POR TITO ORTIZ, CRONISTA OFICIAL DE GRANADA.
La que habita en la carrera,
La Virgen de Las Angustias,
Solo esa Señora sabe
Que te estoy queriendo de veras.
Esto que, podría pasar por un piropo hecho oración, en realidad es una media granaína dedicada a nuestra Patrona. Y no es más que, una demostración de como su omnipotente presencia, está no solo entre nosotros, sino que la llevamos a la más alta cota de la expresión artística y flamenca, tan presente a lo largo de la historia.
La Virgen de Las Angustias es desde su presencia en Granada, algo indisoluble e inseparable de nuestro sentir, en cualquier faceta de nuestra vida. Algo que comenzó hace cinco centurias y, que cada vez está más arraigada en nuestros corazones y el vivir cotidiano, desde aquel tiempo con la cristianización de Granada, a raíz de la toma de la ciudad por los Reyes Católicos, se inicia la devoción granadina a la Virgen de las Angustias, en una ermita ribereña cercana al puente del Genil, en terreno de huertas. En esa ermita se veneraba un cuadro del pintor Francisco Chacón, donado por la reina Isabel, con la imagen de la Virgen de las Angustias.
La devoción fue en aumento y por iniciativa de veinte hortelanos de los alrededores de la ermita, en 1545, se fundó una Hermandad para rendirle culto. El libro de las Constituciones de la Hermandad, fue aprobado por la autoridad eclesiástica el 26 de octubre de 1545 y su título era «Regla y luz de Ordenanzas de la Cofradía de las Angustias y Transfixión de Nuestra Señora y de Santa Susana y Santa Úrsula». La Hermandad era de devoción mariana y tenía un carácter abierto, exigiendo a sus miembros ciertos requisitos de orden moral. Su sostenimiento corría a cargo de todos los hermanos mediante el pago de las correspondientes cuotas.
La importancia de la Hermandad fue en aumento, se le añaden nuevas reglas y el 7 de marzo de 1556 se convierte la Cofradía Devocional, en Hermandad de Penitencia y de Sangre, que realizaba procesión de disciplina pública y estación de penitencia el jueves santo por la tarde. Se portaban dos imágenes, la de Cristo Crucificado, imagen que preside la actual sacristía, y la de Nuestra Sra. de las Angustias. Este carácter penitencial se mantuvo durante el resto del siglo XVI, potenciando la veneración a Nuestra Sra. de las Angustias.
En el año 1567, por mediación de D. Juan de Austria, hermano de la cofradía, Felipe II le concedió terreno junto a la ermita, para edificar un hospital que no llegó a ser construido, alzándose en cambio, una pequeña iglesia que se acabó en 1585.
Posteriormente en 1604, el arzobispo D. Pedro de Castro la constituyó en parroquia aneja a la de Santa María Magdalena y seis años más tarde, en 1610, la hizo parroquial independiente y se colocó el Santísimo Sacramento.
La Virgen de las Angustias,
cuando sale en procesión,
los granadinos le piden
con mucha fe y devoción,
en su plegaria le dicen que no les falte la paz
y en su regazo no olvide a su querida «graná».
No podía faltar una referencia a nuestra virgen, en el baile granaíno por excelencia: La Reja, y de esta forma, su presencia en nuestro folclore se hace presente y patente. Granada, Los granadinos y La Virgen de Las Angustias forman parte de un todo único en el mundo por su importancia y trascendencia que la hacen diferente a cualquier otro tipo de patronazgos.
El deseo de dotar a la Hermandad de una naturaleza propiamente Hospitalaria se cumplió en 1674, fecha en la que se terminó el hospital, «para cura y regalo de los pobres enfermos hermanos de esta cofradía». Para su gobierno, se añadieron nuevos capítulos a las constituciones de la Hermandad. En un principio fue un hospital para uso restringido de los hermanos, pero más tarde amplió su labor asistencial y se atendieron a otros muchos enfermos, cofrades o no. En este sentido hay que destacar la gran función social que desempeñó la Hermandad y el gran prestigio que consiguió con la labor desarrollada.
