Desconocemos quién influyó más en la autoría del citado camarín, si el mencionado prelado o el dibujante, arqueólogo y naturalista alemán, pues la documentación que podía aclararlo está desaparecida.
Ambos acordarían que esta capilla albergase numerosos simbolismos histórico-religiosos ligados al lugar y a la monarquía española. Así se recreaban motivos que no dejaban espacio al vacío decorativo, además de colocar la capilla en un lateral, olvidándose –con fortuna– del tradicional templo con dos alturas que había cerrado toda la Cueva al exterior hasta el incendio del 17 de octubre de 1777 que destruyó todo cuanto albergaba en su interior, incluidas las imágenes.
Debo destacar que el camarín fue construido en madera con algunos elementos de escayola y –con el fin de disimular estos materiales– fue llamado el decorador valenciano Antonio Guasch para que los cubriese con pan de oro.
Parece increíble que la obra del camarín –que se había iniciado el 29 de abril de 1874– estuviese concluida apenas veinte semanas después.
La solemne Misa y Oficio propios de Covadonga tuvieron lugar por primera vez en el camarín el día 9 de septiembre –como había aprobado el Pontífice Pío IX– cumpliéndose ahora exactamente el sesquicentenario de este hecho.
Ese mismo día el obispo Sanz y Forés anunciaba su intención de levantar un templo monumental en el santuario –la Basílica de Santa María la Real que hoy conocemos– que sería consagrado veintisiete años después, en 1901.
A algunos les parecía que este camarín era demasiado lujoso y señorial, muy recargado decorativamente para un lugar como la Cueva, austera y sencilla.
Medio siglo después la Real Academia de la Historia y otras instituciones emitieron un informe desfavorable sobre el camarín de madera que imitaba piedra, pero así permaneció hasta la Guerra Civil.
Sería a partir de 1938 cuando el arquitecto Luis Menéndez Pidal decidió dar a la Cueva de Covadonga el aspecto que conocemos hasta hoy. La nueva capilla en piedra, de aspecto románico popular, se concluyó en 1945 y en su cubierta interior lleva una armadura de madera de castaño, dorada por el artista valenciano Juan G. Talens.