POR JESÚS MARÍA SANCHIDRIÁN GALLEGO, CRONISTA OFICIAL DE ÁVILA
A comienzos del siglo XX, la ciudad de Ávila se vio especialmente engrandecida con las fotografías panorámicas que hizo Redondo de Zúñiga tomadas desde los Cuatro Postes.
En ellas aparecen la ciudad amurallada y el territorio que se extiende desde el cerro de San Mateo hasta “Fuentes Claras” en una gran proyección paisajística que se comercializó en cuatro postales distintas y en otras dobles y triples. Los tipos populares con sus caballerías y otras escenas callejeras de Ávila fueron otro de los temas preferidos de Redondo de Zúñiga, tanto que las postales que recogen sus fotografías son las más apreciadas y valiosas para los coleccionistas, también para el público en general.
Ángel Redondo de Zúñiga fue un fotógrafo aficionado que eligió Ávila como escenario artístico de su actividad profesional y a quien vemos colaborando con frecuencia en las publicaciones abulenses desde principios de siglo, aunque tenía estudio en la calle San Agustín, 3 de Madrid.
Una fotografía suya, luego comercializada como tarjeta postal, donde se ve un mendigo a la puerta del convento de Santo Tomás junto a un niño, comiendo ambos la “sopa boba”, fue “diploma medalla de oro” en el concurso organizado en 1901 por la Sociedad Fotográfica de Madrid que ganó Antonio Cánovas del Castillo y en el que otra fotografía de Ávila de Narciso Clavería obtuvo una medalla de oro por una imagen del coro del Monasterio de Santo Tomás.
En 1900, la imprenta de El Diario de Ávila, sucesor de El Eco de la Verdad, publicó el libro Monumentos de Ávila. Guía para visitar la ciudad, escrito por Fabriciano Romanillos y Fernando Cid con la colaboración artística de Ángel Redondo de Zúñiga.
La colaboración de Ángel Redondo consistió en ocuparse de la reproducción de veinticuatro fotograbados de la ciudad encabezados por una vista general de Ávila y su muralla con los Cuatro Postes en primer plano, para lo cual utiliza copias hechas por él mismo, y otras de Laurent, Lévy, Lacoste y Rafael de Sierra.
Algunos de los fotograbados incluidos en la guía de Romanillos ya habían sido reproducidos en el periódico local El Eco de la Verdad en el número extraordinario dedicado a Santa Teresa de 1896.
Las bellas y originales fotos de Ángel Redondo fueron comercializadas con los sellos de la fototipia Laurent, Lacoste, Hauser y Menet, y Thomas, haciendo constar en dichas tarjetas “Cliché de Ángel Redondo de Zúñiga” o “Fotografía A. R. Z.”. Y en 1904, Ángel Redondo ilustró con cuatro fotografías el número extraordinario de El Diario de Ávila del 15 de octubre dedicado a Santa Teresa, lo que le valió merecidos elogios de la redacción.
Ya en 1914, la revista La Fotografía que dirigía Antonio Prast y presidía Ramón y Cajal publica una bella fotografía en color (autocromo) de personajes típicos abulenses de su redactor y secretario Ángel Redondo, quien también estuvo vinculado al movimiento pictorialista, pertenecía a la Sociedad Fotográfica Madrileña y formaba parte de la colonia veraniega de Ávila.
OTROS RETRATISTAS DE LA CIUDAD.
El fotógrafo con mayor proyección y relevancia en la realización de postales de la ciudad de Ávila fue José Mayoral Encinar (1890-1971). De él diremos que fue contratado como redactor gráfico de El Diario de Ávila en 1913, siendo el primer periodista que introduce la imagen fotográfica de una forma estable en el periodismo abulense.
Y la mejor manera que encontró José Mayoral para promocionar Ávila, y a la vez desarrollar su actividad profesional, fue la de editar una amplia colección de postales de más de un centenar de vistas de la muralla y otros monumentos de la ciudad, con escenas costumbristas incluidas.
Entre los diversos reportajes gráficos de Mayoral destacamos los publicados en las revistas nacionales La Esfera, Blanco y Negro y Estampa, por su gran repercusión y divulgación.
Finalmente, debe resaltarse también la aportación gráfica que hizo Mayoral a diversos libros sobre Ávila, como los escritos por su pariente José Mayoral Fernández bajo el título Manual del turista peregrino (1922), Los viejos cosos de Ávila (1927) y Entre cumbres y torres (1950), a los que hay que sumar Vida gráfica de Santa Teresa (1929-1935), la Guía descriptiva de Ávila (h. 1933) editada por el Ayuntamiento, y El Alma de Larreta se llama Ávila (1949) de Rafael Gómez Montero.