El elevado coste del mantenimiento del Hospital, así como los muchos gastos y ocupaciones que gravaban sobre la Hermandad, motivó la fundación de la primera sección de la Hermandad, el Cuerpo de Horquilleros, creado en abril de 1678 a propuesta del entonces Mayordomo, el Sr. Conde de Monte Suma y cuyas reglas fueron aprobadas en diciembre de ese mismo año. Los Horquilleros debían costear la horquilla mediante el pago de una determinada cantidad y eran los encargados de portar la sagrada y venerada Imagen. El número inicial, fue de doce más el Decano, ampliándose con seis nuevas plazas en 1683. Desde entonces se convirtieron en elemento imprescindible en sus salidas procesionales, lo que le dio un notable prestigio y la pertenencia a este Cuerpo se convirtió en un gran honor. En la actualidad son más de mil setecientos los Hermanos Horquilleros., muchos de ellos son también cofrades de otras hermandades de nuestra semana santa, en una doble militancia que les honra.
A lo largo de los siglos, son innumerables las oraciones y cánticos que engrosan el rico patrimonio musical de la hermandad. Me detengo en uno al azar: El himno que, para su coronación canónica, fue compuesto nada más y nada menos que por el gran compositor, Tomás Bretón, con letra de Antonio de Zayas. Y ahí podemos decir que surge la gran colaboración e identificación de los granadinos con su patrona, pues por aportaciones individuales suman al acto, corona y manto para engrandecer a la Patrona, colaboración que hoy se mantiene, para la obra social que lleva a cabo la hermandad, de la que dependen más de 450 familias, en una prolongación de su manto protector.
En el siglo XVIII, la Hermandad alcanzaba la protección por parte de la Corona, desde que el rey Fernando VI declaraba a la Hermandad de su Real Patronato, nombrándose Hermano Mayor y vinculando esta gloriosa prerrogativa, perpetuamente en su real familia y en su descendencia. El título de Real Hermandad, se aprobó el 26 de febrero de 1747 y desde entonces el Rey es Hermano mayor perpetuo de esta Hermandad.
La ayuda de la Virgen de las Angustias sobre Granada ha sido patente en todos los tiempos y ocasiones, desde el siglo XVII el pueblo la aclamaba como su Patrona, pero era necesaria una confirmación solemne de la Iglesia. De aquí nació en todos los granadinos el deseo de pedir a la Santa Sede el reconocimiento oficial como Patrona de la ciudad, gracia que fue otorgada por el Pontífice León XIII el 5 de mayo de 1887, siendo posteriormente coronada con gran solemnidad el 20 de septiembre de 1913. Ambos son hechos gloriosos dentro de la historia contemporánea de la Hermandad y desde el citado 1887 la Hermandad puede considerarse Patronal, así como su salida procesional y los cultos principales.
Esto es la oficialidad resumida, pero la enjundia del asunto está en cada uno de los granadinos y granadinas y el sentimiento de fervor hacia La Patrona, que constituye la médula espinal de su amor por Ella.
En 1916 cuando se declara el incendio en su camarín, la ciudad se vuelca en el suceso. Heroica fue la labor del Benemérito Cuerpo de Bomberos y Zapadores de Granada. Lucharon contra el fuego en la nave de la iglesia, mientras caían cascotes a su alrededor y se temía el derrumbe de la cúpula central, de la que a la postre sólo se desprendió el cupulín y con él trozos de viga en llamas. Las bombas, sin embargo, no funcionaron bien, una por la limitación de su alcance (para tomar agua del Darro, que aun discurría descubierto justo a la espaldas del camarín) y la otra por la dificultad de su manejo. No faltaron tampoco soldados de artillería e infantería, gracias a la pronta disposición del gobernador militar, general don Ricardo Morales Vaquero, y representantes de Cruz Roja. Y por supuesto, las autoridades, encabezadas por el alcalde don Felipe Lachica, y junto a él el gobernador civil don Pedro Vitoria, el diputado a Cortes don Juan R. Lachica, el presidente de la Diputación Provincial don Santiago Oliveras, el teniente coronel de la Guardia Civil Sr. Domenech y el presidente de la Audiencia don Ramón de las Cagigas, así como los concejales Sola, Victoria o González Ortega, y los inspectores Carmona, López Contreras y Jiménez Abad. Supervisaba las labores de extinción el ingeniero municipal Montes Garzón y acudió también el conservador de la Alhambra don Modesto Cendoya.
Este desgraciado suceso, pasa a formar parte también del cante popular, pues el cantaor, Frasquito Yerbagüena, crea una letra por fandangos de Graná, que dice así.
Virgencita de Las Angustias
Vente conmigo a vivir
Mientras que los albañiles,
Arreglan Tú camarín.
La grandeza del patrimonio de la hermandad, hace posible vislumbrar en el futuro, la posibilidad de un museo, donde exponer tantas y tantas joyas documentales y artísticas, poniéndolas al servicio de los ciudadanos, para su admiración y conocimiento. Parte de ese patrimonio son las campanas de nuestra basílica, esas que el último sábado de agosto, repicaron por segundo año consecutivo, anunciando a propios y extraños, que septiembre llegaba cuajado de actos litúrgicos, dedicados a nuestra virgen y en su honor.
