POR FRANCISCO SALA ANIORTE, CRONISTA OFICIAL DE TORREVIEJA
A comienzos de mayo de 1923, una máquina de tren que hacía maniobras arrolló al vecino de Torrevieja Juan Aguirre, de 58 años, produciéndole la muerte instantánea.
El sábado 7 de julio, ocurrió otra lamentable desgracia en la carretera de Alicante, ocasionada por un carro dedicado a transportar piedra para las obras del puerto, siendo víctima el niño de tres años Francisco espinosa, hijo de los labradores de la ‘Casa del Alto’ próxima a dicho camino, el cual, al parecer se encontraba jugando y no fue visto por el carretero.
Una rueda le produjo lesiones de gran importancia en la pierna izquierda, con rotura de tibia por su parte media.
Trasladado al Santo Hospital de Caridad, se le práctico la amputación de dicho miembro por la rótula, por los doctores Lorenzo Ballester Carcaño y Manuel García Sala, auxiliados por el practicante Juan Pérez.
El infortunado niño dejó de existir en la madrugada del día siguiente.
El 16 de julio de 1925, un incendio destruyó en la bahía de Torrevieja un hermoso pailebot de cinco palos el ‘Domenaria’, de cinco mil toneladas, propiedad de un industrial de esta población, salvándose toda la tripulación. Las pérdidas se calcularon en ochenta mil duros – o sea, cuatrocientas mil pesetas.
Por aquellos días, se fugó del Santo Hospital de Torrevieja la demente Carmen Rodríguez Parres, siendo hallada por la Guardia Civil en el interior de un pozo de 15 metros de profundidad, extrayéndola con vida.
El 28 de julio, en la carretera de Torrevieja a Novelda, un automóvil arroyó al anciano Juan José Ros Andreu, produciéndole tan graves heridas que falleció a las pocas horas.
En la mañana del 9 de febrero de 1927, procedente de Marsella llagó al puerto de Palma el pailebote “Miguel”: Al tomar tierra, el patrón declaró que en la noche del día 3, hallándose a quince millas de Nouvelle, y cuando el contramaestre realizaba una maniobra en el palo mayor, un golpe de mar lo arrojó fuera de la embarcación y no pudo encontrársele. El contramaestre se llamaba Juan Cerdá Bernabeu y era natural de Torrevieja.
Un curioso accedente ocurrió en la tarde del 8 de junio de ese mismo año en la esquina de la calle de Lacy –hoy llamada de Chapaprieta- en el cruce con la plaza de Isabel II, chocando dos bicicletas que conducían el niño Antoñito Albentosa Gil y el obrero Tomás García, respectivamente, resultando el vehículo del primero con la rueda delantera torcida por diferentes partes. En las declaraciones que ambos hicieron ante el alcalde, Waldo Calero, nada se pudo sacar en claro, pues los dos manifestaron tener la razón. El alcalde convino entre los dos individuos que la reparación fuera abonada entre los dos. Del choque no hubo que lamentar daño daños físicos en los ciclistas.
Al día siguiente, 9 de junio, en la misma calle, y en la esquina de unión con la entonces llamada calle de Quiroga – actual calle Ramón Gallud-, ocurrió un nuevo choque. Dos ciclistas que en citado lugar cruzaban, se encontraron con un auto que se hallaba parado en la puerta de la farmacia de Tomás Zapata. Al parecer, aquellos creyeron que el coche iba en marcha, y uno de ellos fue a dar con la rueda de atrás de la bicicleta que conducía con el referido automóvil, destrozándose ésta.
En la mañana del 11 de julio, en las proximidades de Torrevieja, sufrieron un fuerte encontronazo dos automóviles de Orihuela, ocupados por varios jóvenes. De la colisión resultaron con diversa lesiones los ocupantes del vehículo que conducía José Cánovas, yendo como ocupantes los señores de Rogel y Pérez. Los coches sufrieron desperfectos de importancia.
El conducir a considerable e imprudente velocidad los coches por las calles de la población tuvo como consecuencias el atropello de una niña de corta edad el domingo 7 de agosto, produciéndole la fractura de una pierna.
A mediados de enero de 1928, en el paraje llamado Ferris, chocó el autobús que hacía el servicio de viajeros entre Alicante y Cartagena con un carro que, al espantarse la caballería, quedó atravesado en la carretera, volcando el auto. Resultaron casi todos los viajeros lesionados de poca consideración, excepto Manuel Amorós Soler, que sufrió la fractura del cráneo, siendo conducido al Santo Hospital de Caridad, donde falleció rodeado de su familia. El autobús siniestrado se encargó inmediatamente de conducir a los heridos a los lugares donde pudieran ser atendidos, prestándoles la empresa toda clase de auxilios.
Al mes siguiente, a comienzos de febrero, trabajando en las lanchas de carga en un buque, se produjo un golpe en la columna vertebral el obrero Senent Vidal.
En agosto de 1930, un tren que en el muelle de carga de las Eras de la sal se hallaba dispuesto para salir, quedó la locomotora sin gobierno, precipitándose al mar desde una altura de 10 metros, causando bastantes destrozos, sin que felizmente ocurrieran desgracias personales.
A principios de marzo de 1932, en las Eras de la sal ocurrió otro accidente al romperse el cabo de arrastre de un de los remolcadores encargados de arrastrar las barcazas de sal hasta el buque. Tres obreros heridos resultaron heridos.
El 5 de enero de 1933, a bordo de un vapor chino, una cabria alcanzó a un tripulante chino, que quedó muerto en el acto. El capitán del buque pidió al alcalde permiso para efectuar el entierro con el ceremonial de aquel país.
Terminaremos narrando el suceso ocurrido el 30 de julio de 1934, en las inmediaciones del Grao de Valencia, arrollando un tren al guardabarrera y al conductor de un coche de Torrevieja. A las 8 y 10 de la noche, el tren de mercancías que iba de Valencia al Grao arrolló en el paso a nivel del camino de Monteolivete, junto al puente de hierro, al auto de la matrícula de Alicante A-4382, propiedad de Vicente Martínez, que lo conducía.
El guardabarrera, José Pérez Oltra, tenía las cadenas echadas, y al ver que el auto se precipitaba sobre ellas, rompiéndola, hizo señas con el farol en medio de la vía, pero no pudo evitar el choque, y el infeliz fue arrastrado por el tren lo mismo que el automóvil, unos 50 metros.
Sufrió la amputación traumática del pie izquierdo, que quedó en la misma vía y fractura de la pierna derecha; además de otras varias heridas en la cabeza.
El propietario del coche fue curado en la Casa de Socorro y después trasladado al hotel Lauria, donde se hospedaba. Padece fractura de todos los huesos de los dedos de ambos pies. El coche quedó destrozado sobre la baranda del puente de hierro.
La patente estaba a nombre del señor Ortuño Sala, de Torrevieja.
Fuente: Semanario VISTA ALEGRE. Torrevieja, 15 de noviembre de 2014