Continuando con el recorrido visual ya definido, nos detenemos ahora en las vistas que hizo Roisin, de quien se conservan más de cuarenta mil negativos. Lucien Roisin Besnard (1876-1943) era un fotógrafo francés que se estableció en Barcelona después de recorrer Ávila y España tomando imágenes.
Se especializó en la edición de postales, y también en la realización de fotografías para las Guías de España que editaba el Patronato Nacional de Turismo entre 1930 y 1936.
Las postales de Ávila que hizo Roisin tienen todas su firma personal y constituyen una amplia visión de la ciudad monumental.
Y en la misma época, hacia 1915, hace su aparición en la ciudad Luis Saus, fotógrafo de artistas que había recorrido España retratando pueblos y monumentos que reprodujo en tarjetas postales, y de las que el comerciante abulense Lucas Martín distribuyó un bloc con dieciséis vistas.
A partir de 1927, Ávila es conocida a través las vistas de la ciudad impresas en papel fotográfico con una excelente calidad y presentación de la casa Loty.
El archivo Loty, según reseña el Instituto del Patrimonio Cultural de España depositario del mismo, “fue creado en Madrid en 1927 a iniciativa de Concepción López, representante y editora, y del comerciante de papeles heliográficos y editor de fotografías Charles Alberty Jeanneret.
Ambos contrataron al fotógrafo portugués António Passaporte, quien entre 1927 y 1936 tomó imágenes de vistas urbanas, monumentos, paisajes y tipos populares de toda España, principalmente para su comercialización en tarjetas postales”, las cuales fueron editadas con el anagrama de “Colecciones Loty”, si bien algunas de ellas llevaban el sello de la madrileña casa Palomeque.
En las fotografías de Loty debemos destacar su originalidad y las nuevas perspectivas y composiciones que se ofrecen de los monumentos y calles de la ciudad salpicadas de aldeanos, pastores y campesinos, lo que las hacen todavía más atractivas.
También trabajó Loty para el Patronato Nacional de Turismo, y fruto de esta actividad fueron los folletos turísticos de Ávila editados a partir de 1930 donde se incluyen reproducciones fotográficas en huecograbado.
POSTALES MILITARES.
La presencia permanente del ejército en la ciudad propició un número abundante de fotografías y postales de la vida militar y del Palacio de Polentinos, sede de la Academia de Administración Militar y luego de Intendencia, desde de las que una buena parte de ellas fueron incluidas por Rafael Fuertes Arias en su extensa y documentada Monografía Histórica de la Academia de Intendencia del Ejército (Ávila 1875-1936).
Entre los fotógrafos que retrataron la academia y los grupos de oficiales y soldados figuran J. David (1884-1912), J. Bonafós (1884), J. Padró (1909), B. Galmes (1923) y Mayoral Encinar (1915-1940), debiendo añadir también el álbum dedicado al Rey Alfonso XIII por Juan Serra Mercader fechado el 23 de enero de 1912.
La comercialización de las fotografías de grupos de alumnos y de profesores y mandos militares se hacía en álbumes firmados por J. David y B. Galmes, y también en postales sueltas de Mayoral y otros, lo que tenía gran éxito entre los soldados que las remitían a sus familias. Igualmente, dado el atractivo de este tipo de imágenes, las celebraciones militares y los actos de jura de bandera alcanzaron gran difusión a través de las fotografías del realizadas por Bringas, Luís Saus y Julián Fuentetaja, entre otros, que solían publicarse en el diario ABC.
POSTALES ESTERESOCÓPICAS.
La fotografía estereoscópica sobre Ávila tuvo más éxito como producto turístico coleccionable que como medio de comunicación postal, excepción hecha de las postales de la casa Lévy, pues por su formato no se ajustaba al establecido por el servicio de correos. Las tarjetas estereoscópicas tuvieron sus máximos exponentes en las ediciones de Alberto Martín con el título “Turismo práctico” (1900-1911), y en las colecciones de la casa Rellev que había fundado el fotógrafo catalán J. Codina Torrán. Las vistas abulenses estaban firmadas por el fotógrafo J. Nonell y en ellas encontramos variadas y representativas imágenes de la ciudad y sus monumentos tomadas hacia 1925-1930, también de algunos pueblos de la Sierra de Grados.
