POR ANTONIO SÁNCHEZ MOLLEDO, CRONISTA OFICIAL DE MALANQUILLA (ZARAGOZA)
De repente, en medio de este tórrido agosto, Madrid se vuelve chulapo, castizo y verbenero para celebrar las fiestas de la Virgen de La Paloma, un cuadro de la Soledad a decir verdad, que fue adquiriendo fama de milagroso cuando fue colocado en un retablillo particular en la calle de La Paloma y que con el paso de los años se ha convertido en un verdadero tesoro devocional del viejo Madrid. No es la Virgen de La Paloma la patrona oficial de la Villa y Corte, aunque sí oficiosa y popular.
En torno a su fiesta, el 15 de agosto, se celebran verbenas y Madrid recupera por unos días ese aire castizo y zarzuelero que le caracteriza. Ya no acuden los madrileños a las verbenas después de los toros de Carabanchel pero aún conservan las calles del centro ese sabor a amores escondidos y a chulapos despechados.
Madrid, Madrid, Madrid, que tan bien cantó Agustín Lara desde México, Madrid de nuestros amores y de nuestros pesares.
Quien ha nacido en Madrid no encuentra sitio mejor para vivir.