. (Bonis) B. (Bene). La segunda figura representa a un joven, con cabello ensortijado, que en este caso simboliza al afluente Albarregas: BARRAECA – B. (Bonis) B. (Bene). 

 Se trata por tanto de uno de los documentos epigráficos más importantes, que pone de manifiesto estos dos hidrónimos, y los representa con la personificación del anciano y el joven. También el apartado de la numismática, y más concretamente la serie dedicada a la ceca emeritense, incluye un dupondio con el rostro del anciano de cuyas barbas sobresale nuevamente una pequeña ánfora. Igualmente y dentro del importante repertorio escultórico que alberga el Museo Nacional de Arte Romano (MNAR), conocemos otra representación que tradicionalmente se quiso asociar con Océanos pero que indudablemente se trata del Guadiana. 

 Nuestro ancestral ANAS de paso lento parece, como en el caso de un hombre de avanzada edad,  parece renquear en su curso. En algunos tramos débil, y en otros crecido por sus jóvenes afluentes. Con los años sigue su propio curso y gana nuevos terrenos sembrando de juncia y junqueras en sus orillas.

Bibliografía: Canto, A, M., Bejarano Osorio, A. y Palma García, F. (1997) “El Mausoleo del Dintel de los Ríos de Mérida, «Revve Anabaraecus» y el culto de la confluencia” Madrider Mitteilungen, nº. 38, pp.247-294.

Fuente: J.M.J.L.

 

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