Actos como nuestra ofrenda floral, que repetiremos el próximo domingo 15, emulando aquella primera de 1982, que tuve el honor de transmitir en directo para toda España, a través de la unidad móvil de Radio 80, subida a la acera en la puerta de la Sacristía, y que prolongada en el tiempo, es tal su éxito, que obliga éste año a la hermandad, a adelantar su horario a la diez de la mañana, debido a la gran aglomeración de fieles e instituciones que cada año se incorporan a esta actividad, que tanto engrandece las vísperas de la procesión. Una ofrenda con singularidades únicas, como la participación de los helicópteros de la Base Aérea, realizando una muy especial lluvia de pétalos, o la colaboración del Cuerpo de Bomberos doblemente centenario, que, con su escala, colocan en lo alto de la fachada basilical, un ramo de flores que permanece en su lugar durante todo un año.
Una procesión en el último domingo del mes, que se adueña de Granada, horadando sus calles en olor de multitudes, con granadinos que viven durante el año a miles de kilómetros, pero que ese día, no faltan a su cita con su Madre amantísima, desplazándose desde cualquier lugar del mundo, para estar aquí y poder verla para coger fuerzas y, esperar otro año en la diáspora sin poder contemplarla. Cogen las fuerzas necesarias, para resistir doce meses sin poder ver a su Virgen de Las Angustias.
Gerardo Aranda Taboada habla así de los palieros: El Cuerpo de Hermanos Palieros, es una de las ramas que componen la Hermandad. Este cuerpo es heredero de aquellos primitivos veinte hortelanos que fundaran la Hermandad allá por 1545. Es el Cuerpo más pequeño, cuenta con unos 180 miembros aproximadamente, caracterizado porque deben ser preferentemente hortelanos o sus descendientes, todos ellos de la Vega de Granada.
Nuestra función dentro de la Hermandad, es participar activamente en todos los actos que se programan durante todo el año y específicamente acompañar a la Santísima Virgen con el palio o toldilla durante el desfile procesional y cubrirla en todos los momentos que sea necesario. El palio es parte del trono de la Virgen, y no se puede entender como algo independiente. Es especialmente bello ver salir a nuestra Madre de su Basílica bajo palio el último domingo de septiembre.
El reducido grupo de camareras, está compuesto por unas mujeres escogidas, para llevar a cabo el acto más íntimo de nuestra Patrona: Su vestimenta, cuidado y aderezo. Se trata de un cuerpo tan antiguo como la hermandad, conservado a través de los años, con las más estrictas reglas, que constituye todo un privilegio para las damas que lo componen, que llevan a cabo la labor más importante centrada en el rico ajuar de La Virgen, con el resultado esplendoroso de su estética ante nosotros.
Hermanas cofrades, Mayordomos, Oficiales y acólitos, completan las filas de un cortejo tan nutrido, que cuando nuestra señora sale a la calle, a veces, el inicio de la procesión ya está de regreso, lo que deja ver a las claras, la cantidad de componentes que forman en sus filas, sin olvidar las eternas promesas, que en agradecimiento por los favores recibidos nos acompañan, haciendo de nuestra procesión algo único e irrepetible.
Y es que Señora, Granada te adora, rociando el largo cortejo con vivas a Tú persona, que salen espontáneamente de gargantas henchidas de amor a Ti. Mientras, en el interior de la procesión se suceden los canticos en Tú honor, con la coral que lleva Tú nombre, los rezos en voz alta, o esos que musitan entre labios anónimos, aquellos que te adoran. Velas encendidas y pies descalzos, rubrican Señora el agradecimiento eterno hacia Vos.
Una procesión Señora que, este año, gracias a los buenos auspicios de nuestro arzobispo, José María Gil Tamayo, en lugar de rodear incomprensiblemente la Catedral, a la llegada del cortejo, entrará para hacer estación de penitencia en su interior por la Puerta del Perdón, para salir por la de La Encarnación a la Plaza de Las Pasiegas, donde la muchedumbre estará esperando para vitorearte, equiparando así la historia, pues Tú fuiste parte importante y primigenia de nuestra semana santa.
En una Granada que para Tú salida, se siembra de puestos con frutos que anuncian el otoño, como las acerolas, almencinas, maholetas, azofaifas y membrillos. Con las afamadas tortas de “La Virgen”, punto esencial de nuestra tradición gastronómica en honor a Ti Señora de la ciudad y su archidiócesis.