Entre los inventores de nuevas técnicas y aparatos estereoscópicos, hay que destacar aquí al francés Jules Nicolás Richard (1848-1930), por su cámara verascope o los sofisticados modelos de visor múltiple, dirigidos a facilitar la contemplación tridimensional de la imagen estereoscópica. Buen ejemplo de ello son las fotos que hizo él mismo del Mercado Grande o de la muralla de Ávila a principios de siglo, igual que lo es la colección de Clemente Romeo que se conserva en el Ayuntamiento de Ávila.
VENDEDORES DE POSTALES.
El floreciente negocio que se desarrolló en torno a la producción y comercialización de postales ilustradas de Ávila, como de toda España, propició la inclusión de la ciudad en los catálogos de la mayoría de casas editoriales existentes en el sector, cuya referencia recogemos en los textos finales.
Y como no podía ser menos, también los comerciantes abulenses publicitaron y editaron ellos mismos las postales, como fue el caso de Lucas Martín, quien tenía tienda en la plaza del Alcázar, del librero Adrián Medrano, de Pedro Jiménez y de Cristóbal Pardo, y también de los impresores Senén Martín y de Emilio Martín Hijo.
Otros puntos de venta de postales fueron el estanco de Pablo Jesús Estévez y la Librería Nacional en la plaza del Alcázar; la Librería Vda. de Sánchez de la Cueva en la calle San Segundo 2; el Palacio de Cristal en la calle del Comercio; y el estudio fotográfico de Julián Fuentetaja “Jautlat” en la calle de Tomás Luís de Victoria, 11 y en la calle Estrada, 12.
Entre las postales ilustradas que se comercializan en Ávila, observamos una serie de vistas editadas por uno de los comerciantes más ilustres de Ávila, Lucas Martín. Ya en 1896, se anunciaba en el número 1 de la plaza del Alcázar, esquina con la calle San Segundo, el comercio de Lucas Martín, con el siguiente reclamo insertado en las guías de Blázquez (1896) y Romanillos (1900):
“Grande y variado surtido en infinidad de géneros, como de sedas, hilos, algodones, paraguas, sombrillas, perfumería, juguetes, etc. Artísticas fotografías de la imagen de Santa Teresa de Jesús, que se venera en su iglesia de esta capital. Medallas de dicha Santa y fotografías de los monumentos e históricos edificios de Ávila”.
Ávila, y propietario de la imprenta Lucas Martín fue uno de los fundadores de El Diario de ubicada en la calle Zendrera, 25 donde se imprimía el periódico, manteniendo su participación en la sociedad editora desde su creación en 1898-1900 hasta su venta a Don José San Román de Vega en 1920.
Sin embargo, para la edición de postales, Lucas Martín contrató con las imprentas especializadas como “Castañeira y Álvarez” y “H.P.Guillén Valladolid”, y utilizó los servicios de fotógrafos del madrileño Luis Saus.
De la misma manera que lo hizo Lucas Martín, el librero e impresor abulense Adrián Medrano también se decidió a editar y comercializar postales ilustradas de Ávila en el periodo de 1910-1915”.
Medrano regentaba en aquella época una importante librería nombrada “El Magisterio” con buen surtido de tarjetas postales de Santa Teresa y vistas de Ávila, situada en el corazón de la ciudad en la calle de los Reyes Católicos, llamada antes del Comercio, porque en cada hueco de puerta hay un establecimiento comercial.
POSTALES COLOREADAS.
Aunque las imágenes que se reproducían en tarjetas postales lo eran a una sola tinta, la reproducción de fotografías en color siempre fue un reto para los investigadores de las nuevas técnicas, campo éste en el que los editores de postales querían ver también un negocio floreciente.
Los primeros avances sobre la fotografía en color fueron objeto de numerosos ensayos a finales del siglo XIX, especialmente estudiados en España por Santiago Ramón y Cajal, quien en 1907 comenzó a trabajar en su libro La fotografía de los colores, mientras que la revista Blanco y Negro publicó la primera fotografía en color en 1911.
En este campo de la fotografía en color destacó Ángel Redondo de Zúñiga, quien publicó en La Fotografía una artística y bella escena de tipos populares abulenses tomada en el zaguán de una de las posadas de Ávila en el número de febrero de 1914.
Parecidas a las primeras fotografías en color fueron las postales coloreadas, las cuales eran pintadas con anilinas especiales que “iluminaban” la imagen con colores inventados, y cuyo resultado gozaba de cierto atractivo. Esta técnica llamada “fhotocromo” fue introducida en la industria de las tarjetas postales por los impresores alemanes de la casa Püger & Co München hacia 1906, destacando Ávila y su muralla en una vista desde los arrabales del puente, y en otra del Arco del Alcázar. Posteriormente, las casas editoriales suelen comercializar distintas versiones de una misma tarjeta, una coloreada y otra no.
TEMÁTICA DE LAS POSTALES DE ÁVILA.
Como puede comprobarse en las postales seleccionadas, los temas preferidos por los fotógrafos y el público de la época son las vistas generales desde los Cuatro Postes y su entorno, y los monumentos de la ciudad, especialmente las Murallas y sus puertas, la Catedral, la basílica de San Vicente, el monasterio de Santo Tomás, la plaza del Mercado Grande y la puerta del Alcázar, el paseo del Rastro, el puente sobre el Adaja, la Academia de Intendencia, el monasterio de La Encarnación, la Casa de las Carnicerías, el Balneario de Santa Teresa, la plaza del Mercado Chico, y la plaza de las Vacas.
A estas vistas hay que sumar los palacios, las posadas, las fuentes, los jardines y los arrabales de la ciudad, además de las que recogen tipos populares y la presencia humana, cuya temática de naturaleza costumbrista y pintoresca es la más valorada.
Agotadas las perspectivas de la ciudad en imágenes de postales que muchas veces se repiten, se hace necesario enriquecer la visión de Ávila con nuevas fotografías que sepan mantener su fuerza atractiva original.
Para ello, se procura la incorporación del bullicio de las calles y plazas, se recogen escenas costumbristas, se juega con la luz, y se hacen nuevas composiciones de los monumentos. En esta nueva visión observamos las figuras diminutas de los labradores y ganaderos que se acercan a la fábrica de harinas, o acuden a la ciudad en día de mercado, o pastorean sus ovejas, son las que nos hablan de una ciudad que todavía sigue viva y resistiéndose al paso del tiempo.
BLOCS, TARJETAS PUBLICITARIAS, PORFOLIOS Y CROMOS.
El impresionante auge que alcanzó la producción de tarjetas postales y el atractivo de sus ilustraciones pronto se vio complementado con nuevos formatos (bloc, porfolios, cromos, estereoscópicas, acordeón, etc.) con los que atender una demanda creciente en el intercambio de imágenes.
La tarjeta postal al servicio de la publicidad enseguida se convirtió en un instrumento idóneo y sencillo para tal fin, y en ello se emplearon singulares productos como el chocolate, el “ceregumil”, pastas, colonias y fósforos, por ejemplo.
Y con las mismas características que las tarjetas postales se comercializaron las mismas en formato de menor tamaño como cromos coleccionables, siendo el mejor ejemplo el “Álbum de España y América Latina” formado por más de dos mil postales que se regalaban por el fabricante de puros cubanos Henry Clay.
Ávila aparece aquí reproducida en casi un centenar de vistas conocidas, las cuales ya habían sido editadas antes por Hauser y Mentet, Lacoste, Roisin y Thomas, entre otros.
Así mismo, la tarjeta postal enseguida se comercializa además de modo individual como un en bloc formado por 12, 14, 18, 20 o 24 postales que, a veces, eran monográficos, como los dedicados a santa Teresa o a Isabel la Católica. Después, estos bloc dieron paso a formatos de acordeón y de tarjetas estereoscópicas.
Otra modalidad de vender imágenes de postal fue hacerlo a modo de cuadernillo que reunía catorce fotografías y una portada, lo que en Ávila se hizo periódicamente de la Academia de Intendencia.
El Porfolio Fotográfico de España fue una buena idea editorial y empresarial que utilizó el editor barcelonés Alberto Martín durante el periodo 1904-1911 para dar a conocer los pueblos de la península al socaire del éxito de la tarjeta postal.
Ávila aparece en coleccionable número 9, y la primera fotografía es una vista del río y sus puentes, la arboleda de chopos frente a la fábrica de harinas y al fondo la muralla que encierra la ciudad con puertas abiertas, como en plena Edad Media decía el pie de foto. Relaciona este cuaderno todos los pueblos de la provincia con indicación de sus habitantes y las estaciones de ferrocarril de las distintas localidades, la capital cuenta entonces con 11.885 habitantes, población correspondiente al censo del año de 1900.