Y llegado este momento Señora, quiero rendir homenaje de admiración y respeto, a todos mis compañeros y compañeras de los distintos medios de comunicación, prensa escrita, radio, televisión y digitales, que no solo el día de la procesión o la ofrenda, sino que, durante los actos de septiembre y todo el año, difunden a los cuatro vientos la gran actividad religiosa y social que Tú hermandad lleva a cabo. Son portavoces imprescindibles y necesarios para general conocimiento, de la importante labor que, desde su Junta de Gobierno, se irradia a la sociedad, con la diadema de Tú nombre, Santísima Virgen de Las Angustias.
Permíteme Señora que éste viejo periodista, recuerde aquella década de los setenta del siglo pasado, cuando llegué a la redacción del Diario Patria, y mí redactor jefe, José Luís Kastiyo, – a quién cobijas bajo Tu manto desde hace unos días- me encargó la información de Tu novena y procesión. Recuerdo que en 1981, cuando Melchor Saiz Pardo, me llevó a Ideal, fui llamado al despacho del Subdirector, Antonio Márquez Villegas, que en la mesa tenía una imagen tuya de buen tamaño, y lo primero que me encargó, fueron unas cuantas páginas para el Cuadernillo especial que el periódico viene editando desde hace tantos años, con motivo de Tú salida procesional, así que de esta manera, incluida la transmisión de Tú cortejo para Radio Popular de Granada, en mi actividad profesional durante cincuenta años, Tú has sido también parte de mi trabajo, un trabajo que siendo para Ti, no lo es, todo lo contrario, es otra manera más de disfrutarte y de creer en Ti.
Es tanto el amor que infundes en todos nosotros que, solo con ver Tu imagen, se alegran nuestros corazones. Uno de los primeros recuerdos que tengo de mi infancia, es de cuando llegaba a mi casa del Alabayzín y veía Tu imagen representada en lata, clavada con cuatro puntillas en la puerta. Es rara la casa de un granadino en la que no estés representada, de una forma u otra. Ya no se lleva clavar en la puerta Tu foto, pero en mi caso, por ejemplo, al abrir la puerta, lo primero que el visitante observa es una hermosa foto tuya, reposando en Tu camarín. Hay quienes tienen esculturas tuyas que cualquier habitación y de distintos tamaños. En mi patio – entre el rosal y el jazmín – hay un plato de Fajalauza con Tu rostro. Te he visto en los salpicaderos de los coches, en las carteras junto al carnet de identidad, en los monederos, en las carpetas colegiales y como separador de libros. Los granadinos necesitamos sentirte cerca y verte continuamente. Una medalla, unos pendientes, una pulsera, un pin de solapa, cualquier cosa con Tú imagen y cerca de nosotros.
Y a nuestros hijos, los educamos en Tú culto. Mi mayor hizo la primera comunión a Tus pies, el pequeño fue bautizado aquí y pasado por Tu manto. El caso es que desde que tienen uso de razón, están acostumbrados a verte y a que estés en nuestras vidas, como el resto de los granadinos, no es nada especial es lo que Tu te mereces de todos nosotros.
Pero si yo tuviera que escoger, alguna de las formas en que los granadinos profesamos nuestra fe en Ti y, hacemos patente nuestro amor a todo lo que representas, optaría por esos comportamientos casi anónimos que se dan en torno a tu figura. Hablo de esa persona que en silencio entra sola a la Basílica, se arrodilla ante Ti, musita una oración y se despide de la misma forma, sea la hora que sea. Esa otra que, pasando por la puerta, no entra, pero se persigna y continúa su camino, o aquel caballero que pasando por la Carrera, se quita el sombrero al llegar a Tu puerta y continúa, pero mis ojos de niño, no olvidan unas imágenes irrepetibles que sucedían ante Tu puerta, cuando el subteniente “Matajacas”, héroe de guerra condecorado con la cruz laureada de san Fernando, bajaba de uniforme hacia la basílica, a lomos de su jaca blanca, y en llegando a la puerta, el animal bien domado, se giraba dando el frente a la fachada, doblando sus manos hasta quedar de rodillas ante Ti, mientras el militar, erguido en la silla, se mantenía durante unos instantes en el primer tiempo del saludo. En estos momentos Señora, yo soy ese caballo blanco arrodillado ante Ti, dándote las gracias por haber permitido que te haya exaltado. Siempre a Tus pies Señora y Amparo de Granada.
FUENTE: CRONISTA T.O.